Revista Anfibia
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Gringo, deja ya de odiarnos: La pesadilla Trump en los mexicanos de EU
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Te quiero así, sin mundiales ni copas: El adiós de Messi a la Selección argentina
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Mujeres asesinadas
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Son como nosotros
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Los chinos juegan en la Bolsa y el mundo tiembla
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El páramo frío de la ausencia
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Abzurdah: El amor vende más
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Cómo convertirte en feminista
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Nada será igual
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Los machos me dicen feminazi
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Progreso clandestino
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Explotó el Calbuco
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La voz de la guerra
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Basura
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El hombre que perseguía sonidos
Mayra Guarneros
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Faltarle el respeto al agua
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Evitar viejos errores
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El vecino musulmán
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La inutilidad de una canilla sin agua
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¿Quién representa a los musulmanes de Francia?
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A las diosas también se les corta la luz
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El derecho a la ciudad
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Francisco, del barrio a la cima del mundo
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Cuando la policía miente, los medios duermen la siesta
Lado B
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Fracaso de la ley de aborto: Ilegales
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Morir por la ciencia
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Ébola: ¿A cuánto estamos de la infección mundial?
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Brasil: El ballotage de la clase media
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Generación Hip-Hop: Loop de un nacimiento constante
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La mala víctima
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Escocia: El miedo a la libertad
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Olavarría: Fuerzas vivas
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Esclerosis lateral amiotrófica: Los límites del baldazo
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Sufrir por amor
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Ciencia y Tecnología
El olvido de los cangrejos
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Reversible
Fluidos trans: arte y performance queer
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Reversible
Tortas, putos y cumbieros
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Periodismo
"Ser anfibio: una nueva forma de expandir las fronteras del periodismo”
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No Ficción
El baile prohibido de las favelas
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