Lado B
Del mercado planetario a la fraternidad
En estos tiempos ególatras, la fraternidad es el camino que nos puede hacer verdaderamente libres y unirnos en la diversidad, integrarnos como comunidad con todos sus conflictos y fragilidades, pero con toda su riqueza y hondura
Por Juan Martín López Calva @m_lopezcalva
13 de octubre, 2020
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1. El mercado planetario: un túnel sin salida

Vivimos en un gran mercado planetario que no ha sabido suscitar sentimientos de fraternidad entre los países. Ha creado, de hecho, un miedo generalizado al futuro. Y la pandemia del coronavirus ha iluminado esta contradicción haciéndola aún más evidente. 

Edgar Morin. Entrevista de Nuccio Ordine en El País. 11 de abril de 2020.

Vivimos en un gran mercado planetario, dice el gran filósofo francés casi centenario. Un mercado enorme en el que todo se compra, se vende y se intercambia, incluso la vida humana, el conocimiento, la educación y hasta la felicidad.

Este mundo concebido bajo el modelo de un gran centro comercial donde las mercancías y los seres humanos reducidos a mercancías circulan sin restricciones mientras haya demanda, mientras los que venden encuentren compradores y los que compran tengan alguien que les venda, ha ido creando, como dice Morin, un miedo generalizado al futuro, una enorme y angustiante crisis de futuro.

Lo que ha hecho la pandemia no es generar ese miedo sino visibilizar y llevarlo a una escala más grande porque ha puesto los reflectores sobre esta contradicción, que implica estar cada vez más interconectados pero cada vez más incomunicados; cada vez más cerca espacialmente pero cada vez más lejanos afectiva y espiritualmente, cada vez más integrados comercialmente pero cada vez más separados existencial y socialmente.

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Vivimos, efectivamente, en una especie de túnel sin salida que se ha hecho más evidente con esta ola de contagios y muertes que recorre el mundo de manera imparable y que aún somos incapaces de vencer, de enfrentar con alguna probabilidad de éxito. En el horizonte de este gran mercado, de este enorme centro comercial planetario nos vemos al espejo y nos descubrimos cada vez menos sujetos libres que recorren los pasillos entre tienda y tienda y cada vez más objetos atrapados en un escaparate desde el que somos observados y comprados o desechados según los deseos ocultos de la ley de la selva que hoy se llama de forma elegante, de la oferta y la demanda.

2. Sujetos alienados: el griterío de la incomunicación

87. Un ser humano está hecho de tal manera que no se realiza, no se desarrolla ni puede encontrar su plenitud «si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás»[62]. Ni siquiera llega a reconocer a fondo su propia verdad si no es en el encuentro con los otros: «Sólo me comunico realmente conmigo mismo en la medida en que me comunico con el otro»[63]. Esto explica por qué nadie puede experimentar el valor de vivir sin rostros concretos a quienes amar. Aquí hay un secreto de la verdadera existencia humana, porque «la vida subsiste donde hay vínculo, comunión, fraternidad…

Papa Francisco. Fratelli tutti.

El mundo en que vivimos es este gran mercado global que nos encanta con sus juegos de espejos y sus trucos de ilusionismo, sus colores brillantes y sus efectos especiales, pero en el fondo nos mete en un escándalo irrefrenable, en un griterío en el que hay muchísimas voces, palabras e imágenes pero muy pocos significados y casi nada de sentido. Estamos en el fondo de nuestro ser, invadidos por una sensación de incomunicación que no sabemos cómo resolver. estamos atrapados en la dictadura de la felicidad que nos obsesiona y nos hace infelices, en la carrera insaciable por la auto-realización que se ha convertido en una envoltura del egocentrismo. Profundamente incomunicados.

En su nueva encíclica Fratelli tutti, el Papa Francisco hace un llamado a la construcción de fraternidad entre todos los seres humanos, de todas las culturas y de todas las creencias. El punto de partida es la constatación de que, como dice la cita anterior, los seres humanos no podemos realizarnos realmente si no es entregándonos a los demás, saliendo de nosotros mismos –y de esa “búsqueda de nuestra pasión, de nuestros sueños decretados”- para encontrarnos con los otros.

Porque la incomunicación con nosotros mismos, con nuestro yo profundo se origina en la incomunicación con los demás, en la instrumentalización de los demás, en la incapacidad de experimentar el valor de vivir porque no tenemos rostros concretos a quienes amar. Y así, la vida está en riesgo porque no puede subsistir sin vínculos, sin comunión, sin fraternidad.

3. La fraternidad como condición para la libertad y la igualdad

La fraternidad no es sólo resultado de condiciones de respeto a las libertades individuales, ni siquiera de cierta equidad administrada. Si bien son condiciones de posibilidad no bastan para que ella surja como resultado necesario. La fraternidad tiene algo positivo que ofrecer a la libertad y a la igualdad.

Papa Francisco. Fratelli tutti.

La vía para vencer esta incomunicación e insatisfacción profunda de nuestra búsqueda existencial en estos tiempos ególatras es: la fraternidad. Nos hemos desgastado en la búsqueda de una libertad entendida como mera independencia de los demás que deriva en la soledad o, como dice la encíclica, en la falta de pertenencia para poseer y disfrutar cosas que se evaporan o desaparecen.

La fraternidad es el camino con y hacia el otro que nos puede hacer verdaderamente libres y unirnos en la diversidad, integrarnos como comunidad con todos sus conflictos y fragilidades, pero con toda su riqueza y hondura. Libres porque seremos capaces de autodeterminarnos en la interdependencia y en la pertenencia a una comunidad cercana y a la comunidad humana planetaria como finalidad ética, según la visión de Morin.

En estos tiempos ególatras, hay también muchas personas que trabajan y luchan día a día por la igualdad. Sin embargo esta igualdad tampoco puede construirse al margen de la fraternidad porque se queda en normatividad, en leyes, códigos, instituciones y sanciones o en ideología, pero está vacía de sentido y profundidad. La igualdad solamente puede ser concreta si se vive desde la óptica de la fraternidad pensada y encarnada.

4. Educación y fraternidad: para salir del túnel

…hoy es necesario favorecer la construcción de una conciencia planetaria bajo su base humanitaria: incentivar la cooperación entre los países con el objetivo principal de hacer crecer los sentimientos de solidaridad y fraternidad entre los pueblos.

Edgar Morin. Entrevista de Nuccio Ordine en El País. 11 de abril de 2020.

Al igual que la libertad se educa y la igualdad solo puede construirse cuando se nos educa para ella, también la fraternidad es educable, es un dinamismo que se tiene que ir descubriendo y desarrollando, diferenciando e integrando en nuestra conciencia individual y social. El llamado de la nueva encíclica del Papa Francisco, y de filósofos humanistas como Edgar Morin, es hoy más urgente que nunca: necesitamos favorecer la construcción de una conciencia común como habitantes de este planeta e incentivar la cooperación que haga crecer los sentimientos de solidaridad y fraternidad entre las personas, las comunidades y los pueblos. Este es tal vez el llamado más urgente que tenemos hoy los educadores. ¿Sabremos escucharlo y responder?

 

*Foto de portada: Pixnio

 

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Autor Lado B
Juan Martín López Calva
Doctor en Educación por la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Realizó dos estancias postdoctorales en el Lonergan Institute de Boston College. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, del Consejo Mexicano de Investigación Educativa, de la Red Nacional de Investigadores en Educación y Valores y de la Asociación Latinoamericana de Filosofía de la Educación. Trabaja en las líneas de Educación humanista, Educación y valores y Ética profesional. Actualmente es Decano de Artes y Humanidades de la UPAEP, donde coordina el Cuerpo Académico de Ética y Procesos Educativos y participa en el de Profesionalización docente..
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