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Ayotzinapa, a un sexenio de cercanía
La desaparición de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, de Ayotzinapa Guerrero, y la muerte, en el acto, de cinco más, se agrega a una lista histórica, de terror y agravio social
Por Espacio Ibero @
01 de octubre, 2020
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Dr. José Guadalupe Sánchez Aviña

Imposible dejar de ocuparse, aun cuando sea a través de unas cuantas líneas, de un pendiente social, de la dimensión del “caso Ayotzinapa”; que aún cuando pasan los días, el efecto debe ser de cercanía, ya que nos incumbe a todos.

A seis años de lo sucedido en la ciudad de Iguala de la Independencia, Guerrero, esa noche del 26 de septiembre de 2014, en donde mueren seis personas y desaparecen a 43 más, continúan las interrogantes. Además de las ya sabidas, que pretenden la localización de los estudiantes desaparecidos, emergen y refrescan otras desde diferentes campos de interés; una de ellas, ¿qué significado puede tener este acontecimiento para el ámbito educativo? Veamos.

Si consideramos que la educación como concepto representa un complejo de procesos que se presentan en multiplicidad de realidades sociales, de manera cotidiana y permanente, se puede pensar que la educación es en nosotros y nosotros en ella. Es decir, que nos conecta e involucra con cada suceso que afecta y se refleja en la consciencia colectiva.

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En este contexto, la desaparición de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, de Ayotzinapa Guerrero, y la muerte, en el acto, de cinco más, se agrega a una lista histórica, de terror y agravio social. Solo por mencionar algunos hechos de 2014, y dejando de lado (solo en esta ocasión) similares de otros años, tales como Acteal y Aguas Blancas, podemos recordar: el caso de los 22 “delincuentes” muertos en Tlatlaya, Estado de México, a manos de militares; el adolescente muerto y el ciudadano que perdió un ojo en Chalchihuapan, Puebla, a manos de la policía estatal; y a los ciudadanos detenidos en Cholula, Puebla, por oponerse a la expropiación de sus tierras. 

Toda acción provoca más de una reacción o consecuencia; estos actos repetidos históricamente van fortaleciendo la conciencia de una sociedad que, al parecer, solo en medio de la desgracia se activa. En medio de este mundo adorador del individualismo y promotor de la indiferencia hacia el otro, acontecimientos como el de Iguala, son una puya dolorosa, que favorece la emergencia de la ciudadanía como factor determinante y definitorio de la vida social.

¡En esta trama nada es aislado, todo se relaciona con todo! Permanezcamos atentos e informados, hagamos ciudadanía, tengamos esperanza, pero en movimiento, seamos parte de su motor.

Finalmente, y lejos, muy lejos de glorificar muertos o idealizar el normalismo, tengo que decir que una sociedad que atenta, ya sea por acción o por omisión, contra sus profesores, deja en claro su futuro… uno que se aleja paulatina pero inexorablemente, de lo que llamamos humano.

*Foto de portada: Marlene Martínez

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