Lado B
La estética feminista busca resignificar el arte y el espacio público
Las manifestaciones estéticas de las protestas feministas están cuestionando lo que se considera arte y patrimonio, activistas dicen estar haciendo historia
Por Sam Nolasco @aguunda
24 de septiembre, 2020
Comparte

Los labios pintados, la ceja delineada, los colores morado y verde como sombras en los párpados, son símbolos con los que el bloque negro y la colectiva Ni una menos intervinieron los retratos de Francisco I. Madero, Benito Juárez, Miguel Hidalgo y José María Morelos. 

Esta estética en las intervenciones de los cuadros durante la toma de la antigua sede de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, ahora Okupa Refugio “Ni una menos”, ha sido replicada por colectivas en Puebla y otros estados (en digital y en las paredes), que hicieron tomas simbólicas de las diferentes sedes de la Comisión a lo largo del país.

“Desde niños nos enseñan a rendir honores a la bandera, a estos símbolos que ya tenemos apropiados. Lo que está pasando con las protestas feministas en el patrimonio cultural e histórico es una resignificación de estos símbolos que ya no están cumpliendo con su misión”, explicó Ayahuitl Estrada Lima, miembra del colectivo Restauradoras con Glitter y egresada de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM).

También puedes leer: “Pintar una figurita no es violencia, violencia es lo que hacen todos los días, por eso estamos hartas”

“Históricamente se ha aceptado que los monumentos sean prístinos, los símbolos patrios, todavía peor, son idealizados y romantizados. Entonces, cuando se ven afectados por actos vandálicos, a la sociedad le hiere una parte muy íntima, pero la protesta para eso es, para incomodar. Hay un hartazgo social, las mujeres no estamos teniendo [esa] libertad por la que lucharon los héroes nacionales, no nos está funcionando, nos siguen violentando sistemáticamente en todos los niveles”, señaló.

Por su parte, Tania Valdovinos Reyes, Maestra en Estética y Arte dijo en entrevista para LADO B que resignificar los cuadros es un acto determinante y serio de la lucha feminista.

“Tomar los cuadros es una posición muy clara de que las exigencias van en serio. Los cuadros son símbolos de una historia arraigada de patriarcado, eran cuadros en los que aparecen hombres icónicos en México, pero esos hombres siempre ocultan una barbarie detrás que el movimiento feminista está tratando de visibilizar”, explicó Valdovinos.

Intervenir los retratos de estos hombres con motivos como el maquillaje, se puede interpretar como acto de cuestionamiento decolonial, es decir, poniendo en duda el decoro que se tiene de ciertos personajes de la historia como: conquistadores, generales o políticos, y que se materializa profanando los monumentos de esas imágenes impuestas; también como descontento con la historia de México, agrega Claudia Castelán García, Doctora en Artes y Educación, conocida como ChispillaTronik.

“El asunto de llenar todo de tanto color, tanto glitter, de burlarse de los próceres nacionales que han sido feminizados puede ser de pronto un poco shockeante porque es ponerlos donde nunca han estado, ya que como hombres nunca han estado en el área [de vulnerabilidad] que tiene que ver con los feminicidios y trans feminicidios”, explicó.

Es una reescritura del espacio público

Estética feminista en las manifestaciones

Foto: Marlene Martínez

Nina Fiocco, historiadora del arte y Maestra en Artes Visuales, dijo en entrevista con LADO B que el arte no es un lugar de paz, sino de confrontación y reflexión que se está originando con estas nuevas expresiones

“Esto yo lo definiría más bien como una forma de reescritura del espacio público, del espacio común, de los símbolos que han habitado este espacio o que han habitado un imaginario colectivo. Es una voz que no necesariamente tiene autor”.

La simbología que ya es parte de la cultura y que está cimentada con colores, rostros y figuras que remontan otras épocas de lucha y se exhiben en los espacios abiertos al público como memoria histórica, están envueltos de estructuras de respeto que están siendo resignificadas por las mujeres que salen a protestar, creando un código propio con el que sí se identifican, destacó la experta. 

“Uno de los objetivos [de las feministas] es crear otras prácticas, otros vocabularios y posibilidades, [porque] la vanguardia como concepto histórico, desde mi punto de vista, se queda atrás de estos elementos que se quieren cambiar. Estos movimientos van a ocupar otras palabras para definirse”.

Sin embargo, estas manifestaciones estéticas hechas por las feministas duran muy poco tiempo en el espacio público. Al menos las intervenciones o pintas que se hacen durante marchas y manifestaciones en las paredes, monumentos o banquetas.

“Que las quiten pienso que es culpa manifiesta -dice Tania Valdovinos-, tratar de amortiguar y contener la furia que se les salió de las manos, y [también] es una forma de decir: ‘tu reclamo no es legítimo’. Borrar los grafitis es muy significativo porque estás diciendo: ‘no me afecta, no me importa el motivo por el que estás rayando, simplemente son vandalismo y los quito’. Es una falta de soberanía del Estado para responder a esas exigencias, si fuera consciente las dejaría para poner en manifiesto que no puede resolverlas”, refirió.

Mientras que Ayahuitl Estrada Lima, comentó que los simbolismos que las feministas mexicanas han utilizado se empiezan a replicar no sólo en otros estados de la república, sino en otros países como Argentina o Francia, como fue el caso de la diamantada de agosto de 2019 en la Ciudad de México, la intervención del Ángel de la Independecia y el Hemiciclo a Juárez y recientemente con la intervención de cuadros de los héroes nacionales.

“México se está volviendo un referente de las luchas feministas. Y de alguna forma los límites territoriales se ven difuminados por el uso de estos símbolos”, destacó Ayahuitl Estrada.

La restauradora agregó que también se convirtieron en símbolos los nombres que dieron origen a los decretos como la ley Olimpia y la Ley Ingrid, que han sido resultado de la organización efectiva de mujeres, y que según la integrante de Restauradoras con Glitter, están haciendo historia.

La zapatista encapuchada gigante de Puebla

Foto: Marlene Martínez

«Las compañeras toman o se apropian de los cuadros, hacen suyos todos esos lenguajes artísticos para reinterpretar el arte, y hacer una nueva estética feminista con consignas«, comentó en entrevista para LADO B Jan Calvario, artista plástica e integrante de la colectiva Diálogos Insurrectos Puebla, sobre los motivos estéticos que se pueden apreciar e identificar en las protestas feministas.

Durante la toma de la CDH Puebla el 11 de septiembre también se presentaron particularidades, como la mojiganga de dos metros de altura y cuyo rostro de mujer está cubierto por una capucha negra, dejando ver sólo sus ojos que infunden ternura y rebeldía y que funge como un estandarte en las manifestaciones de feministas en Puebla.

Tal vez te interese: Feministas toman simbólicamente la CDH Puebla en apoyo a otras organizaciones

Calvario, responsable de esta pieza, contó que en su elaboración tardó dos semanas y al hacerla encontró inspiración en la figura de las mujeres zapatistas: “Lo que hicimos fue representar la fuerza de las mujeres indígenas en un títere o mojiganga”, reveló.

La estética del pasamontañas no es nueva -y ahora también se ve en muchas de las manifestantes feministas-. Para Claudia Castelán, cubrirse el rostro es una variante de lo que ella llama “tecnologías performativas”, como también lo es el maquillaje.

“El motivo ritual de las máscaras puede incomodar al poder porque no mostramos nuestro rostro [y eso afecta] a la hipervigilancia. El pasamontañas, que es una estética que muchas feministas se han apropiado en América del Sur, en México, en Chiapas, tiene la función de ‘no me reconozcas’”, explicó.

Además de que el poderío de las capuchas no sólo es brindar seguridad a quienes las portan, sino centrar la atención más allá de lo manifiesto, interpretó Claudia Castelán en entrevista con LADO B.

“Tiene una cuestión poética. Cuando estás en cuestiones de identidad, la atención se centra en los ojos, y los ojos metafóricamente son leídos como las ventanas del alma, entonces con un pasamontañas te estoy mostrando quién soy: hombre, mujer, quimera y lo que soy va más allá. Mis ojos pueden tener la expresión de la desesperación, de la dulzura o la rabia que experimentan tantas mujeres”.

 

*Foto de portada: Marlene Martínez

Comparte
Autor Lado B
Sam Nolasco
Suscripcion