Lado B
El uso de mascarillas podría reducir la gravedad del COVID-19
La utilización generalizada de cubrebocas parece limitar la cantidad de partículas de virus que llegan a su portador, lo que podría reducir la gravedad de la enfermedad y la tasa de nuevos contagios. La idea, aún no confirmada, se basa en una técnica de profilaxis utilizada con la viruela antes del descubrimiento de las vacunas
Por Agencia SINC @
22 de septiembre, 2020
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Verónica Fuentes

Desde marzo, las mascarillas se han incorporado a nuestra rutina diaria. Su uso en población general puede servir como un medio de control de la fuente de infección al reducir la propagación en la comunidad, ya que se limita la excreción de gotas respiratorias de individuos infectados que aún no han desarrollado síntomas o que permanecen asintomáticos.

Eso sí, la utilización debe considerarse solo “como una medida complementaria y nunca como reemplazo de las medidas preventivas de distanciamiento físico, higiene de manos, etiqueta respiratoria y evitar tocarse la cara, la nariz, los ojos y la boca”, afirman desde el Ministerio de Sanidad.

Esta semana, la revista The New England Journal of Medicine ha publicado un nuevo análisis de Monica Gandhi y George W. Rutherford con una hipótesis atractiva: el uso de mascarillas a escala global podría estar creando inmunidad frente a la infección por coronavirus. Además, podría hacer que las infecciones fueren más leves y hubiese mayor proporción de asintomáticos.

Para Gandhi y Rutherford, ambos de la Universidad de California en San Francisco (USCF, en EE UU), “esta posibilidad es coherente con una teoría sobre la patogénesis viral, que sostiene que la gravedad de la enfermedad es proporcional al inóculo viral recibido”, es decir, la cantidad de partículas del virus que han producido el contagio. En las infecciones por SARS-CoV-2, dosis elevadas de inóculo viral pueden golpear las defensas inmunitarias, aumentando la gravedad de la enfermedad.

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“Si el inóculo viral es importante para determinar la gravedad de la infección por el SARS-CoV-2, una razón para usar máscaras faciales sería reducir la carga a la que se expone el portador y el consiguiente impacto clínico de la enfermedad”, exponen.

Para los autores, dado que las mascarillas pueden filtrar algunas gotitas que contienen virus, su uso podría reducir la dosis que inhala una persona expuesta: “Si esta teoría se reafirmara, la utilización en toda la población podría contribuir a aumentar la proporción de infecciones asintomáticas”.

Variolizados

La hipótesis de Gandhi y Rutherford se relaciona con el concepto de variolización, que fue el método utilizado —antes de que Edward Jenner inventara la vacuna— para inmunizar contra la viruela con material tomado de un paciente con la esperanza de que después se produjera una infección leve, pero ‘protectora’.

Si se confirmara, el uso mundial de mascarilla podría convertirse en una forma de variolización que generaría cierta inmunidad y frenaría la propagación del virus a la espera de una vacuna. Eso sí, Gandhi y Rutherford quieren dejar claro que, por el momento, se trata solo de una hipótesis.

“Necesitaríamos más estudios que comparasen la tasa de infección asintomática en zonas con y sin uso de mascarilla general, pero no podemos forzar esta investigación ya que sería poco ético. Solo podemos recoger observaciones que respaldan la teoría”, explican a SINC.

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*Foto de portada: 15625488 | Pixabay 

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