Lado B
El peligro de ensayar en sí mismos vacunas caseras contra COVID-19
Varios expertos solicitan que se regule la actividad de científicos independientes que se autoadministran productos desarrollados por ellos mismos como defensa contra el coronavirus. Argumentan que, además de conllevar riesgos, podrían erosionar la confianza en la ciencia y dar alas a los antivacunas
Por Agencia SINC @
20 de septiembre, 2020
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En la actual pandemia han surgido grupos independientes promovidos por científicos y ciudadanos, como Rapid Deployment Vaccine Collaborative (RaDVaC), que desarrollan y ensayan en sí mismos supuestas vacunas hechas de manera ‘casera’ —lo que en inglés se conoce como do it yourself (DIY) o hazlo tú mismo— contra la COVID-19. Todo ello, sin ninguna regulación ni control.

RaDVaC está liderado por Preston Estep, especializado en genoma humano, y por el famoso genetista de la Universidad de Harvard George Church, que son sus confundadores. El pasado mes de julio informaron de que se habían administrado un producto hecho por ellos que podría convertirse en una vacuna contra la COVID-19. Tal y como describen en su página, la ‘vacuna’ intranasal consiste en péptidos sintéticos que imitan a los del coronavirus y está diseñada para provocar únicamente una respuesta inmunitaria local.

La preocupación por los riesgos de este tipo de iniciativas ha llevado a varios científicos de instituciones estadounidenses a reclamar, en un artículo en la revista Science, un mayor control y una regulación estricta de la actividad de estos grupos por parte de la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE UU (FDA).

Según comenta a SINC Christi Guerrini, profesora del Centro de Ética Médica y Política de Salud en el Colegio de Medicina Baylor (Houston, EE UU) y primera firmante del documento, estas actividades, que pretenden colocarse bajo el paraguas de la ciencia ciudadana, son ahora mismo “un riesgo real”.

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Esto es así por varias razones, dice Guerrini. “Hay ejemplos desafortunados de personas que están dispuestas a probar remedios, no ensayados ni aprobados, en un esfuerzo por prevenir o tratar la COVID-19, que se perjudican a sí mismas y a otros en el proceso”.

“La gente puede resultar dañada mientras trata de fabricar o autoadministrarse una de estas vacunas ‘caseras’, también puede ocurrir que tengan una reacción alérgica o pongan en peligro a otros si creen falsamente que han desarrollado inmunidad frente a la infección y, por lo tanto, no adoptan las medidas preventivas adecuadas, como el uso de mascarillas”, subraya.

Los integrantes de RaDVaC dicen estar comprometidos con la ciencia ciudadana e invitan a la participación del público. “La vía de investigación elegida —que implica un desarrollo casero, un protocolo en evolución y planes poco claros para recoger y analizar los datos de los resultados— contrasta con las vías tradicionales de desarrollo de vacunas, en las que se requieren ensayos controlados aleatorios con criterios de valoración bien definidos, como respuestas inmunitarias demostradas y protocolos sobre la recogida y el uso de los datos”, dicen Guerrini y sus colegas.

La investigadora resalta que este tipo de acciones “plantean importantes cuestiones jurídicas y éticas que, si no se abordan, podrían, en última instancia, erosionar la confianza del público en el desarrollo y la seguridad de vacunas contra el coronavirus que sí se están desarrollando de acuerdo con los estándares establecidos”.

“Nos preocupa —continúa Guerrini— que la FDA no ejerza su autoridad reguladora con respecto a estas vacunas DIY. Creemos que, dado el escepticismo sobre las vacunas y la naturaleza politizada de la pandemia, la cuestión de la confianza pública en este tema merece especial atención”.

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*Foto de portada: Preston Estep, experto en genoma humano y cofundador de RaDVaC / Foto: Alex Hoekstra 

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