Lado B
Drogas: de engaños a neuronas y adicciones
Desde el alcohol hasta el LSD, la Doctora Herminia Pasantes nos explica cómo algunas drogas afectan a nuestro cerebro y cuáles son los retos de la adicción.
Por Dafne García @DafneBetsabe2
14 de septiembre, 2020
Comparte

El consumo de drogas –alcohol, nicotina, opiáceos, marihuana–, tiene efectos diversos en el cuerpo: la sensación de bienestar, la alteración del ánimo o la percepción espacio-temporal. Esto se debe a que generan reacciones en el cerebro que actúan en el circuito de recompensa y cuya función es, entre otras, proporcionarnos placer.

Imagina que un invitado entra a tu cuerpo, engaña a tus neuronas y les hace su trabajo más fácil en el proceso; pues así funcionan las drogas. Esto se debe a que sus estructuras moleculares se parecen a algunos de los neurotransmisores (sustancias químicas creadas por el cuerpo que transmiten señales mediante impulsos nerviosos) que producimos de manera natural, por lo que logran involucrarse en los procesos de comunicación entre neuronas.

Gracias a las neurociencias se ha descubierto, por ejemplo, que la psilocibina (sustancia responsable del efecto psicoactivo en algunos hongos comestibles) tiene una estructura molecular muy parecida a la serotonina (el neurotransmisor responsable de que podamos sentir felicidad).

De ahí que, al consumirse, la psilocibina se una al receptor de la serotonina por su similitud y conecte regiones del cerebro que normalmente no interactúan, causando alucinaciones vívidas (los colores se ven sobresaturados, se disuelven los límites entre distintos objetos, etcétera).

Así, durante la conferencia “Cerebro, drogas y adicción”, la Doctora en Ciencias, Herminia Pasantes, investigadora emérita de la UNAM y maestra en Neurociencias, explicó que las drogas han sido útiles para entender cómo funcionan algunas estructuras del cerebro, sin embargo, recalcó que, a pesar de este aporte, tienen efectos nocivos para nuestra salud cuando su consumo reiterado produce una adicción. 

Uno de los problemas para que las personas ejerzan un consumo consciente, menciona, es el hecho de que, hasta la fecha, no hay mucha información acerca de las adicciones. “Todavía se desconoce [desde la ciencia], desafortunadamente […] qué es lo que pasa con la adicción [en cuanto a por qué afecta más a ciertas personas, cómo detenerla], porque es muy complicado [de estudiar]”, explicó la maestra en Neurociencias, en entrevista para LADO B.

La clave de la comunicación entre las neuronas del cerebro

Foto: Robina Weermeijer | Unsplash

De acuerdo con Pasantes, investigadora y divulgadora de ciencia, para entender los efectos de las drogas en el cerebro primero es necesario comprender cómo funciona la comunicación interneuronal (que juega un papel importante en la percepción de las emociones). En ella participan una neurona emisora y una transmisora, en conjunto con los neurotransmisores.

Esta comunicación debe de estar bien regulada; sin embargo, el consumo de drogas altera este equilibrio, provocando cambios en el estado de ánimo, e incluso episodios psicóticos que “tienen que ver con un exceso de comunicación a través de las neuronas”, señaló la especialista.

Una neurona se comunica con otra gracias a que tienen una parte alargada en su estructura, llamada axón. En la terminación del axón hay unas conexiones (llamadas receptores en la neurona receptora y transportadores en la emisora), y cuando las neuronas se van a comunicar, entre ellas se genera un pequeño espacio diseñado para liberar los neurotransmisores en esa área.

Una vez que se ha conectado con el receptor, el neurotransmisor es una llave y el receptor la cerradura, encajan perfectamente y sólo así se transmite la información, explica la experta.

“Una vez que la comunicación se estableció, el neurotransmisor es removido del espacio entre células por el transportador –una molécula diferente–, [que podemos imaginar que es como un autobús]. Ahí se meten los neurotransmisores y el autobús se los lleva lejos del sitio de contacto, de regreso a la neurona emisora”, agrega Pasantes.

El camuflaje de las drogas

La Doctora Herminia Pasantes explicó que, desde el punto de vista molecular, las drogas se parecen a los neurotransmisores (sus fórmulas son muy parecidas o similares), entonces pueden funcionar como una “llave falsa”, engañando al receptor o al transportador

Con ese camuflaje, las drogas alteran las funciones normales y provocan diferentes efectos dependiendo la sustancia que se consuma.

Para hablar de los efectos de las drogas en el cerebro, hay tres tipos de neurotransmisores que juegan un papel fundamental en la comunicación entre neuronas. La dopamina, que tiene que ver con la percepción/regulación de las emociones, pues es la causante de las sensaciones placenteras y de relajación; la serotonina, también conocida como la “hormona de la felicidad”; y la norepinefrina, que estimula la producción de adrenalina en el cuerpo.

En el caso del peyote, la sustancia activa de esta droga es la mescalina, que tiene una similitud molecular con la norepinefrina, por eso, al ser consumida, suplanta al receptor de la neurona; mientras que el LSD tiene una parte de su fórmula molecular que se parece a la serotonina.

Foto: rawpixel.com | Freepik


Con la cocaína lo que sucede es que al consumirla se bloquea el transportador de las moléculas, sobreestimulando el sistema nervioso; ya que el neurotransmisor se queda atrapado más tiempo de lo normal en la zona de contacto, por esta razón, entre sus efectos está la euforia, la alerta mental, capacidad de concentración, y mayor facilidad para resolver problemas sin necesidad de comer o dormir.

Las anfetaminas tienen efectos similares a la cocaína, pero también ocasionan un aumento de la autoestima, gracias a que esta droga bloquea el transportador de los neurotransmisores y hace que salgan más de las vesículas donde están almacenados. Además, duran más tiempo fuera de la neurona, lo que provoca una acumulación de dopamina en el cuerpo, provocando la sensación de bienestar exacerbado.

Respecto a la marihuana, diversos estudios científicos han descubierto que el cuerpo humano genera una “marihuana natural”, por medio de dos moléculas llamadas endocannabinoides. Estas actúan, por ejemplo, cuando hay una lesión, para disminuir el dolor y para reducir la muerte celular. Estos no son en sí neurotransmisores, pero alteran la forma en que son liberados.

“Y aquí está de nuevo la similitud en la estructura molecular [entre el tetrahidrocannabinol (THC), componente activo de la marihuana y los endocannabinoides] en un pedacito de su estructura. Este pedazo es suficiente para suplantar a nuestros endocannabinoides”, por ello se genera la sensación de bienestar y equilibrio emocional, explica Herminia Pasantes.

El THC de la marihuana suplanta a nuestros endocanabinoides en el receptor, como si fuera una “llave falsa”, abren el receptor y entonces empiezan a actuar. “No mucho, poquito, por eso la marihuana tiene muchos efectos, pero no son muy violentos, como en las otras drogas, porque lo que hace es modificar la liberación de todos los neurotransmisores, pero no demasiado”, agrega la científica.

Mediante esta acción, el THC incide en los procesos de: razonamiento, actividad intelectual, toma de decisiones, memoria, estado de ánimo, motivación, estrés, control del apetito, sueño, ansiedad, depresión, dolor, movimiento y equilibrio.

El reto de las adicciones

Foto: jcomp | Freepik

Aunque el estudio de las drogas ha logrado que entendamos el funcionamiento de algunas estructuras del cerebro y sus potenciales efectos positivos para las personas, el problema viene cuando existe una adicción.

Hay tres etapas en el consumo de drogas. La Doctora, para ilustrar las cantidades de ingesta de estupefacientes, tomó como ejemplo el alcohol:

  1. Uso: se consumen dosis muy bajas (una cerveza o copa de vino al dia)
  2. Abuso: el consumo incrementa considerablemente (la persona bebe todos los fines de semana, “hasta caerse”).
  3. Adicción: quien consume la droga siente ya una necesidad de ingerirla, su cuerpo se ha adaptado a esta y se la exige (empieza a beber todo el día, desde las 11 de la mañana, por ejemplo). 

Lo que se sabe en cuanto a la generación de adicciones desde el campo de la neurociencia es que, “el cerebro tiene una propiedad de neuroplasticidad, lo que [hace que se] adapte a la droga”, es decir, esta cualidad provoca que cuando se está bajo el efecto de las drogas, se necesita más y más dosis para sentir los mismos efectos, comenta la Doctora. 

Cuando se consumen estupefacientes, el cerebro detecta que de fuera le están llegando sustancias que no sólo funcionan como neurotransmisores, sino que son mejores, por lo que, eventualmente, para ahorrar energía deja de producirlos.

Por ejemplo, explica la maestra en Neurociencias, la serotonina se forma a partir de aminoácidos obtenidos en la comida, que se transforman hasta que se obtiene el neurotransmisor, el cual se lleva hasta el axón de la neurona y ahí se queda encerrado en las vesículas hasta el momento de la comunicación interneuronal. 

“En general, nuestra felicidad viene del entorno y los neurotransmisores; [entonces] si se consume una droga [que provoca un efecto similar al de la serotonina] se siente más felicidad porque están los neurotransmisores, más la droga que se parece a ellos, y los deja más tiempo [activos]”, explica Pasantes.

Sin embargo, esta adaptación es peligrosa para las personas cuando se crea una dependencia; pues al dejar de producir neurotransmisores –cuando el cerebro se confía y se acostumbra al estímulo de las drogas–, en el momento en que se dejan de ingerir estupefacientes, hay una falta en la producción de neurotransmisores, por lo que se tiene la necesidad de consumirlos a como dé lugar.

El cerebro deja de trabajar a toda su potencia, es decir, deja de producir sus propios neurotransmisores en la misma cantidad que antes de ingerir drogas, porque ahora estas hacen su trabajo. Entonces, en el momento en que ya no llega la droga y empiezan a disminuir los neurotransmisores, ya no se obtienen las mismas sensaciones, y se siente la necesidad de consumir más para obtener los mismos efectos.

Hay sensación de angustia, tristeza y desesperación, lo que orilla a la persona a buscar más drogas para contrarrestar estos efectos, esto es lo que sucede cuando hay una adicción. “Por eso no es fácil controlarla y dominarla”; la persona que tiene una adicción empieza a cambiar no sólo el circuito de recompensa, sino varias partes del cerebro, señaló la experta.

El alcohol, la morfina y la marihuana, por ejemplo, activan indirectamente las neuronas que liberan dopamina en el núcleo accumbens. Esta estructura cerebral forma parte del circuito de recompensa, por lo que juega un papel importante en el proceso de generar una adicción. Aunque a diferencia del alcohol y la morfina –al igual que la cocaína, heroína y nicotina–, la marihuana tiene un bajo nivel de dependencia y daño al cerebro.

La cocaína, por otro lado, aunque influye en la concentración y el aumento del estado de alerta, tiene efectos negativos que pueden llevar a la degeneración de la materia blanca en el cerebro

De igual manera, se conoce que la adicción se presenta en un número limitado de personas –varía dependiendo de las diferentes drogas–, y se da a partir de los rasgos y características personales de cada individuo. Asimismo, a menor edad de inicio de consumo es más probable que se genere una adicción.

En el caso de la marihuana, por ejemplo, sólo uno de cada diez adultos se hace adicto; y en el caso de los adolescentes, tres o cuatro de cada diez consumidores caen en adicción. 

La maduración en la zona frontal donde se razona y se tiene el juicio se finaliza hasta los 21 años, y es en la corteza prefrontal (que forma parte de esa zona) donde se controla la percepción de riesgo, el control de impulsos y la toma de decisiones. Por ello, “los adolescentes no están midiendo el riesgo adecuadamente, porque su cerebro no es maduro”. El cerebro adolescente es más vulnerable, especialmente, al consumo de alcohol, tabaco, inhalables y marihuana.

Finalmente, en cuanto a la falta de información en torno a las adicciones, la investigación de los cambios en la plasticidad cerebral, en respuesta a las drogas, permitiría conocer cómo se pueden aprovechar los aspectos positivos de estas sin caer en una adicción.

Asimismo, cabe recalcarse que, ya hay estudios respecto a las adicciones donde se menciona que estas coinciden con algunos de los mecanismos que el cerebro utiliza para la memoria, por lo que estudiar estos mecanismos también ayudaría a mejorar la eficacia de las intervenciones terapéuticas.

No obstante, la Doctora Pasantes comenta que “todavía no se conoce qué es lo que pasa para que se genere una adicción, porque es muy complicado, [pues] cambian muchas vías en el cerebro cuando la persona está consumiendo drogas continuamente”, por lo que las futuras investigaciones tendrían que concentrarse en el origen de que estas.

*Foto de portada: Sharon McCutcheon | Pexels 

Comparte
Autor Lado B
Dafne García
Suscripcion