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Antigrita feminista: un sonoro llamado ante la impunidad
En la víspera de la fiesta nacional, las mujeres que ocupan las instalaciones de la Comisión Nacional de Derechos Humanos organizan una protesta con música y baile: la antigrita, como le llaman, es una respuesta a la falta de soluciones de las autoridades
Por Pie de Página @PdPagina
15 de septiembre, 2020
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Vania Pigeonutt

En los balcones de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) reconvertida en la Okupa Casa de refugio Ni una menos, madres gritan exigiendo justicia. A este acto de protesta le llaman la antigrita por los casos de feminicidio y desaparición forzada, sobre todo de mujeres.

Madres vinieron de Guerrero, del Estado de México, de Coahuila. “¡No estás sola!”, ¡Ni una más, ni una más, ni una asesinada más!”, apoyan las demás chicas, apostadas en bloque, organizadas, frente al edificio con una bandera morada feminista en la punta, desde el cual se aprecia la frase de Benito Juárez, en la entrada: “Entre los individuos y las naciones el respeto al derecho ajeno, es la paz”.

Los rostros de mujeres desaparecidas y asesinadas inundan el edificio. Del balcón de en medio cuelga una bandera de México: “México feminicida”.

Una mujer, ataviada de negro con morado, sale del balcón principal. Da la bienvenida a las demás y contundente dice: “No hay mujer en este país que no haya sufrido violencia… La patria no nos representa, es la matria, la que nos acompaña y nos abraza, una matria feminista”.

Todas las calles que rodean al inmueble de República de Cuba están cerradas por policías de la Secretaría de Seguridad Pública de la Ciudad de México. Desde las calles adyacentes al Zócalo, como Moneda, Del Carmen, República de Perú, de Chile están ocupadas por policías con equipos antimotines, hasta las que conectan con Eje Central.

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Hay mucho tráfico en el Centro. Para llegar a la protesta que podría considerarse antipatriótica, se da toda la vuelta esquivando bloques de más de 20 policías.

Antigrita feminista

Foto: María Ruiz | Pie de Página

En la Okupa está el bloque negro, chicas vestidas de negro abiertamente anarquistas a quienes arropan las mamás esta tarde. “Todas somos el bloque negro”, dice Yesenia Zamudio, mamá de María de Jesús Jaimes Zamudio, una chica asesinada a los 19 años en la alcaldía Gustavo A Madero.

Hay poquísimos hombres y los pocos -algunos camarógrafos de medios de comunicación- son abucheados en ocasiones.

“Este 15 no es de fiesta, es de lucha y de protesta”, “No estás sola, no estás sola”, “Ni una más ni una más, ni una asesinada más”, son las consignas más sonadas durante todo el acto político.

La chica que da la bienvenida dice que la antigrita es una respuesta a la falta de soluciones de las instituciones. Las víctimas de violencia en México no tienen acceso a la justicia. Por eso vinieron las madres y familiares que buscan a sus seres amados hasta en la tierra. Durante varios bloques del acto de protesta hay música y baile.

Están las madres y familiares de víctimas y colectivas feministas que el 4 de septiembre okuparon las instalaciones de la Comisión, en exigencia de que emita una recomendación para que las autoridades reconozcan e implementen medidas contra la violencia hacia las mujeres.

A ellas se han sumado mujeres de Chilapa y de la Montaña de Guerrero; de Ciudad Madero, de Ecatepec, de la capital. Todas con historias de impunidad, porque este 15 de septiembre, “no hay nada que festejar”.

* * *

Foto: María Ruiz | Pie de Página

Una colectiva de Texcoco lamenta la violencia policiaca que vivieron el 11 de septiembre pasado sus compañeras en Ecatepec, Estado de México, en la toma de la Comisión de Derechos Humanos de ese municipio, uno de los que cuenta con la tasa más elevada en casos de feminicidio en el país. En Texcoco, dicen, hay 13 casos de feminicidio que no fueron registrados como tal, y no tiene alerta de violencia de género.

Luego, se presenta una defensora que porta una playera morada:

“Somos del rincón de la Montaña de Guerrero, donde no llega la justicia. Donde hay familiares de desaparecidos y asesinados, donde son abandonados a su suerte. Soy del Centro Regional de Defensa de Derechos Humanos, me acaban de asignar la dirección general, me llamo Teodomira Rosales, acompaño a víctimas de desaparecidos, así como desplazadas, desplazados. No necesito ser víctima para sentir su dolor, el dolor de ellas es nuestro, su dolor es nuestro”.

Habla por mujeres desplazadas, viudas por la violencia de zonas en la sierra de Guerrero. Les pide que también vayan a ese estado, que acompañen la lucha por el acceso a la justicia de estas mujeres. Cuenta su historia personal de violencia y dice que después de superar ese episodio estudió Derecho y se hizo defensora de derechos humanos. Desde allí ayuda a otras mujeres.

Después hablan madres de Chilapa que han buscado a sus hijos en fosas clandestinas.

“Ya sabemos que en nuestro estado de Guerrero impera la impunidad, la desaparición sin duda. Es una muestra, sus hijos no alcanzan a recibir educación. Cuando hay una desaparición en la familia, quedan desarticuladas. Esa es la impotencia que sentimos. Siento el dolor de cada una de las que llega a pedir ayuda, cuando a nosotros también nos ponen trabas. Las víctimas con las víctimas no pueden, buscan a alguien que los ayude”, narra Teo ante mujeres que le gritan: “¡No estás sola”!

Foto: María Ruiz | Pie de Página

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*Foto de portada: María Ruiz | Pie de Página

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Autor Lado B
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