Lado B
Nueva normalidad y polarización, mezcla tóxica
Por Roberto Alonso @rialonso
02 de junio, 2020
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El inicio de lo que se ha llamado la nueva normalidad ante la conclusión de la Jornada Nacional de Sana Distancia que duró 70 días, ha coincidido con una nueva muestra de la polarización que vive el país, más similar a la reciclada narrativa de asociar a Andrés Manuel López Obrador con la idea de ser un peligro para México, que a la oposición que enfrenta su gobierno entre partidos políticos y líderes de opinión por su manejo de las crisis sanitaria y económica.

A primera vista, la movilización vehicular que exigió, en unas 40 ciudades, la renuncia del presidente no guarda relación con la crítica de los últimos días por el arranque gradual del desconfinamiento a unos días de que la población contagiada de COVID-19 rebase las 100 mil personas y en la víspera de que la cifra oficial de fallecimientos superara los 10 mil. Más bien responde a una convocatoria que ha querido aprovechar la coyuntura de la pandemia para resucitar una guerra sucia con una finalidad explícita: que el tabasqueño deje el cargo antes del próximo 1 de diciembre.

Menudo desafío hacia el presidente de México más votado de la historia con poco más de 30 millones de voluntades apenas a un año y medio del arranque de su sexenio. Aún con una seria caída de ocho puntos porcentuales en su aprobación, la tercera de esa magnitud que registra de un mes a otro, López Obrador mantiene el respaldo de seis de cada 10 mexicanas y mexicanos.

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¿Pero quiénes están detrás de esta protesta? Bajo la figura del Frente Nacional Anti-AMLO (Frena) participan en esta agrupación personajes como Gilberto Lozano, fundador del Congreso Nacional Ciudadano, y el presentador Pedro Ferriz de Con, quien tras una reunión virtual que sostuvo con un grupo de empresarios en abril pasado, reconoció que simpatiza con la idea de un golpe de Estado. El liderazgo de Frena recae en el empresario Pedro Luis Martín Bringas, hasta hace unos días integrante del consejo de administración de Soriana, del que fue desvinculado luego de asumir la conducción del frente a través de un video difundido a principios de mayo.

Mientras en Estados Unidos miles de personas han salido con furia a las calles por la indignación con el asesinato de George Floyd, afroestadounidense de 46 años víctima de la brutalidad de un oficial de la policía que le arrebató la respiración presionando su cuello con la rodilla durante más de ocho minutos, en México los asistentes a la manifestación anti AMLO acusaban al mandatario de comunista y dictador, con expresiones lo mismo fundadas en datos duros que de carácter xenófobo, como una que lo responsabiliza de orquestar caravanas para que el país fuera invadido por migrantes.

Gilberto Lozano / Foto: @OficialFrenaaa | Twitter

Por sí sola, esta movilización inquieta pues en medio de la pérdida de empleos y las estimaciones en torno al aumento de la pobreza podría aglutinar un descontento en crecimiento. De acuerdo con la última encuesta nacional de El Financiero , 57% de la población califica negativamente la manera en que la administración federal está tratando la economía, cifra que contrasta con el 48% de la población que califica positivamente el manejo de la salud. No obstante, es un 85% el que opina que la epidemia de COVID-19 ha perjudicado mucho la economía del país.

En función de estas preocupaciones, la campaña del Frena que, según ha dicho, seguirá saliendo a las calles hasta que el presidente renuncie, podría ser útil para desprestigiar con intrigas, distorsiones y falsos rumores al proyecto encabezado por López Obrador. Y aunque está claro que el éxito o el fracaso de esta estrategia dependerá de la capacidad del gobierno de superar las crisis en curso y generar bienestar sostenible, basta voltear a América Latina para constatar que técnicas como estas han sido esgrimidas en países con una clara agenda social con la intención de debilitarlos y propiciar un clima de ingobernabilidad.

Sin embargo, ante una nueva normalidad que no se construirá sino colectiva y solidariamente, desde una firme noción de interdependencia en la que la acción personal repercute en el entramado social, la polarización y la crispación no sólo enrarecen el diálogo, sino que lo intoxican y lo imposibilitan, poniendo en riesgo las medidas diseñadas para enfrentar el avance de la pandemia.

Tiene razón el presidente al señalar que el malestar puede encontrar salida en la revocación de mandato de 2022, en realidad el próximo año, en 2021, podrá hallar en las elecciones intermedias una primera oportunidad para influir en el tablero político. Donde se equivoca es a la hora de soslayar que, como afirma el más reciente informe de la organización Artículo 19, las narrativas de su régimen “han derivado en diversas formas de control de la información, en la profundización de la polarización y, finalmente, en nuevas formas de censura.”

La democracia se alimenta de la crítica y de las voces disidentes, las cuales son de enorme valor en la esfera pública –la tradicional y la digital– cuando permiten el diálogo y contribuyen a la construcción de horizontes compartidos. En esto consiste la nueva normalidad, cuya materialización puede descarrilarse si la polarización continúa y se acentúa.

*Foto de portada: Piqsels

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Autor Lado B
Roberto Alonso
Coordinador de la Licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Iberoamericana Puebla y del Observatorio de Participación Social y Calidad Democrática.
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