Lado B
Hail Satan?: una nueva era para la exaltación del mal
Por Héctor Jesús Cristino Lucas @
04 de junio, 2020
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La imagen de Belcebú, “el rey de las tinieblas”, siempre ha estado presente en el séptimo arte de alguna u otra forma. Ya en Häxan, por ejemplo, el primer falso documental de la historia a cargo de nada menos que el danés Benjamin Christensen nos lo presentaba en 1922 a través de cierta sátira o crítica irónica, como la imagen de la calamidad y la corrupción del hombre. 

https://www.youtube.com/watch?v=qYTv7mIBfdY

Venido ya como un símbolo de horror y tragedia desde tiempos ancestrales… podría jurar que definitivamente fue pulido y adornado por la industria del cine. Ya que el verdadero boom; lo que le dio la fama popular en cuanto a producciones que lo hacían ver como “un villano” aterrador semejante a Freddy Krueger, por ejemplo, no vendría sino hasta mediados de los años 60s y gran parte de toda la década de los 70s, cuando el mundo estaba prácticamente “de cabeza”. O al menos, “el mundo estadounidense”.

A la par de los escabrosos crímenes perpetrados por la ya terrible Familia Manson, y sin contar que la Guerra de Vietnam estaba en su máximo apogeo, un hombre llamado Anton Szandor Lavey, también conocido por muchos como el infame Papa negro, decidió fundar nada menos que un templo al dios de la calamidad en 1965, pero trayendo consigo una enorme polémica tanto mediática como cultural que repercutió de distintas formas.  

Por un lado, abrió la eterna cantaleta de la tolerancia siempre exigida a una nación como Estados Unidos sobre libertad de creencia. Y la ya cansina petición de querer separar al Estado de los credos de una vez y para siempre. Pero por el otro, al pánico y al repudio de una sociedad católica y conservadora que desataron incluso el fenómeno del satanic panic.  

Nada menos que a toda esa guerra sucia nacida en el amarillismo de los medios de comunicación por venderte al satanismo como una suerte de secta homicida que no hacía más que sacrificios humanos o pactos con el Diablo. Y todo esto, probablemente, popularizado por la industria cinematográfica. 

Porque mientras las noticias hacían eco de la peligrosidad del satanismo como un “mal” que corrompería nuestras inocentes almas, el mega monstruoso imperio de Hollywood, por su parte, le sacó bastante provecho fabricando tras bambalinas un sinfín de clásicos que moldearon “al satanista”, como un personaje más dentro del cine de terror. 

Por un lado, Roman Polanski estrenó en 1968 la escabrosa Rosemary’s Babys como una adaptación del libro de Ira Levin. Un perturbador thriller sobrenatural que nos narraba la historia de una mujer embarazada que daría a luz al hijo del mismísimo Lucifer… pero con ayuda, por supuesto, de una secta de locos satanistas. 

Eso sin contar las extrañas “coincidencias” y leyendas urbanas que la llevaron a convertirse, además de un clásico irrepetible en toda regla, en una auténtica “película maldita”. Desde el trágico e inesperado asesinato de Sharon Tate a manos de la terrible Familia Manson, hasta aquellos rumores que decían que el mismísimo Anton Szandor Lavey había sido contratado por Polanski para ser el supervisor oficial de esta cinta.

Still de Hail Satan? (2019) | Foto: Magnolia Pictures & Magnet Releasing | YouTube

¿O es que no recuerdan la escena donde Mia Farrow se encuentra rodeada de extraños sujetos desnudos mientras unos enormes ojos aparecen en primer plano observándola directamente? ¡Pues adivina de quiénes son esos ojos!  |

Y como si de un extraño parteaguas se tratara, tras el increíble éxito que trajo Rosemary’s Babys en el 68, las producciones norteamericanas vieron tanto potencial al personaje que inmediatamente nos inundaron un sinfín de películas de terror de este tipo.

Desde la épica The Exorcist (1973) de William Friedkin y su perturbadora Regan McNeil -interpretada por nada menos que Linda Blair- como adaptación de la novela homónima presuntamente basada en hechos reales de William Peter Blatty, hasta la ya controvertida The Omen (1976) de Richard Donner que no hizo más que darle forma y rostro a la figura del anticristo con Damien Thorn.

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Pero ojo, que esto no se limita solamente a Estados Unidos. En los años 70s México también se vio influenciado por este cine y no tardó en traernos producciones bastante similares. 

Ya sea con el blasfemo pero erótico thriller de Gilberto Martínez Solares,  Satánico Pandemonium  (1975), hasta la exquisita pero francamente obscura Alucarda (1977) de Juan López Moctezuma. Películas que si bien, no fueron las primeras ni mucho menos las últimas en incluir al demonio, sí que destacaron bastante en la cultura pop de los años 70s hasta volverse poderosos referentes hoy en día.  

Ahora nadie puede hablar del demonio o el anticristo si no están presentes ninguna de estas películas. Lo que nos lleva a creer que durante el transcurso de estas dos décadas -entre los polémicos 60s y los aún más violentos 70s- se vivió una suerte de “avivamiento con tendencia hacia lo diabólico”. 

Una “era satánica”, tanto de acontecimientos históricos como otros tantos cinematográficos, que constantemente hacían alusión a la figura de Belcebú. O en otras palabras: a la maldad misma. Pero que ahora, damas y caballeros… parece que ha vuelto con muchísima más fuerza. 

¿O es que acaso no han notado que últimamente en materia de entretenimiento ha habido una gran cantidad de producciones enfocadas, digámoslo así, a la figura “del mal”? Nada menos que películas o series, generalmente fantásticas o de horror, cuya finalidad siempre resulta ser la exaltación o hasta la parodia, qué sé yo, de esta clásica y ya folclórica imagen del ser con cuernos y cola.

Y sé que suena estúpido en primera instancia. Es decir, el Diablo como un personaje de “ficción”, en nuestra occidentalizada cultura popular, siempre ha estado con nosotros desde tiempos ya antiquísimos, pero créanme cuando les digo que solo basta con voltear a la programaciones diarias para darse cuenta de que justo ahora estamos inmersos, quizás, en otra “era satánica” similar a la de aquellas décadas. Pero con mucho mayor realce.   

En el cine tenemos películas como American Satan (2017) de Ash Avildsen que a través del uso de varios géneros, como el musical por ejemplo, intentaba contarnos las clásicas historias de pactos con el Diablo dentro de la industria de la música. Ya saben: bandas asociadas al mundo de lo obscuro; vende tu alma al demonio; sé un rockstar empedernido; ¡muere joven! 

O por ejemplo, la grandiosa The Witch (2016) de Robert Eggers, que pretendía trasladarnos al medievo europeo y contarnos todos estos cuentos folks sobre brujería y aquelarres de una forma tan “particularmente deliciosa y contestataria”, que definitivamente no solo se volvió popular entre los adeptos al cine de terror; también para los entendidos con la iglesia satánica, porque hasta fue apoyada por la mismísima Iglesia de Satán de Detroit en aquel entonces.  

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Y en cuanto a series de televisión la cosa se pone muchísimo más obvia, ¿no lo creen? Con la versión romántica-teen de Lucifer que nos presentó la Warner basado en los cómics de Neil Gaiman y Sam Keith; hasta las oscuras aventuras de la moderna Sabrina en el mundo oculto que produjo Netflix donde el satanismo es prácticamente el tema central de la historia.  

¿Y qué me dicen del diabólico, pero francamente divertido Mr. Pickles del canal televisivo Adult Swim repleta de simbolismos satánicos con un perro poseído destazando a gente y haciendo un sinfín de aberraciones?

El satanismo está de moda. Eso es obvio. El satanismo vende. Eso es cierto. Y la pregunta de hecho no es desde cuándo sino por qué. O mejor aún: ¿Por qué ahora mismo? 

Si fuera un católico apostólico romano o un conspiranoico de lo más extraño, entonces diría que es una suerte de adoctrinamiento de estas sectas que dominan al mundo para ir aceptando cada vez más al príncipe de las tinieblas sobre la propia imagen de Cristo. Pero si fuera un simple satánico, la respuesta quizá sería mucho más sencilla: es una forma de protesta a la libertad de creer.

O eso, queridos padawans, es lo que parece contestarnos el documental Hail Satan? (2019), de la cineasta independiente Penny Lane. Nada menos que un archivo fílmico mega interesante y hasta divertido que permite acercarte, sin ninguna suerte de tapujo, a lo que en realidad significa el satanismo moderno. Partiendo, por supuesto, de quienes representan oficialmente estas creencias en Estados Unidos, de donde vino todo este boom: la organización religiosa no teísta con sede en Salem Massachusetts, The Satanic Temple.  

Fundada en el 2013 por Lucien Greaves y Malcolm Jerry, adquirieron fama mundial cuando hicieran público, solo un año después, el proyecto de levantar una enorme estatua de bronce de Baphomet frente al Capitolio de la ciudad de Oklahoma con el único fin de contrastar al monumento de Los Diez Mandamientos como una suerte de protesta al Estado sobre la igualdad religiosa.

Hail Satan? nos habla justo de esta protesta. Del día en que los enormes esfuerzos de campaña -repletas de súplicas, boicots y un sinfín de controversias- lograran que una simple estatua de bronce cuestionara la dichosa libertad que tanto ondea Estados Unidos con su bandera. Centrándose, por supuesto, en el fallo por parte de La Corte Suprema de Oklahoma a favor de su causa. 

Un documental que maneja este suceso como todo un éxito a niveles sociales y culturales. No solo para El Templo Satánico en sí, debido a que su lucha rindió frutos; también para el activismo moderno, ya que al instaurar un Baphomet como la representación de una religión en desacuerdo con la otra, también se logró promulgar el derecho a la libertad de creencia y la tolerancia dentro de una nación que siempre se ha autoproclamado arbitrariamente católica. Ya saben: In god we trust.

Still de Hail Satan? (2019) | Foto: Magnolia Pictures & Magnet Releasing | YouTube

Por lo que, a través de este tipo de movimientos, podemos responder a la dichosa pregunta de por qué el satanismo ha adquirido una fuerte relevancia hoy en día en prácticamente todos los medios de entretenimiento. El rápido ascenso del Templo Satánico por todo Estados Unidos no ha sido más que una inesperada pero interesante forma de protesta a las figuras de autoridad y a la libertad de expresión con el fin de destruir viejos dogmas.

El documental de Penny Lane nos lo recuerda a través de esta polémica lucha sobre una estatua que dejó de ser estatua para convertirse en la materialización exacta de una enorme falta de tolerancia vivida dentro de una nación como Estados Unidos. A través de variopintos y hasta divertidos testimonios a viva voz de los propios integrantes, pero lejos de todo ese satanic panic con el que siempre se les ha representado. 

Mientras, explica y expone el satanismo moderno a través de formas mucho más entretenidas todavía. Ya sea con un maldito humor negro que te parte de la risa al contrastar la figura del “satánico del cine” con el de la vida real, o desechando los clichés básicos y fantasiosos con los que siempre se les ha asociado: como los sacrificios de bebés, o las misas negras o aquelarres. 

Lejos venderte la imagen de satanás como una deidad a la que debes venerar, esta organización en cambio, la utiliza como una suerte de estandarte anticlerical con fines políticos y no tanto teístas.  

Además de los datos duros que nos remontan a los años mozos del propio Anton Lavey, y a la evolución del satanismo hasta nuestra época actual, Hail Satan? le da voz y voto a los fundadores del Templo Satánico con justo y especial derecho. Principalmente a Lucien Greaves -quien fuera el activista detrás del movimiento de la estatua de Baphomet- debido a que siempre se ha enfrentado a la constante censura y a la marginación mediática.  

Hasta tenemos las propias declaraciones de la bellísima Jex Blackmore. ¿Recuerdan? La líder y principal fundadora del Templo Satánico de Detroit y quien fuera realmente la que apoyó la distribución de la película The Witch de Robert Eggers en 2016. 

Es todo un popurrí de información y sentido del humor de las verdaderas consecuencias sociales que conlleva el hecho de separar el Estado de la iglesia. Lejos de las películas de terror y los pactos con el rey de las tinieblas, no es más que un interesante registro de otra religión que parece insinuarte -muy a su manera- que ha sido injustamente marginada sin fundamentos lógicos. O lo que es peor: sin fundamentos legales.

Hail Satan? no pretende convertirte al satanismo ni mucho menos… solo volverte un poco más tolerante. Y contesta de forma aún mucho más certera por qué el satanismo quizá -SOLO QUIZÁ- comienza a tener una fuerte relevancia hoy en día a través de distintos medios o productos de entretenimiento. Sea como exaltación o como parodia, aceptémoslo, desde ese boom desmedido entre los años 60 y 70s, se ha vuelto ya una voz importante en el mundo actual.  

¡Y henos aquí! El mundo otra vez está de cabeza. Y con ello, una nueva era para la exaltación del mal.

Sinopsis:

“¿Qué tipo de expresión religiosa debería estar permitida en una nación secular? Aunque nació hace apenas seis años, el denominado «Culto al Templo Satánico» ha crecido desde lo más hondo de la sociedad para convertirse en uno de los movimientos religiosos más controvertidos de la historia norteamericana reciente. Este documental centra su mirada en el crecimiento de dicho movimiento.”

 

*Foto de portada: Still de Hail Satan? (2019) | Foto: Magnolia Pictures & Magnet Releasing | YouTube

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Autor Lado B
Héctor Jesús Cristino Lucas
Héctor Jesús Cristino Lucas resulta un individuo poco sofisticado que atreve a llamarse “escritor” de cuentos torcidos y poemas absurdos. Amante de la literatura fantástica y de horror, cuyos maestros imprescindibles siempre han sido para él: Stephen King, Allan Poe, Clive Barker y Lovecraft. Desequilibrado en sus haberes existenciales quien no puede dejar (tras constantes rehabilitaciones) el amor casi parafílico que le tiene al séptimo arte. Alabando principalmente el rocambolesco género del terror en toda su enferma diversidad: gore, zombies, caníbales, vampiros, snuff, slashers y todo lo que falte. A su corta edad ha ido acumulando logros insignificantes como: Primer lugar en el noveno concurso de expresión literaria El joven y la mar, auspiciado por la Secretaría De Marina en el 2009, con su cuento: “Ojos ahogados, las estrellas brillan sobre el mar”. Y autor de los libros: Antología de un loco, tomo I y II publicados el 1° de Julio del 2011 en Acapulco Guerrero. Aún en venta en dicho Estado. Todas sus insanias pueden ser vistas en su sitio web oficial. http://www.lecturaoscura.jimdo.com
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