Lado B
Gaudencio y su cuento sobre Kiwikgolo, protector totonaco del monte
Para Gaudencio, Kiwikgolo lo acompaña cada vez que camina por el monte; el respeto que le tiene lo llevó a escribir un cuento con el que ganó el concurso “Gusanos de la Memoria”
Por Julio Sandoval @jota_sand
04 de junio, 2020
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A Gaudencio le gusta escribir de noche; el silencio de su hogar, con los repentinos ruidos de afuera amplifican su imaginación. Piensa que esos sonidos los hace Kiwikgolo, el dios del monte, mientras está paseando por los estrechos caminos de Tuxtla, en el municipio de Zapotitlán de Méndez en la Sierra Norte de Puebla.  

Al escuchar esos sonidos nocturnos le vienen a la memoria los relatos que desde hace años le han contado sus familiares o vecinos acerca de ese dios totonaco, cuyo nombre -Kiwikgolo- significa “árbol viejo”.

En una noche como esas, Guadencio comenzó a escribir Pulkincio y Kiwikgolo, el cuento con el que hace unas semanas ganó el concurso de cuento y poesía en lengua originaria “Gusanos de la Memoria”, organizado por un colectivo guerrerense con el mismo nombre que busca retomar la tradición oral de las comunidades originarias.

Gaudencio Lucas Juárez tiene 17 años y estudia el segundo año de bachiller. Le gusta escuchar rock, leer y escribir poesía. También está en la rondalla de su escuela; ahí toca el bajo, pero además sabe tocar la guitarra y tiene el deseo de aprender a tocar el teclado y la batería. Su banda favorita son los Ramones.

Pulkincio y Kiwikgolo es el primer cuento que escribe. Su hermana Cruz Alejandra, quien también es poeta, lo animó para hacerlo, le contó sobre el concurso y a él le pareció una buena idea escribir acerca de su tierra y las creencias que se tienen en ella.

En el cuento, dice Gaudencio a LADO B, varias leyendas y escenarios de su pueblo, así como experiencias familiares están presentes. 

Por ejemplo, relata que en Zapotitlán se tiene la creencia de que, si vas a trabajar a lugares alejados del monte, por la zona rocosa, cerca del río, y no pides permiso a Kiwikgolo para estar ahí, te atrapa y te hace su sirviente; hace que te salga pelo en todo el cuerpo y que te salga un rabo de perro. Esto, se cuenta en su comunidad, le pasó a uno de sus tíos. 

El gusto por el tabaco, otra característica de Kiwikgolo mencionada en el cuento, viene de una historia que le contó el padre de su cuñado. El señor trabajaba de noche en zonas que casi nadie visita, y en una ocasión, mientras fumaba un puro, llegó un hombre alto haciendo lo mismo y conversaron un rato. Al final, decidieron intercambiar sus puros amistosamente, y unos minutos después se dio cuenta de que el hombre con quien había platicado le había dado sólo hojas secas. El familiar de Gaudencio asegura que ese hombre era Kiwikgolo.

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A Gaudencio le gusta recorrer el monte con sus amigos, caminar entre los sembradíos de maíz o chile, bajar al río, ir al campanario de piedra —que también aparece en su cuento— y descansar debajo de la sombra oscura de los árboles. Aunque muchas personas temen a Kiwikgolo, para él es más un protector, que lo acompaña en sus visitas al monte y a quien le tiene mucho respeto.

Pulkincio, el otro protagonista de la obra, es un hombre trabajador, viudo, que se enfrenta a Kiwikgolo para cambiar el destino fatal de su hija que se predijo en una pesadilla. Gaudencio dice que uno de sus tíos tenía ese singular nombre, y por eso decidió llamar así a su personaje.

Foto: Facebook

Su escrito, explica, tiene la intención de hacer resurgir la esencia de las costumbres y tradiciones que se tienen en su pueblo, inmersa, por ejemplo, en los relatos que aluden la figura del dios del monte; donde se manifiesta la relación entre las personas y la tierra que habitan, y que, desde la perspectiva de Guadencio, se ha ido opacando con el tiempo, sobre todo al imponer a las personas indígenas el sueño de una vida más urbana o más globalizada.

Con las palabras, también busca mostrar a otras personas “lo bonito que suena el totonaco”, ya que está escrito en esta lengua originaria.

Gaudencio piensa en continuar difundiendo esta tradición oral a través de sus cuentos y poemas, pues dice que aunque hay muchas cosas que tienen que avanzar a la par que en el resto del país—como el incluir nuevas formas y tecnologías para trabajar en el campo—, estas narrativas fantásticas, igual que las lenguas originarias, no tienen que olvidarse. 

La ganadora oaxaqueña en la categoría de poesía: Sótera Soledad Cruz

El premio “Gusanos de la memoria” en la categoría de poesía, lo ganó Sótera Soledad Cruz Rodríguez, una joven zapoteca de 15 años con su poema “Lo enterré”, que retrata el nostálgico camino que sigue un amor ausente.  

Sótera es originaria de Juchitán de Zaragoza, Oaxaca. Es actriz y ha tenido un gran acercamiento a la poesía desde niña, etapa en la que conoció a varios poetas de su tierra natal. Su actuación en la película “El ombligo de Guié’dani”, del director Xavi Sala —estrenada en 2019—, fue reconocida con una mención especial en la categoría Mejor Actriz por el Festival Internacional de Cine de Morelia y con una nominación por la organización Periodistas Cinematográficos de México (Pecime) al premio Diosas de Plata 2020.

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En el siguiente PDF te compartimos las obras ganadoras del concurso de creación literaria en lenguas originarias “Gusanos de la Memoria” 2020.

Obras ganadoras del concurso de creación literaria en lenguas originarias «Gusanos de la Memoria» 2020 by Lado B on Scribd

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Autor Lado B
Julio Sandoval

PERIODISMO DE LO POSIBLE

CANIJO CONEJO

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