Lado B
18/06/2020 Silencios que duelen, complicidades que matan
Por Lado B @ladobemx
18 de junio, 2020
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Ahora que estamos juntas…

Les quiero hablar de números:

 

 

1 año y 5 meses es el tiempo que le tomó a la Fiscalía sacar 35 juegos de fotocopias para reportar ante Interpol y las fiscalías del resto del país, al ex novio de Araceli Vázquez Barranco, único sospechoso de su feminicidio ocurrido en noviembre del 2015, aún prófugo.

5 son los días que pasaron después de que el ex novio de Paulina Camargo confesó haberla asesinado y depositado su cuerpo en un contenedor de basura, cuando la Fiscalía interrogó al chofer del camión que habría llevado lo que había en ese contenedor al relleno sanitario, donde diario depositan al menos mil 500 toneladas de basura. El cuerpo de Paulina, que estaba embarazada, no ha sido encontrado desde el 26 de agosto del 2015.
30 son los años que tenía Yuliana Galicia y 30 también las heridas en su cuerpo que le causaron la muerte “por atropellamiento”, a 3 meses de haberse separado de su violento esposo, que 1 año y 5 meses después acudió a un citatorio en Casa de Justicia para rendir declaración, llevó dos testigos y los 3 dijeron que no sabían nada del crimen. La Fiscalía lo dio por bueno, ¿investigar, para qué?. Homicidio culposo. Tan tán.
47 son los meses que han pasado desde que María Georgina  Panohaya fue asesinada a golpes por su ex novio Mauricio el 23 de junio del 2016, contra quien ni siquiera hay orden de aprehensión.

70 fueron las puñaladas que José Rodrigo Vázquez le dio a Minerva Calderón para matarla, incluso hay videos del día del feminicidio donde se le ve salir de casa de ella con un cuchillo ensangrentado. Nunca lo aprehendieron. Sigue prófugo desde el 21 marzo del 2017 cuando la mató.

7 son los meses que han pasado desde el feminicidio de Dalia Salmorán, los mismos desde que su familia pidió tener acceso a la carpeta de investigación, un derecho que la Fiscalía le ha negado. El principal sospechoso es su ex pareja, contra quien ya hay una orden de aprehensión pero está prófugo.

18 son los días que han pasado desde que el asesino de María de los Ángeles Reyes le habló por teléfono a su familia para indicarles el lugar donde había abandonado su cuerpo. Aún no hay orden de aprehensión.

Ilustración: Gogo Ortiz

 

25 son las palabras que dijo hoy el gobernador Miguel Barbosa para referirse a los feminicidios en Puebla (“Quiero decirles que no hay impunidad en Puebla, cada hecho de feminicidio tiene a un feminicida o en la cárcel o perseguido. No hay impunidad”). Mentira sobre mentira.  Palabras de político, de esas que no valen nada, pura saliva escupida además en la cara del presidente López Obrador y (ay) de la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero. 

 

 

Silencios que duelen, complicidades que matan.

 

Quería decir que demos vuelta a la página para cambiar el tema, pero no podemos dar vuelta a esa página. Hablemos de otras cosas también, pero no dejemos de hablar de ellas, de todas las que nos faltan.

 

 

Y bueno. Ayer estuve en un tallercito (virtual porque pandemia) que dio Vivian Abenshushan. Fue muy interesante porque ella plantea la posibilidad de una escritura colectiva, una escritura de la presencia y de la escucha, alejada de esta idea de EL escritor y las convenciones que le sostienen.

En algún momento, para poner en práctica esto de la colectividad, hicimos unos textitos sobre el tiempo, los minutos o los segundos (mal) invertidos en algo. Yo escribí: 12 minutos para escribir un mensaje que nunca pude enviar. Y así todas (me daré la licencia de hablar en femenino, pues si acaso había dos varones entre cuarentayalgo de personas) escribimos en una hoja de papel y pusimos los mensajes en las cámaras para compartirnos las (breves) historias.

Casi al final  -y a todo esto viene mi comentario, les juro que llegaré a un punto-, teníamos que describir en una palabra cómo se sentía nuestro cuerpo, pero además escribirla en una parte de nuestro cuerpo y mostrarla a la cámara.

No pude hacerlo. No supe detectar o identificar así de inmediato cómo estaba mi cuerpo. Y justo en esos momentos una querida amiga nos confesaba, en ese chat de amigas que todas tenemos, que su cuerpo tenía problemas de salud y cómo eso la enfrentaba a sus issues sobre el cuerpo. La cuerpa.

Ese es mi punto: conectemos con nuestras cuerpas. Vamos reconciliándonos, queridas, con los traumas de las narices grandes, los brazos de murciélago, las panzas estríosas y las caderas grandes.

Les prometo que buscaré abordar eso en LADO B pronto. Porque también son temas de los que hay que hablar.

 

 

Antes de irme les tengo tres recomendaciones fabulosas:

Tsunami, una antología de textos de mujeres, donde se incluye uno de Vivian Abenshushan y uno hermoso sobre maternidad de Daniela Rea.

 

 

Síganle la pista a Kaja Negra, es un medio, que también es editorial y espacio de difusión y discusión de temas periodísticos, pero también literarios con perspectiva de género. Hoy en la noche tienen una charla con la escritora Alejandra Eme Vázquez.

 

 

Y, por supuesto chéquense el trabajo de Sofía Weidner.

 

 

Abrazos sororos,
M.

 

 

 

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