Lado B
Organización y resistencia de mujeres en la mixteca poblana
Siemprevivas en disenso es una colectiva que busca dar acompañamiento a las mujeres de Santa Clara Huitziltepec para que vivan libres de violencia
Por Lado B @ladobemx
12 de abril, 2020
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Foto: Lluvia Soto | Siemprevivas en disenso

Dafne García

@dafnebetsabe2

«[…] Y eso que se necesita es que nunca más ninguna mujer, del mundo que sea, del color que sea, del tamaño que sea, de la edad que sea, de la lengua que sea, de la cultura que sea, tenga miedo».

Palabras de mujeres zapatistas en la clausura del Primer Encuentro Internacional, 2018.

En el pueblo de Santa Clara Huitziltepec, un grupo de chicas lleva cinco años trabajando con las mujeres de la comunidad con el objetivo de darles acompañamiento y hablarles sobre la violencia de género. Este es el segundo año que llevan a cabo –en conmemoración del Día internacional de la mujer– el evento de la ofrenda/encuentro/velada, que se ha convertido en punto de reflexión y reunión de mujeres del pueblo y de otras comunidades de la mixteca.

Es 8 de marzo, y en diversas ciudades de todo el país miles de mujeres saldrán a protestar y exigir que se pare la violencia contra las mujeres, que por ejemplo en Puebla ha aumentado pese a la declaratoria de Alerta de Violencia de Género en 50 de sus municipios, incluida la capital. Pero no sólo en las ciudades las mujeres se organizan y resisten.

Así, aunque tengo muchas ganas de ir a la marcha que han convocado en la ciudad de Puebla, un grupo de mujeres de Santa Clara Huitziltepec, del colectivo Siemprevivas en disenso, me ha contactado para invitarme al evento que organizan, en el que estarán otras mujeres de la mixteca compartiendo experiencias, conmemorando a las mujeres que ya no están y hablando de la violencia de género. Entonces decido ir con ellas ya que considero que muchas veces se habla sólo acerca de los feminismos ubicados en las grandes ciudades.

Una de las cosas que me llamó la atención, fue que se convocaba a las mujeres a llevar flores y veladoras para ofrendar a las mujeres que ya no están y nos fueron arrebatadas, para quedarse en vela desde el sábado en la noche hasta la mañana del domingo.

Foto: Lluvia Soto | Siemprevivas en disenso

Para llegar a Santa Clara (ubicada en el norte de la mixteca poblana) hay que tomar dos autobuses desde la CAPU; es un recorrido de aproximadamente dos horas desde la capital del estado hasta una desviación a orillas de la carretera federal de Cuapiaxtla-Acatlán de Osorio. Ahí, el contraste con la ciudad es notorio: hay caminos de terracería, ausencia de edificios y solo se ven pequeñas casas a lo largo de la entrada, custodiada también por un cuartel de la Guardia Nacional.

Es en este lugar donde la colectiva Siemprevivas en disenso ha establecido una red de apoyo a las mujeres que han sufrido algún tipo de violencia.

Durante el trayecto para llegar a la comunidad me acompaña Lluvia Soto, una de las mujeres que iniciaron la colectiva y quien me cuenta que, aunque actualmente vive en la Ciudad de México, no ha dejado de formar parte activa de la organización y siempre que puede acude a los eventos que se organizan.

Organización por y para las mujeres

Siemprevivas en disenso, fue fundada por cuatro mujeres de la comunidad: Herminia, Edith, Lluvia y Carolina.

Tras cinco años de trabajo en los que se han enfrentado a cambios en sus integrantes, mudanzas de espacios y procesos de transformación, su trabajo ha incidido en las mujeres de la comunidad de tal manera que algunos de los habitantes de Santa Clara las señalan como las causantes de que “las mujeres del pueblo se estén divorciando de sus maridos”.

El trabajo que se realiza desde Siemprevivas consiste en dar talleres culturales, charlas acerca de la violencia de género, así como acompañamiento psicológico y legal a las mujeres que hayan sido víctimas de violencia.

Esto me lo cuentan Carolina Ayapantecatl y Lluvia en uno de los momentos en los que nos sentamos a platicar durante la ofrenda/velada. Ellas identifican dos etapas importantes para la conformación de la colectiva, pues al inicio eran parte del Centro de Atención Integral de la Mujer (CAIM), un proyecto autónomo por parte del espacio Caracol que Canta al Universo.

“Aunque se conformó por mujeres, desde el principio estuvo el compañero Xchel Atletl en el acompañamiento. Para el apoyo psicológico, la idea que se tenía en CAIM era que fuera un centro de atención integral para la mujer”, comenta Lluvia.

De acuerdo con las integrantes de la colectiva, esta fase fue valiosa porque iniciaron un proceso de sanación, primero en ellas mismas para así poder ayudar a las demás mujeres después.

La segunda etapa fue cuando tras un año de estar en el proyecto del CAIM decidieron salirse (debido a diferencias en la manera de realizar los acompañamientos y procesos con las mujeres) y buscar otros espacios.

El nombre de Siemprevivas en disenso se acordó en esa segunda etapa del proyecto. Carolina recuerda que fue en una reunión. “La compañera Edith, recuerdo que ella fue la que dijo: ‘¡Siempre vivas!’, y ya la compañera Lluvia dijo: ‘En disenso, en desacuerdo’, y nos encantó”.

Una de las claves que ellas consideran para que la colectiva fluya tan bien y se haya mantenido es que todas desde su área de conocimiento aportan cosas valiosas, como Lluvia con la venta de libros, Carolina con talleres de artes plásticas, Herminia con la parte operativa y Xchel en el acompañamiento psicológico.

Además, desde Siemprevivas se fomenta la vinculación con otras colegas. Por ejemplo, Valeria, que es una abogada originaria de Santa Catarina Taltempan, ayuda con el acompañamiento jurídico. 

Como parte de otras de sus actividades, Siemprevivas en disenso estuvo en la integración de la Red de mujeres de la mixteca, que reúne diversas colectivas de otras comunidades de la región y surge a partir de una reunión que se llevó a cabo en Catarina Tlaltempan.

Uno de los objetivos de esta red es hacer que desde la mixteca se empiece a generar un cambio, en el que las mujeres se fortalezcan para decir ya basta a su violentador.

Para Carolina esta conexión es de suma importancia “porque hay violencia, hay feminicidios cerca en Tepeaca, Tehuacán, está muy canijo. Hay impunidad o se olvida [a las mujeres], y aquí estamos nosotras para recordar a las que nos arrebataron y vamos a seguir para que no haya más feminicidios”.

Tomar el espacio público y compartir con las demás

El centro de Santa Clara consiste en dos canchas, una iglesia, una escuela primaria y un pequeño parque rodeado de varios árboles y arbustos en buen estado, donde se encuentra el kiosco, pintado en un color verde claro con blanco. Es ahí donde el grupo de mujeres decide llevar a cabo el encuentro.

Foto: Lluvia Soto | Siemprevivas en disenso

Es sábado 7 de marzo por la tarde. Lluvia y yo llegamos cuando un grupo de mujeres ya están reunidas escuchando atentamente a una de las participantes exponer acerca de los tipos de violencia que sufren las mujeres, y a pesar de que el clima es frío, el ambiente es cálido y de confianza.

Mañana, miles de mujeres tomarán las calles sin permiso. Aquí sucede lo mismo. No son miles, pero son valientes. Se apropiarán del espacio sin pedir cuentas a nadie y dormirán aquí, venciendo el miedo a la noche y al machismo que las rodea. Resistirán aquí, reflexionando en torno a la violencia contra las mujeres, compartiendo sus experiencias y conocimientos.

La velada transcurre entre diálogos y momentos emotivos, en los que varias de las participantes hacen intervenciones para compartir cómo identificaron que habían sido violentadas. Algunas veces sus voces se quiebran y aparecen algunas lágrimas, pero al final hay un alivio en externarlo y ser abrazadas por las demás asistentes.

Después, entre todas vamos colocando las cosas de la ofrenda para rememorar a las mujeres que ya no están. Ponemos flores, libros feministas, carteles, dibujos, fruta, algunos juguetes y encendemos unas veladoras. También pintamos unas cruces de color rosa para escribirles los nombres de algunas de las mujeres que han sido asesinadas en Puebla.

Foto: Lluvia Soto | Siemprevivas en disenso

Foto: Lluvia Soto | Siemprevivas en disenso

Más tarde se instalan casas de campaña y nos turnamos para hacer guardias y pasar la noche evitando que la luz de las veladoras se apague.

El poder pasar la noche en un espacio público con un grupo de mujeres sin sentir miedo es muy significativo para mí, y es prueba también de la fuerza de la organización que se tiene desde Siemprevivas en disenso y de lo que han logrado en la comunidad.

Foto: Lluvia Soto | Siemprevivas en disenso

No soy la única que piensa en ello. 

“Esta segunda edición de la velada cuenta con mujeres que han tenido acompañamiento, mujeres que vinieron de otros lugares de la mixteca, gente que se acercó a la velada porque supo y se integraron […] Creo que sí es una diferencia muy grande si lo comparamos en retrospectiva con lo que sucedió en la primera velada, en la que solo estábamos las del colectivo”, menciona Lluvia. 

Carolina cuenta que “cuando las compañeras decían cómo fueron violentadas [ese mismo día más temprano], a mí me evocó mucho ese espacio con mis compañeras zapatistas; a ese micrófono abierto para escucharnos entre nosotras y sin ningún temor –aunque la voz se quebrara– para hablarlo, decirlo, compartirlo, donde había mujeres que nos arropaban, nos escuchaban. Fue muy valioso”.

También coinciden en que les emociona ver lo involucradas que están algunas mujeres que ya llevan un tiempo en este proceso de de acompañamiento con la colectiva. Una de ellas, Fernanda, de 16 años, habló más temprano sobre el amor romántico, un tema que ha estado trabajando de manera personal, y que, según me cuentan, la hizo cuestionarse “cosas que ella creía inamovibles”. 

Foto: Lluvia Soto | Siemprevivas en disenso

Durante los dos años en los que Siemprevivas ha existido, se han detectado dos problemáticas específicas en la región: muchos casos de violencia como acoso, abuso sexual y violaciones, inclusive a menores de edad; y, por otra parte, una fuerte dependencia emocional de las mujeres hacia sus parejas.

La violencia también ha permeado hacia la colectiva, ya que si bien no han recibido agresiones físicas, si ha habido agresiones verbales hacía varias de sus integrantes por parte de algunos pobladores.

El que trabajen contra la violencia hacia las mujeres las ha vuelto una molestia para la comunidad; sin embargo, eso no las desanima. “Somos las incómodas del lugar, pero aun así seguimos trabajando”, enfatiza Carolina.

Tras compartir ese fin de semana con este grupo de mujeres, regreso a Puebla con muchos sentimientos encontrados. En parte, sintiendo impotencia por saber que las mujeres son víctimas de la violencia machista en un entorno que las vuelve aún más vulnerables de lo que están las mujeres de la ciudad pero, por otra parte, estoy contenta de que el feminismo se logre articular y organizar en las comunidades a través de colectivas como Siemprevivas en disenso.

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Autor Lado B
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