Lado B
Crónicas galas de una pandemia anunciada: Que no cunda...
El pánico se apoderó de Marjorie la noche del sábado 14 de marzo, luego de leer las nuevas medidas impuestas por el gobierno francés
Por Alonso Pérez Fragua @fraguando
16 de marzo, 2020
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Marjorie Blanc y Alonso Pérez Fragua

@fraguando

El pánico se apoderó de Marjorie la noche del sábado 14 de marzo, luego de leer las nuevas medidas impuestas por el gobierno francés: a partir de las 12 de la noche de ese día, cierre de todo establecimiento no indispensable a la vida nacional. Mesdames et messieurs, esto es fase 3. Adiós restaurantes, cafés, bares y cines; solo tiendas de comestibles, farmacias y puestos de periódicos permanecerán abiertos.

La imagen de ese escenario que se anunciaba dentro de unas horas, invadió su mente y la hizo decir, entre suspiros, “esto ya es real”.

Un par de horas después, vimos en replay el noticiero de la noche, incluida la cobertura de la regañiza que el primer ministro Edouard Philippe extendió a todo el pueblo galo. Resulta que en sus paseos de los últimos días, él y su gabinete nos cacharon besuqueándonos en restaurantes y siguiendo nuestras existencias cotidianas sin alteración lo que, sobre decir, ayuda a la propagación del bicho este. 

Mientras escribimos estas líneas, el lunes 16 a mediodía, estamos a la expectativa de lo que Macron dirá en su nueva intervención televisiva a las 8 de la noche.

Veremos si la especulación más extendida es la ganadora: confinamiento total con ejército en las calles listo a regañar a quien salga para algo distinto que ir de compras (de alimentos), ir a trabajar (si el trabajo a distancia no es posible y tu empresa no ha sido cerrada) o ir al hospital, aunque esto último, sospechamos, se notará sin necesidad de interrogatorio. 

La gran pregunta es, dado el caso, ¿son estas medidas extremas necesarias? Algunas experiencias personales y titulares de periódicos los ayudarán a juzgar. Ayer domingo, el puesto de tés y jugos orgánicos al lado del mercado, aprovechó los dos rayos de sol para sacar sus mesas y saciar la sed de socialización de una docena de galos, mientras que la vinatería recién inaugurada ofrecía 10% de descuento en sus productos de primera necesidad. ¡Esto es Francia, no lo olviden! Entre tanto, esa misma mañana, se anunciaba la muerte de 368 personas en Italia, y un día después, 1000 nuevos casos en España. 

Eh, bueno, no es para tanto, tampoco vamos a dejar de vivir, decía un titular que recogía la voz de aquellxs que, en ciudades como París, salieron a retozar al sol (o re-toser, quién sabe) y a organizar reuniones en las terrazas de cafés.

Ese gesto tan admirable después de los atentados del Estadio de Francia y el Bataclán el 13 de noviembre de 2015 y que se resumía con el #jesuisterrasse, yosoyterreza, es hoy terquedad y egoísmo. Para poder disfrutar del buen vivir, hace falta sobrevivir… todos… no únicamente los jóvenes saludables que de cualquier forma contribuyen a seguir propagando el virus y saturar el sistema de salud.

El pánico se apoderó de Alonso el domingo 15, camino al supermercado para hacer las compras de la familia de Gabriel, compañero de escuela de Malinali. 

Luego de dos días con 40° de temperatura, su mamá finalmente comprendió que no podía pasearse con el niño por las calles de Nîmes y que un poco de ayuda no le caería mal. 

Fue la incertidumbre de saber si los síntomas de Gabriel eran parte de su historial de asma severo o un caso de coronavirus con el que la niña ha jugado e intercambiado babas a diario. 

Fue la idea de entrar a un supermercado donde quizá la gente se peleaba por la última lata de conservas o barra de jabón, o las bolsas de pasta a medio aplastar. 

El pánico se apoderó de Francine, la madre de Marjorie, el lunes 16 por la mañana, cuando su teléfono sonó. Sabía que era prácticamente inminente, la pregunta era cuándo: como partera jubilada hace menos de tres años, es parte de la reserva nacional de profesionales de la salud. “Moralmente no puedo negarme. Ya no quiero ese estrés, pero sobre todo tengo pavor a que me toque una urgencia…”, nos escribió en el chat de la familia por WhatsApp. “Bueno, lloraré un buen rato y luego voy para allá”.

El pánico se está apoderando de Yoda Chalupa, nuestra perra. Bueno, eso dice Marjorie, porque según Alonso las cosas no cambian mucho para ella. Sí, claro, tendrá a su niña de 3 años 24 horas al día al lado suyo, con toda la energía no gastada en la escuela para ser concentrada en abrazos, pero por el momento sigue durmiendo debajo de nuestro edredón y recibiendo su cucharada de aceite de salmón cada mañana. ¡La pobre!

Crónicas galas de una pandemia anunciada: Que no cunda...

Foto: Marjorie Blanc y Alonso Pérez Fragua

Seguimos sin hacer reservas de papel higiénico, pero recuperamos nuestra fe en la humanidad al ver el domingo que en el supermercado ya escaseaba el papel de baño para los mininos. Uf, están a salvo. 

Foto: Marjorie Blanc y Alonso Pérez Fragua

Tampoco hicimos reservas de gel antibacterial (no por falta de ganas sino por falta de producto), pero Marjorie ha implementado una estrategia que, sabemos, no matará ningún virus, pero tampoco a nosotros: no, no inhalaremos cocaína, ni tragaremos blanqueador, simplemente nos ahogaremos en infusiones de naranja, miel y cardamomo, curry de cúrcuma y pimienta negra, y humos de menta, limón y eucalipto. 

You shall not pass! Foto: Marjorie Blanc y Alonso Pérez Fragua

[quote_box_center]Marjorie y Alonso viven en Nîmes, Francia, en la región administrativa de Occitania. Desde el 12 de marzo viven en el continente que la OMS considera el “epicentro de la pandemia mundial”. Encerrados en casa con su hija de 3 años, buscan combatir sus impulsos suicidas a través de estas crónicas.[/quote_box_center]

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Autor Lado B
Alonso Pérez Fragua
Alonso Pérez Fragua es periodista, gestor cultural y eterno aprendiz de las cosas del arte y del mundo. Actualmente realiza estudios de maestría en Estudios Culturales por la Universidad Paul Valéry, de Montpellier; su tesis tiene a Netflix y a las tecnologías digitales como objetos de estudio. En México cursó una maestría en Comunicación y Medios Digitales, y una especialidad en Políticas Públicas y Gestión Cultural. Melómano, bibliógafo, cinéfilo, maratonista de series, wikipedista y un poco neurótico. Lo encuentras en Twitter e Instagram como @fraguando.
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