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El Instituto de Artes Visuales del Estado: crónica de una extinción anunciada
El Instituto de Artes Visuales del Estado ha sido siempre un espacio marginado en la escena de la educación artística en Puebla
Por Klastos @
13 de febrero, 2020
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Manuel A. Moreno Álvarez

Hay una realidad encubierta sobre el Instituto de Artes Visuales del Estado (IAVE) que nadie quiere voltear a ver: en la sobreoferta de escuelas y talleres de arte en la ciudad, esta institución es la única dirigida a una clase social que de otra forma nunca tendría acceso a la educación superior en artes, como sea que fuere la “calidad” de su sistema pedagógico. A pesar de ello, todos los esfuerzos instituidos apuntan a su extinción, por desprecio, desinterés o conveniencia.

Fachada de la actual sede del Instituto de Artes Visuales del Estado de Puebla. Imagen tomada de Wikipedia.

El 14 de febrero de 1988, la Unión Estatal de Padres de Familia (UEPF) censuró y cerró con violencia una exposición de alumnos del IAVE (para mayor información, recomiendo consultar el libro La religión y los jóvenes en México: ¿el desgaste de una relación?, de Enrique Luengo González, y la publicación La era de la discrepancia. Arte y cultura visual en México, 1968-1997, editada por el Museo Universitario de Ciencias y Arte de la UNAM).

El proyecto, que llevaba por título El luto humano, ocupaba dos salas de esta escuela tutelada por el gobierno estatal. Este suceso, que en otras circunstancias hubiera pasado desapercibido, obtuvo relevancia porque se empató con otros tres eventos similares de censura en instituciones en la Ciudad de México: el del Salón de Espacios Alternativos del Museo de Arte Moderno, el de un montaje teatral en el Foro Shakespeare y otra exposición en la Galería del Auditorio Nacional.

En los cuatro casos estuvieron involucrados el Comité Nacional Provida y grupos sinarquistas radicales de la época, dejando de manifiesto la influencia que ejercían en las instituciones culturales, así como en la educación pública nacional.

Portada de Quehacer político en México del 8 de febrero de 1988. Imagen tomada de La era de la discrepancia. Arte y cultura visual en México, 1968-1997 (MUCA, UNAM).

En el caso del IAVE –en ese momento dirigido por el pintor Fernando Ramírez Osorio–  las principales promotoras de la exposición fueron las alumnas Ángeles Perelló y Raquel Olvera, quienes fueron hostigadas por la UEPF y el sistema policiaco de la ciudad. 

El gobierno de Mariano Piña Olaya envió personeros a amenazarlas: “Si no dejábamos de rastrear el paradero de nuestras obras, nos iban a matar”, me dijo Olvera en una entrevista que le hice en febrero de 2016. Las dos huyeron de la ciudad y el director Ramírez Osorio fue exhortado a presentar su renuncia.

Las obras decomisadas y desaparecidas “por sacrílegas” presentaban ejercicios plásticos de estudiantes con inquietudes feministas posmodernas, como la serie de ilustraciones titulada “Todas Vírgenes”, en la que figuraban distintos puntos de vista de la mujer en ámbitos laborales. Se trataba de atrevidos dibujos a lápiz sobre los que después se cosían con hilos las vaginas de las efigies.  

En realidad, se podría decir que lo que enfureció a la UEPF, y lo que hizo que movilizara todas sus influencias en el gobierno local y estatal para castigar a los estudiantes y al director del Instituto, no fue lo de “representar ofensivamente a la Virgen”. Se trató más bien de una idea distorsionada, malinterpretada, y no de una imagen concreta, tal como muchos afirman. No se trataba tanto de lo obvio –la ofensa a “la Virgen”– como del cuestionamiento artístico a la “virtud virginal” de lo femenino. 

Treinta años después, este acto de censura dibuja a grandes rasgos toda una estructura instituida que inició con ese evento y que ha servido para tener bajo control –entre otras cosas– las libertades artísticas y expresivas de los estudiantes; manteniendo una especie de cerco invisible con el exterior que impide a su comunidad estudiantil adquirir medios que le permitan relacionarse con otros grupos, proyectos y espacios. 

El IAVE cuenta con una sola plataforma de difusión para el trabajo de sus alumnos: una galería descuidada que, paradójicamente, lleva el nombre de Fernando Ramírez Osorio, y en la que –hasta hoy– sigue prohibido de forma manifiesta exponer trabajos que arriesguen la estadía del director en turno.

Fotografía tomada del perfil de Facebook del IAVE.

Se ha escrito mucho sobre los orígenes del IAVE; sus antecedentes que lo ligaron siempre a la formación técnica de las clases sociales pobres y su devenir desde la Academia de Bellas Artes de Puebla (al respecto, recomiendo especialmente el libro La Academia de Bellas Artes de Puebla, de Guadalupe Prieto Sánchez, editado en 2014 por la BUAP). 

Mucho se ha escrito de sus aportes tecnológicos, estéticos y de su legado en los desarrollos de la pintura y arquitectura de la ciudad. Sin embargo, muy poco se ha dicho sobre su situación actual: ha maniobrado bajo la sombra y abandono del poder político estatal en sus relaciones de facto con grupos corporativos que operan desde la educación en forma de sindicatos, manteniendo como rehenes a sus docentes y alumnos, y administrado por funcionarios ajenos al arte y la pedagogía. 

Poco se ha dicho también acerca de que ha sido despojado de su patrimonio material, abonando a la decadencia: olvido y debacle de la única institución de educación superior en artes, de vocación y composición popular. 

Perdió su edificio original, peregrinando hasta establecer su sede actual en el populoso barrio de Xanenetla, lugar que también está en riesgo debido a incesantes pugnas sindicales internas que amenazan con cerrarlo.

Fachada de la actual Casa de las Bóvedas (donde se haya parte de la Vicerrectoría de Extensión y Difusión de la Cultura de la BUAP), antigua sede del IAVE. Imágenes tomadas de Wikipedia.

Además, el IAVE fue despojado de su acervo de archivos y de su colección de láminas provenientes de varias ciudades de Europa del siglo XIX, y de su valiosa biblioteca y archivo histórico. Por si fuera poco –ya en el gobierno morenovallista– le fue retirada su pinacoteca; albergaba algunas pinturas en muy malas condiciones. 

Hoy el IAVE se encuentra tal como hace ya varios años: en el abandono. Empezó a perder su patrimonio material a manos de la UAP a finales de la década de los sesenta, y en 1988 claudicó a su autonomía efectiva y simbólica. Esto último sucedió en el momento en que un grupo sinarquista poderoso logró introducir su ideología a fuerza de violencia, e intimidaciones, contra un par de jóvenes estudiantes y contra un artista como Ramírez Osorio, sin que nadie pudiera hacer nada, teniendo en contra la maquinaria del sistema político del momento, de vocación conservadora y represora.

A la distancia del suceso de 1988 queda reflexionar sobre la situación actual del Instituto, que ha pasado por distintos regímenes políticos, partidistas e ideológicos, ya que su historia tiene más de doscientos años. Caben en el recuento las reformas ideológicas y estéticas del siglo XIX, así como las reformas políticas del primer tercio del siglo XX con la Revolución Mexicana, a las que aún mermado sobrevivió.

Fotografías tomadas del perfil de Facebook del IAVE.

No obstante, podemos pensar que fue en el último tercio del siglo pasado, y lo que va del que transitamos, cuando su desmantelamiento se aceleró debido a las políticas culturales y educativas del régimen en turno. Estas hacen alusión tanto a las del PRI: paternalistas, clientelistas, populistas, que percibían en el arte y su enseñanza actividades exóticas para adornar al gobernante en turno; como a las del morenovallismo: cuando el desdén hacia la educación artística pública, debido a su enfoque culturístico, llevó a tapar la fachada del IAVE para privilegiar el espectáculo de la red de túneles descubiertos bajo el edificio. 

Hoy, con el cambio de un “nuevo” régimen político que no ha demostrado sensibilidad y capacidad de ver en la cultura un recurso narrativo inmejorable, las preguntas vuelven a plantearse: el Instituto de Artes Visuales del Estado… ¿para dónde? ¿hasta cuándo?

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Manuel Moreno Álvarez es maestro en Estética y Arte y profesor universitario.

 

*Fecha de publicación original: 15 de agosto de 2019

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