Lado B
Tiziana, niña trans salteña: bailar, resistir y llegar a vieja
Tiziana nació en 2008 en Salta, Argentina. Gracias a la ley de identidad de género se convirtió en la primera niña trans de su provincia
Por Lado B @ladobemx
06 de enero, 2020
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Foto: Legüera Produ/Acciones – Nazarena Vercellone

Estefanía Cajeao y Mariana Leder Kremer | Agencia Presentes

A, de antes

“Lo sentí desde muy chiquita. ¡Ay! chiquito.

Antes.

 

Me sentía rara. ¡Ay! raro.

Antes”.

Tiziana aclara para que entienda el resto. Marca pausas intensas, segundos de espera antes de cada antes. Cuando habla de antes, deja de saltar.

– Era muy incómodo decirles a mis papis, por eso me sentía triste cuando me cortaban el pelo. Escuchaba decir que un macho tiene que ser esto, que tiene que ordenar en la casa y sentía que entonces yo era gay pero a la vez sentía que en realidad no era eso.

Tiziana nació el 24 de febrero de 2008 a las 9 de la noche, en el Hospital Materno Infantil de Salta, Argentina. Diez años después, y gracias a la ley de identidad de género aprobada en 2012, pudo cambiar el nombre en su documento, convirtiéndose en la primera niña trans de su provincia en hacerlo. En abril de 2018 su historia llegó a los medios de comunicación locales, luego a los nacionales y luego a los internacionales, con una visibilidad poco común en las infancias trans en Argentina.

– Fue una personita muy buscada por nosotros, los papás- dice Graciela, la madre-. Yo soñaba y anhelaba una nena, pero en ese soñar y anhelar no queríamos saber, porque su papá obviamente quería un varón. Él decía que iba a ser su último hijo y quería que fuera varón.

Graciela quedó embarazada de Tiziana en Corrientes. Ahí vivían con Damián cuando tuvieron que trasladarse a Salta por trabajo.

– Fue bastante duro porque era empezar acá de nuevo. Buscar un lugar donde vivir con esta familia que estábamos formando. Pero fue muy divertida esa etapa, cuando todavía estaba en mi panza, y jugábamos al tire y afloje de qué iba a ser. Yo la llamaba en femenino y él en masculino y elegíamos nombres: Tiziano Ezequiel si era varón, Damaris Saraí si era nena.

Tanto Graciela como Damián tienen más hijos, de antes. Tiziana es la única en común y para ambos iba a ser la última.

Tiziana nació a los ocho meses, después de un trabajo de parto de dieciséis horas.

– Era muy cabezona mi hija y no quería salir por nada del mundo. El papá asistió al parto y quedó todo tildado porque nunca había asistido al parto de sus hijos y quiso presenciar éste. Fue tedioso, largo, pero cuando lo tuve en mis brazos la primera vez a ese varoncito, me enamoré. Y ya no importaba si era nena o varón, lo tenía ahí, estaba sanito, era mi hijo y fue hermoso.

Legüera Produ/Acciones – Nazarena Vercellone

A, de alivio

“Llorar me ayudó a sentirme bien y vivo tranquila sin recordar esas cosas.

Ya lo superé, ya no lo quiero volver a tener en mi mente.

Lo que no me ayudó fue que me digan cosas malas de mi mamá o

que yo soy muy pequeña para tener identidad.

En realidad no soy pequeña”.

Sin amasar, prácticamente sin mezclar: tres bandejas con prepizzas sobre la mesa redonda y una técnica nunca antes vista por lxs invitadxs. Habían llegado hasta esta casa del barrio Don Santiago alejado del centro de Salta, para una reunión. “Así las hacemos siempre y quedan perfectas”, explica Mara, que hace las pizzas sin amasar. Tiziana interrumpe y apoya seis trofeos entre las bandejas. “Estos dos son de cuando era nene y éstos son los que gané desde que soy nena”.  Hay primeros premios, segundos premios y menciones por destacarse en competencias y muestras de danza.

Tiziana se desplaza bailando. Habla bailando. Va hasta el almacén bailando. Es liviana, gira, salta, pide una coca de 2 litros con un paso de hip hop. El almacenero está acostumbrado y aunque ya sumó la gaseosa, las papas y el queso en la calculadora, ella le pide que la espere: quiere calcular el total, con la mente.

Calle de tierra, casa de lentejuelas. Graciela interpreta en brillos lo que su hija quiere y muestra orgullosa la última malla que le preparó a mano y con la que ganó el certamen.

Mara, la hermana de Tiziana, sirve las pizzas. Y sí, están perfectas.

Tiziana va a bañarse. Tiene clase de danza en una hora y su papá va a pasar a buscarla. Donde había pizzas y trofeos ahora hay una pequeña remera con corazones negros. Es el molde que Claudinna, una activista trans tucumana, llevará a Tucumán para preparar el vestuario del videoclip “Hereje”, de la cantante Eugenia Mur, que tiene como protagonista a la niña trans.

– Siempre, siempre manifestó su femeneidad, sólo que antes no prestábamos atención a las señales que esa personita nos estaba dando. Cuando supimos lo que siente mi hija, como papás empezamos a volver en el tiempo con la mente y a ver esas señales. Ahora recordamos con fotos cuando ella tenía pañales y sus poses no eran de un varoncito -se ríe-, era muy afeminada, era muy nena. Desde siempre fue muy nena. Desde muy, muy chiquitita nos dio a entender cosas que por ahí en la vorágine de la vida no nos damos cuenta, o no tomamos en cuenta. Hasta que ella sola tuvo el valor directamente de decirnos ‘Despiértense, miren que yo no soy un varón, soy una nena- cuenta Graciela.

Su padre, Damián, primero no quería saber nada, veía las cosas blancas o negras. Hasta que un día vio a su hija desde la ventana de la cocina, sentada en la vereda, triste porque los chicos del barrio no querían jugar con ella y le decían cosas. Ahí dijo: “Basta, yo no puedo dejarla sola a mi hija”.

Para Graciela fue diferente.

– Lo viví desde un primer momento con amor, aceptación. Siempre le dije que la iba a amar, siendo lo que quisiera ser. Cuando nos dijo lo que ella sentía, que se sentía una nena y que soñaba y que se despertaba como una nena, y que se veía en el espejo y se veía como nena, obviamente fue fuerte. Pero ver la carita de alivio cuando me escuchó decirle ‘está bien, si vos te sentís así’, y su cara decía ‘no me van a retar, no me van a pegar’. Esa carita me marcó para el resto de la vida.

Tiziana circula entre los adultos con los auriculares puestos y el celular en la mano. Elige cuándo intervenir y cuándo quedarse en su propio mundo. Pero se inquieta cuando la salida hacia su clase de danza se demora. Claudinna murmura algo al oído de Graciela y se van las tres a la habitación. Tiziana sale sonriente, como triunfante, y Damián la lleva a la clase.

A de ayuda

“Ellas fueron las primeras que me escucharon y entendieron.

Eran trans y yo no me daba cuenta. Fueron las mejores.  Para escuchar y hacerme sentir bien,

o como se dice, acompañada.

Sentirme perfecta conmigo misma”.

Graciela y Mara encienden un cigarrillo, sentadas en el piso de la cocina, incorporada al living de la mesa redonda. Mara será la encargada de armar la coreografía para el videoclip, pero ahora descansa.

– Cuando Tiziana nos dijo lo que sentía obviamente me asusté, pero por lo que empecé a ver. Empecé a investigar en internet porque no tenía idea absolutamente de nada, no tenía idea ni de qué significaba la sigla LGBTIQ y me asusté muchísimo. Ahí decía que la expectativa de vida de una persona trans era de 30 a 35 años y no quiero que esa sea la expectativa de vida de mi hija. Quiero que se muera de vieja.

La familia fue a pedir ayuda en la sede salteña de la Asociación de Travestis, Transexuales y Transgéneros de Argentina (A.T.T.T.A).  Su coordinadora, Mary Robles, había sido la primera mujer trans de la provincia de Salta en lograr el reconocimiento de su identidad de género en el DNI, en el año 2012, además de haber sido candidata a concejal por la capital salteña y una militante activa por las Leyes de Matrimonio Igualitario e Identidad de Género.

Mary

“Yo soy de la década del 60. Imaginate”.

Mary sabe lo que es ser una niña trans en Salta. Pero además, sabe lo que es ser madre.

– A los 9 años ya tenía mi orientación definida: ser trans. El tema era la época, porque éramos muy pocas en ese momento -comienza-. Caminábamos dos cuadras a lo de una señora que tenía televisión. Por cinco centavos nos dejaba ver Disneylandia. Conocí el amor a través de los príncipes, esa era la ilusión que teníamos como niñas, como niños. Y cuando crecías, era otra.

A sus 13 años, Mary se miró frente al espejo y vio a una mujer. “Empecé a tener problemas con mi familia. No podía sostener mi identidad de género, ni podía sostener mi persona. Éramos muy pobres. Mis padres venían del interior de la provincia, mi padre era camionero, traía maderas y mi madre trabajaba haciendo servicio doméstico. Era difícil porque ella no estaba en todo el día y nos internaron en el Hogar Escuela Carmen Puch de Güemes”.

Un día, decidida a vivir su identidad “contra todos los paradigmas sociales, me levanté y me fui del Hogar Escuela para no volver. A mis trece años caí presa, no llegaba a ser ni adolescente y decidí ser mujer. Fue muy difícil pelear contra una sociedad pacata, hipócrita, que te condenaba a un estado de vulnerabilidad total. La sociedad nos terminaba hacinando o suicidándonos”.

Al igual que en el resto del país en aquella época, las comparsas fueron refugio de expresión para las mujeres trans y Mary a sus 16 años, en 1977, debutó en los corsos rodeada de otras chicas trans.

Mary tenía 19 años cuando su hermana fue víctima de feminicidio. “Volví a mi casa pelada, después de estar presa. La policía nos perseguía por los códigos contravencionales, si te reconocían como trans ya te llevaban.  Y la exigencia de mi familia era que yo volviera a la casa porque la calle me condenaba a muchas cosas, pero había una cláusula que respetar: no vestirme de mujer. Entonces, sólo con las cejas depiladas y vestida con ropas comunes, decidí criar a dos niños, una nena y un varón, hijos de mi hermana asesinada. Y me hice cargo de su salud y educación. Hoy soy abuela de 7 niñes”.

Cuando Graciela y Tiziana se acercaron a ATTTA, Mary les dio el contacto con el psicólogo que acompaña a la familia hasta hoy. “Nos hizo entender que la ayuda la necesitábamos nosotros para poder acompañar a Tiziana. Sé de muchas mamás y muchos papás que han tenido malas experiencias con psicólogos. Nosotros tuvimos la ayuda del universo para encontrar a Nicolás, porque no solamente está ayudando y acompañando a mi hija, sino a nosotros como papás y  como familia”.

Acompañar a niñeces trans y sus familias se convierte, en palabras de Mary, en un proceso de empoderamiento y advertencias. “Porque si los códigos contravencionales siguen existiendo, Tiziana corre el riesgo de ir presa como me pasó a los 13 años. Por eso fuimos preparando a esta familia para ser sus propias defensoras y militantes de sus derechos. Sabíamos que la gente se iba a preguntar por qué una nena tiene un DNI así y la iban a acusar a la madre de muchas cosas por sentar el precedente del primer DNI de una niña trans en Salta”.

Foto: Legüera Produ/Acciones – Nazarena Vercellone

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*Foto de portada: Legüera Produ/Acciones – Nazarena Vercellone

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