Lado B
La convivencia diaria: aprendizaje y construcción de espacios democráticos, incluyentes y pacíficos en la escuela
La escuela debería ser un espacio de convivencia incluyente, pacífica y sólida que construya un tejido social basado en la confianza y el cuidado del otro
Por Espacio Ibero @
17 de octubre, 2019
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Imagen de _Alicja_ en Pixabay

Dra. Teresa Eugenia Brito Miranda 

¿Qué hay detrás de las conductas agresivas y violentas en las escuelas? Esta es una pregunta que muchas personas nos hacemos cuando escuchamos eventos violentos o no deseados en el interior o alrededor de los espacios escolares. En realidad, hay muy poco análisis al respecto, no solo de los ciudadanos en general sino en el interior de las mismas escuelas. Ante eventos de este tipo se suele acudir inmediatamente a responsabilizar a la educación en el seno familiar, evadiendo el problema desde el interior de las aulas y de las escuelas.

Es un hecho que en la esfera escolar no sólo confluye lo que se vive en la familia, sino también lo que se vive en el barrio, en los diversos grupos sociales con los que conviven los estudiantes, además de los espacios como las redes sociales y los medios de comunicación. A partir de todo esto se construye la convivencia en las escuelas. Los valores que orientan las acciones de quienes conforman el espacio escolar, estudiantes, maestros, autoridades, personal de servicio, y padres y madres de familia, provienen del conjunto de estas esferas y se ponen en juego en el espacio escolar, que además es un espacio público.  Por eso es pertinente ver de frente desde la propia escuela estos eventos, o brotes, para analizarlos y encontrar lo que hay en sus raíces.

Este análisis es por un lado un proceso para prevenir y contener estos brotes, aunque también es una oportunidad formativa para todos los que conforman la escuela: los estudiantes, los maestros, los directivos, los padres de familia y todo el personal que labora en ella. Cecilia Fierro, especialista en convivencia escolar, hace una metáfora de los procesos de enseñar y aprender la convivencia escolar con los leñadores que no talan los árboles de los bosques para hacer leña, sino que aprovechan las hojas y troncos que caen de ellos, así como el rastrojo, usándolos como materia prima para crear objetos, esto es, materia prima de los sueños. Nuestro sueño sobre la escuela es que se constituya un espacio de convivencia incluyente, pacífica y sólida que permita construir un tejido social basado en la confianza y en el cuidado del otro. Y todos somos responsables del aprendizaje de cada uno de los compañeros del salón de clase, de los pares maestros, de las autoridades, y de los padres de familia que conformamos la comunidad educativa, así como del personal que labora en la escuela.

Entonces, ¿cómo lo analizamos? ¿qué aspectos hay que cuestionar? El primer paso es revisar qué prejuicios pueden estar presentes en estos hechos, es decir, buscar qué se esconde detrás de estas conductas y actitudes; por ejemplo, si detrás de un pleito hay una idea de que el otro es inferior a mí por ser distinto físicamente, o por tener un origen cultural diferente al mío, por tener creencias ajenas, o por tener un origen económico distinto. Si se observa esto, de aquí se puede derivar el trabajo educativo: abordarlo en los grupos de estudiantes con ejercicios que sensibilicen la importancia de la diversidad y estrategias que permitan que, individualmente, los estudiantes identifiquen y traten de narrar experiencias en las que ellos se han sentido vulnerables por ser distintos a los demás. Esto permitiría ponerse en el lugar del otro en cuanto a su sentir y su pensar para comprenderlo. A partir de este tipo de estrategias y actividades se va fortaleciendo el tejido social en los estudiantes y, en general, en los distintos sectores de la escuela.

Con estrategias similares es posible analizar los eventos de manera colegiada con los maestros, siempre teniendo el cuidado de no enjuiciar, más bien de encontrar los prejuicios y tradiciones escolares que pueden estar originando o reforzando ciertos comportamientos. De aquí se pueden derivar acciones formativas como, por ejemplo, elaborar campañas en las que participen no sólo los estudiantes y docentes, sino también los padres y madres de familia, buscando el trabajo colegiado que construye vínculos y relaciones positivas.

Hay otro nivel de análisis que se enfoca en encontrar razones de orden institucional y estructural que pueden estar generando estos prejuicios. Aquí cabe revisar lo que se encuentra en las redes sociales, en los medios de comunicación, que pudiera estar generando aspiraciones y promoviendo valores que priorizan la superioridad de unos sobre otros, la individualidad y el desinterés por los que son diferentes.

Los invito a revisar el libro Ojos que sí ven. Casos para reflexionar la convivencia en el aula de Fierro, Carbajal y Martínez-Parente, en el que se expone esta mirada de la convivencia escolar.

Conviene, igualmente, considerar que este enfoque busca generar una convivencia cotidiana en la que todos estamos construyendo espacios de cuidado que son la base de aprendizajes de diverso tipo, de conocimiento, de habilidades sociales y emocionales, entre otros. Por tanto, se construyen espacios democráticos, incluyentes y pacíficos en la escuela.

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