Lado B
Women of the Gulag: cuestionando a las víctimas
La MICGénero se presentó en Puebla la semana pasada. Como parte de la sección “Encierros y reclusión” se proyectó el documental Women of the Gulag
Por Marielo Regina Polo Chávez @patronapolo
02 de septiembre, 2019
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Marielo Polo 

La MICGénero se presentó en Puebla la semana pasada. Como parte de la sección “Encierros y reclusión” se proyectó el documental Women of the Gulag (Mariana Yarovskaya, 2018) en la cinemateca Luis Buñuel. La cinta muestra las historias de algunas de las víctimas del régimen estalinista. Si bien el documental es bastante convencional en cuanto a su forma, los testimonios consiguen sostenerlo y atrapar al espectador. 

El documental presenta a seis mujeres como las últimas sobrevivientes del Gulag, los campos de trabajos forzados de la Unión Soviética. Las entrevistadas eran sumamente jóvenes cuando fueron encarceladas, todas bajo cargos rebuscados que involucran desde tocar el piano hasta hablar más de un idioma. Durante su encarcelamiento, cada una de ellas sufrió violencia física y verbal, y de manera muy sutil también se insinúa la violencia sexual.

Los testimonios muestran a mujeres fuertes ante la adversidad, pero esta fortaleza no se ve disminuida por las muestras de sensibilidad, no se ocultan los sentimientos ni el dolor de las víctimas. No se les exige rebeldía ante la tortura, algunos de los testimonios tienen algo de eso, pero no es el centro de la historia. El documental reconoce el mero hecho de sobrevivir a la violencia como un acto impresionante y heroico. Esto contrasta con otras narrativas presentadas en el cine y en otros medios, en los que se busca o se espera el enfrentamiento con el victimario.

Lo anterior se ve en películas desde Kill Bill (Quentin Tarantino, 2003) o Inglorious Basterds (Quentin Tarantino, 2009), pasando por Mad Max: Fury Road (George Miller, 2015) hasta Enough (Michael Apted, 2002). Esto no significa, que no se deban presentar historias como las anteriores en las que las víctimas cobran venganzas increíbles, sino que esa no es la única posibilidad y Mariana Yarovskaya nos presenta una perspectiva diferente, pero igual de válida y empoderadora. 

La directora hace un esfuerzo al mezclar las historias. Divide los testimonios y los agrupa en experiencias compartidas: el momento en el que fueron detenidas, los interrogatorios, el trabajo forzado, etc. Esto permite entender lo que se narra como una experiencia compartida, como un crimen en masa. Sin embargo, las grandes diferencias entre los antecedentes de cada una evitan que pierdan singularidad. Le da igual importancia al fenómeno colectivo y al individual.

Es interesante, además, el matiz que la cinta adquiere dentro del contexto de la MICGénero, pues se presentó junto con dos cortometrajes: El primero es Cárcel (Catalina Vásquez Salazar, Colombia, 2018) y el segundo es una producción mexicana llamada Las mujeres invisibles (Pablo Cruz Villalba, México, 2018). En esta última, Hipólita, la protagonista, trabaja como empleada doméstica y cuenta un poco de su historia. Narra cómo antes trabajó en una maquiladora en la que ni ella ni sus compañeras tenían acceso al resultado de su trabajo y lo compara a la labor doméstica que hace, encargándose de mantener un hogar y un estilo de vida al que ella misma no puede aspirar.

Foto: womenofthegulag.com

Algo similar sucede con las mujeres del Gulag, quienes hablan de cómo ellas, junto con el resto de los prisioneros, son responsables de la construcción de un gran número de espacios en su país. Edificaciones que no eran para ellas y por las que no obtuvieron ningún tipo de crédito. La labor no reconocida, incluso en el ámbito emocional, como en el caso de Cárcel, se muestra en contextos muy particulares, pero los trasciende, como una característica colectiva en la historia femenina. Mujeres invisibles, más bien, mujeres invisibilizadas que al fin están tomando el control de su narrativa. En la historia de Hipólita esto sucede de manera literal, pues cansada de los malos tratos de su jefe, toma la cámara que la ha estado siguiendo y renuncia. A partir de ahí todo lo vemos desde su perspectiva. 

Las tres obras presentan puntos de vista poco convencionales y poco explorados en situaciones que normalmente se muestran desde los ojos masculinos, no hace falta mencionar la cantidad de historias de hombres-prisioneros/hombres-héroes-de guerra que podrían ser comparadas con Women of the Gulag pero además, el documental va más allá de darle voz a las víctimas: se muestran los cuestionamientos, el cómo los demás invalidan las historias de las protagonistas. En el corto mexicano pasa algo similar cuando el patrón de Hipólita se molesta al leer que ella escribe en su diario que no tiene zapatos de la misma calidad que los de él, la regaña y le dice que si los limpiara y cuidara se verían igual de nuevos que los suyos. 

En el caso de las mujeres del Gulag los cuestionamientos a sus testimonios son aun más indignantes porque parece increíble que haya personas que aún veneran a Stalin. Esto se presenta de manera muy sutil al principio y al final de la película, en los que se muestran escenas de gente haciendo fila para dejar arreglos florales en los monumentos en honor al dictador, para tomarse fotos con imitadores y al revelar el alto nivel de aprobación que tiene entre los ciudadanos rusos. 

La resistencia que muestran las personas ajenas a estas realidades marginadas resuena mucho en un país en el que constantemente se pone en duda la veracidad de los testimonios de mujeres violentadas y en el que se busca responsabilizarlas por sus tragedias. Mostrar a una mujer diciendo que Stalin no era malo, sino que llevaba la justicia hasta las últimas consecuencias nos muestra que la falta de empatía y de justicia para las víctimas va más allá de las circunstancias del crimen, pues proviene de un problema sistémico mucho más grave.

Fue un acierto por parte de la MICGénero presentar las tres cintas mencionadas en la misma función porque destaca aún más las intenciones en el documental de Mariana Yarovskaya, el cual consigue que nos cuestionemos sobre la manera en que percibimos a las víctimas y el trato que les damos, las múltiples formas en las que las revictimizamos, cuestionamientos que hoy en día son más vigentes que nunca. 

*Foto de portada: womanofthegulag.com

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Autor Lado B
Marielo Regina Polo Chávez
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