Lado B
Velvet Buzzsaw. O la disfuncional sátira del mundo del arte
El filme es bastante engañoso. Se transforma en una pretenciosa y descafeinada cinta que puede entrar a la lista de lo que llamo: “Serie B justificada”
Por Héctor Jesús Cristino Lucas @
14 de marzo, 2019
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Foto tomada de YouTube

Héctor Jesús Cristino Lucas

Herschell Gordon Lewis (1926 – 2016), creador de Blood Feast (1963) y padrino absoluto del cine gore, dijo alguna vez: “Yo veo al cine como un negocio y compadezco a todo aquel que lo mira como un arte”.

Esta frase, que definió el curso de su carrera transgrediendo las normas del cine en pos de obras más básicas y rentables, omitiendo por supuesto las grandes producciones como medio absoluto en la industria, fue usada tiempo después como una premisa a manera de homenaje para la subversiva y poco conocida Smash Cut (2009) del cineasta canadiense Lee Demarbre.

https://www.youtube.com/watch?v=S4BxvGOqykE

Además de tener al propio Lewis en una de sus últimas apariciones antes de partir de este mundo –lo que ya la vuelve una joyita de aquellas–, figuró también como una fascinante y espectacular sátira de horror cómico al mundo no sólo del cine como expresión artística, sino también al del autor intelectual que lucha –con sangre y vísceras– para ser tomado enserio ante la escabrosa crítica.

Este año, Netflix volvió a lo suyo regalándonos una película bastante similar, con más producción y más caras conocidas, pero enfocada esta vez en el controversial y peliagudo mundo del arte contemporáneo.

Su nombre: Velvet Buzzsaw. Su director y guionista: el norteamericano Dan Gilroy. ¿El resultado? Una suerte de sátira de humor negro que se burla del papel del artista afamado en pleno siglo XXI, a través de chistes y estereotipos comunes como la vanagloria por ser el mejor –siempre el mejor– o la conquista de la crítica vendida.

Y aunque la premisa es atractiva y graciosa por sí sola –ya sea para los entendidos del género o para cualquier artista, vaya–, Velvet Buzzasaw sí que es una obra bastante engañosa. Se transforma, poco a poco, en una pretenciosa y descafeinada cinta que podría añadirse a la lista de esto a lo que yo llamo: “La serie B justificada”.

Leer | Bird Box. O la teoría de la serie B justificada

Ya saben, el tipo de película que aun teniendo alma de “segunda categoría” hará hasta lo imposible para que tú te la tomes enserio. Ya sea por pertenecer a una productora reputada o porque sus protagonistas conforman un súper elenco de caras mundialmente conocidas. De esta forma, se disipa el halo de “Serie B” –uno de los subgéneros más odiados por la crítica especializada– y su argumento, como por arte de magia, empieza a ser elogiado hasta exaltarse como algo serio.

En este caso, esto sucede gracias a ser parte de Netflix tanto como por poseer a un súper elenco de actores que van desde John Malkovich, pasando por Toni Collete y encabezando el mismísimo Jake Gyllenhaal.

Y bueno, mi queja ni siquiera es que Velvet Buzzsaw sea una suerte de película de “Serie B encubierta” –como resultó claramente Bird Box– sino que, en el fondo, esta película ni funciona como algo serio… Y lo que es peor ¡Tampoco funciona como película de Serie B!

Quiero que esto quede muy claro: hasta para crear una buena película de segunda categoría se debe tener suficiente maestría y conocimiento para lograrlo. ¿Capisci?

Para mí, la cinta de Serie B underground Smash Cut (2009) cuyas únicas caras conocidas son la de la ex estrella porno Sasha Grey y del propio David Hess de The Last House on the Left (1972) funciona muchísimo mejor que Velvet Buzzsaw. Y lo digo en serio.

Hay algo que le quita mucho mérito a la cinta de Gilroy. Pasa que la audiencia alejada de este subgénero cree que si una película de horror tiene cierto grado de comedia deja de ser automáticamente de horror. Pero eso es un mito equiparable a que de niño Albert Einstein reprobaba en la escuela o algo así.

El horror no está peleado nunca con la comedia. Cuando se habla de cintas de Serie B Comedy/Horror o bien, de “Comedias horroríficas”, debemos tener en cuenta dos cosas importantes. Número uno: la película tanto pertenece a un género como pertenece al otro. Y número dos: los dos deben cumplir a la par de la mejor manera posible como una suerte de “balanza degenerada”.

La Velvet Buzzsaw de Dan Gilroy funge como una comedy horror que, lamentablemente, funciona de un solo lado: el de la comedia. Es magnífica e ingeniosa creando la sátira del artista contemporáneo; del crítico vendido y de las patéticas instalaciones en museos que cualquier conserje confundiría con basura. Pero en el horror, temo decir, se queda bastante corta.

Y con esto tampoco quiero decir que no sea lo “suficientemente aterradora” como para encajar en el género –ya que ese es otro mito del tipo Albert Einstein– mas es demasiado descafeinada a la hora de ofrecerlo. Comprendo las motivaciones y aún más las referencias.

Velvet Buzzsaw parece más una suerte de El Retrato de Dorian Grey de Oscar Wilde pero llevado al absurdo mundo del arte contemporáneo. Un puñado de artistas cuyas almas tan vendidas por el diablo están contenidas en cada una de sus obras para evitar ver todo aquello que en verdad les aterra: su verdadero yo.

Sí, claro, una referencia brillante, pero desaprovechada en pos de quién sabe qué. La película no tiene un chiste lo suficientemente bueno como para ser contado, ni juega con ello tampoco. Los elementos del horror, aunque presentes, carecen de carácter. No se pide un baño de sangre a lo Herschell Gordon Lewis, pero venga, por lo menos que sean un poco más creativos.

Los asesinatos –exceptuando un par de ellos– están tan desaprovechados que no sorprenden, ni cautivan ni emocionan. ¿Una película de Serie B que cumpla con ambos géneros y sea lo suficientemente consciente de lo que es, sin caer en pretensiones absurdas? The Babysitter (2017) de Joseph McGinty Nichol. Además de pertenecer a la propia casa Netflix es una excelente comedia horrorífica.

De acuerdo, entiendo el paralelismo que tiene Velvet Buzzsaw con El Retrato de Dorian Grey: “Un acercamiento más profundo o hasta literario –si así quiere verse– del artista contemporáneo”, pero luego mezcla esas leyendas urbanas acerca de pinturas malditas como El niño que llora de Bruno Amadio sin unirlas con éxito alguno.

Y vaya que puede lograrse porque ya ha pasado antes. Esta película me recordó poderosamente al segmento El virus de la carretera viaja hacia el norte, de la serie Nightmares and Dreamscape: From the Stories of Stephen King (2006) de la cadena TNT. Hasta podría ser un homenaje, ¿qué sé yo?

Basada en el cuento corto de King de la colección Todo es eventual: 14 relatos oscuros (2003) nos cuenta cómo un escritor de renombre compra un cuadro maldito cuyo personaje de la pintura termina persiguiéndolo en la vida real. ¡Oigan! Esa sí es una verdadera historia de horror con “arte maldito”.

https://www.youtube.com/watch?v=eVppu43dpcw

En resumen, la película se toma tan en serio a sí misma que resulta absurda. Es la “Serie B justificada” en su máximo esplendor. El intento de algo que no puede sostenerse por sí solo y que recurre a otros elementos rebuscados para lograrlo; para hacerte creer que es más seria de lo que es: un poco de Stephen King por allí, un poco de Oscar Wilde por allá, y un montón –pero de verdad un montón– de Walter Benjamin en todas partes. Lo que resulta más absurdo e irónico todavía.

¿Qué? Lo digo enserio. Por si fuera poco, Velvet Buzzsaw intenta devolverle al arte –mediante esta sátira horrorífica– el halo de autenticidad que ha perdido en nuestros tiempos modernos. Eso que Benjamin llama: “la pérdida del aura” –su valor irrepetible– a causa de “la politización del arte o su reproductibilidad técnica”. Dejar el rubro menos romántico y empezar a verlo más como un recurso financiero. Adiós a la tradición y hola al arte como objeto de cambio.

La misma tesis de Smash Cut (2009) tras la premisa de Herschell Gordon Lewis pero vista a través del mundo del cine de explotación o gore.

En este caso, la maldición de la que tanto se regodea Velvet Buzzsaw–y que incluso el coeditor de la revista Correspondencias, Rodrigo Garay Ysita, retoma muy bien en su crítica La Venganza de Goya– no es más que una metáfora de aquellos que no entienden el verdadero sentido de crear arte en este escabroso mundo moderno y tecnológico, y de cómo algunas obras retoman una poética venganza al más puro estilo slasher en contra de los que “secuestran a esas bellas musas irrepetibles” a favor de la comercialización y la reproductibilidad.

Claro que este bello discurso termina desplomándose porque es una película streaming fácilmente reproducible en serie a través de la tecnología. Irónico pero divertido. Es lo que más gracia me causaba pese a todo… o quizás, sólo quizás, ese haya sido el verdadero terror contenido en su premisa –la autoparodia de la autoparodia– y fui tan tonto que ni siquiera lo noté.

Sea como sea, Dan Gilroy ha sufrido un bajón tremendo con esta película. Luego de la encantadora y malsana Nightcrawler (2014) sobre la exploración del bajo mundo del periodismo de nota roja –nuevamente con Jake Gyllenhall y Rene Russo– uno no esperaría ver algo como, pues… Velvet Buzzsaw. De lejos, la disfuncional sátira del mundo del arte.

Sinopsis:

“Después de que se descubren pinturas de un artista desconocido, una fuerza sobrenatural cobra venganza sobre quienes han permitido que su codicia se interponga en el camino del arte”.

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Autor Lado B
Héctor Jesús Cristino Lucas
Héctor Jesús Cristino Lucas resulta un individuo poco sofisticado que atreve a llamarse “escritor” de cuentos torcidos y poemas absurdos. Amante de la literatura fantástica y de horror, cuyos maestros imprescindibles siempre han sido para él: Stephen King, Allan Poe, Clive Barker y Lovecraft. Desequilibrado en sus haberes existenciales quien no puede dejar (tras constantes rehabilitaciones) el amor casi parafílico que le tiene al séptimo arte. Alabando principalmente el rocambolesco género del terror en toda su enferma diversidad: gore, zombies, caníbales, vampiros, snuff, slashers y todo lo que falte. A su corta edad ha ido acumulando logros insignificantes como: Primer lugar en el noveno concurso de expresión literaria El joven y la mar, auspiciado por la Secretaría De Marina en el 2009, con su cuento: “Ojos ahogados, las estrellas brillan sobre el mar”. Y autor de los libros: Antología de un loco, tomo I y II publicados el 1° de Julio del 2011 en Acapulco Guerrero. Aún en venta en dicho Estado. Todas sus insanias pueden ser vistas en su sitio web oficial. http://www.lecturaoscura.jimdo.com
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