Lado B
El día que Morelia se detuvo
Las filas de carros afuera de las gasolineras están alimentadas únicamente por la esperanza de que la situación mejore, de que una pipa de Pemex aparezca
Por Lado B @ladobemx
10 de enero, 2019
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Rodrigo Caballero Díaz | IDI Media

@RodCaballero

Morelia.- “Al que traiga más de dos bidones lo vamos a regresar a la verga”, dijo un señor enojado que llevaba más de siete horas esperando en la fila de la gasolinera que está sobre el libramiento de Morelia en la colonia Insurgentes al oriente de la ciudad.

Su carro, un Chevrolet Astra color café anda con el puro aroma de la gasolina, hace tres días le puso 350 pesos que alcanzan para un cuarto del tanque y luego de unas vueltas por la ciudad una luz roja le advirtió que su inversión se había terminado.

Ahora espera en una larga fila con la esperanza de que los despachadores no les sigan mintiendo, porque cuando llegó le dijeron que en dos horas arribaría una pipa y esas dos horas se hicieron tres y luego cuatro y cinco hasta llegar a siete.

“Me voy a quedar aquí a dormir, no me importa porque ya no me alcanza la gasolina ni para regresar a mi casa, mejor me duermo en el carro y aquí me quedo hasta que haya gasolina”, sentenció.

Delante de su carro hay otros seis automóviles y adelante ya no hay vehículos, hay garrafas de aceite vegetal, botes de Pinol y bidones blancos, rojos y amarillentos que sirven para apartar el lugar de los que se fueron.

Los que llegan con bidones son proscritos, los ven como si fueran acaparadores y no les permiten llenar más que un solo envase, aunque no hay gasolina ni para llenar ese único bote pero -cuando llegue- nada más les van a permitir un bote.

“Nada más 20 litros, ya quedamos que cuando llegue nada más 20 litros para cada quien”, dijo, sintiéndose orgulloso por haber organizado a la gente que es capaz de racionar un combustible que ni siquiera han visto.

Filas de esperanza

Luego de 35 minutos de espera, un conductor se bajó de su automóvil y caminó 700 metros desde donde estaba estacionado hasta la gasolinera solamente para darse cuenta que no había nadie despachando y la estrada estaba cerrada.

Caminó desde la entrada del cementerio de Gayosso sobre el periférico Paseo de la República hasta la estación de servicio que está enfrente de Cotsco y se encontró que las bombas estaban detenidas desde hacía 12 horas.

“Me vine a asomar porque ya se me hacía mucho tiempo que estaba esperando, yo pensé que aquí sí había gasolina pero nada, yo creo que mejor me voy y ya busco mañana”, dijo el hombre mientras regresaba a su automóvil.

La fila es tan larga que se extiende desde una gasolinera hasta otra, que está a contra esquina del panteón de Gayosso, en este otro punto ha habido varios pleitos porque hubo quien se quiso meter en la fila.

“Aquí hace rato andaban varios gandallitas pero los corrimos, todos tenemos derecho a la gasolina”, dijo una mujer que ahora lleva tres horas esperando que el servicio se restablezca pero nada.

Ella contó que una mujer y su hijo intentaron colarse en la fila y casi se soltaban a golpes pero llegaron los policías y los hicieron que se fueran para evitar que escalara el conflicto y alguien saliera lastimado.

“Yo ya llevo varias horas aquí, la verdad no nos dicen nada pero yo espero que pronto nos vendan gasolina, ya no me voy a mover porque se me fue el día buscando gasolina, toda la tarde anduve hasta Lagunillas y nada, me terminé gastando la gasolina”, aseguró.

La conductora del Mazda 6 color gris ahora espera que no se haga muy tarde esperando a que una pipa se asome en el horizonte, mientras tanto escucha canciones en la radio, atenta de que no se le vaya a bajar la batería del automóvil pero usarlo en exceso.

Las filas de carros afuera de las gasolineras están alimentadas únicamente por la esperanza de que la situación mejore, los automovilistas se pasan viendo el espejo retrovisor con la ilusión de que una pipa de Petróleos Mexicanos (Pemex) aparezca de pronto.

Pero las pipas no llegan, los únicos que pasan son otros automovilistas que fueron lo suficientemente precavidos, gandallas o afortunados para conseguir combustible antes de que Morelia se detuviera.

Larga noche

La gasolinera a la entrada del fraccionamiento Satélite fue la última que tuvo combustible la noche de este lunes 7 de enero de 2019, a las 20:00 horas todavía estaba despachando sin restricciones a todos los automovilistas que se paraban.

La fila de carros era casi de dos kilómetros y llegaba hasta la entrada de Ciudad Industrial, cientos de morelianos recibieron el pitazo en Facebook y corrieron a conseguir combustible.

En las demás 90 estaciones de servicio el líquido se terminó por la noche, el enojo era evidente pero la resignación también llegaba rápido; “ni modo a usar la combi mañana”, decía alguno, “a ver cómo le hacemos nosotros”, aseguraba otro.

Cuando las bombas dejaron de surtir en la gasolinera de San Rafael comenzaron las rechiflas, unas mentadas de madre para el ex presidente Enrique Peña Nieto, otras para el actual presidente Andrés Manuel López Obrador.

“La van a subir hasta el cielo, por eso le cortaron”, dijo un automovilista, quien cree que todo forma parte de una treta del Gobierno Federal para acabar más rápido con su salario con el aumento al precio del combustible.

Otros acusan a los huachicoleros, los ladrones de combustible, por provocar la crisis de desabasto, “son ellos mismos”, gritan desde el fondo, los mismos funcionarios de Pemex están metidos en el negocio de robarle el petróleo a los mexicanos.

“No podemos estar tan mal, nosotros somos un país petrolero”, dice una señora mientras carga un bote de aceite de girasol que pretendía llenar con gasolina Magna, de la verde, para llenar el tanque de su Nissan March, que se quedó vacío adentro de su casa.

Al final llegaros las recomendaciones entre los que se iban decepcionados: “usa el automóvil solamente para lo indispensable”, “no compres más gasolina de la que necesitas”, “comparte tu carro”, “usa transporte público”, “camina”, “usa bicicleta”.

“Vamos a tener que adaptarnos, ya ni modo”, dijo la señora del March y se fue caminando a su casa, al final del día en que Morelia se detuvo.

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