Lado B
Bird Box. O la teoría de “la serie B justificada”
El cine actual nos ha entregado una serie de películas que fácilmente entrarían en el campo de la Serie B, pero que las ofrecen como si fueran cintas serias
Por Héctor Jesús Cristino Lucas @
24 de enero, 2019
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Foto tomada de Youtube

Héctor Jesús Cristino Lucas

Hay algo de morbo y fascinación en siquiera imaginar el fin de las cosas. ¿Para qué negarlo? La imaginación humana, incluso, ha dado rienda suelta a esta premisa y nos ha otorgado no sólo cientos, sino miles de películas, libros e historietas que simulan y que indagan, como una suerte de escalofriantes escenarios… el cómo todo puede llegar a su fin. Ya sea el apocalipsis, el Armagedón o el día del juicio. Llámale como quieras.

Tanto se ha contado a través de la ciencia ficción como del horror, que mientras más avanza la humanidad, y con ella la tecnología, el armamento nuclear o los múltiples descubrimientos… más parece que la fantasía y la imaginación cobran un poderoso sentido, una escalofriante posibilidad. Porque en el fondo, estos géneros no son más que el simple reflejo de nuestros temores. Y uno de ellos –de los más grandes– es cómo todo lo existente puede terminar.

Dentro la literatura, este tema ha explorado diversos escenarios que van desde el inevitable agotamiento de recursos y la posterior huida a Marte para empezar de cero, con Crónicas Marcianas (1950) de Ray Bradbury, hasta la impactante invasión alienígena a gran escala que nos hizo creer el fantástico H. G. Wells en The War of the Worlds (1898).

Ahora, en el séptimo arte, estas historias lograron trasladar los temores al apocalipsis de manera más gráfica. En el horror, teníamos a George A. Romero haciéndonos creer que los muertos resucitarían para devorarnos a todos como en Night of the living Dead (1968) y, por otro lado, en la ciencia ficción, Michael Bay nos deslumbraba con la inevitable colisión de un enorme asteroide a la Tierra en Armageddon (1998).

El género apocalíptico, también conocido como “Ciencia ficción apocalíptica”, es y será por siempre un tema tan actual. Tanto que nos recuerda, de manera morbosa por supuesto, que, en cualquier momento, todo lo que conocemos y conocimos alguna vez, todo sin excepción… se puede ir al carajo.

En los últimos años, las películas de este tipo continúan explorando diversos escenarios de forma más recurrente entre la ciencia ficción y el horror. Como una especie de placer masoquista que nos encanta a todos.

Por un lado, Avenida Cloverfield Lane (2015) del productor JJ. Abrams, nos narró la impactante historia de tres personajes encerrados en un búnker bajo tierra luego de que algo apareciera en nuestro planeta para acabar con todo.

John Krasinski, nos entregó una interesante visión post apocalíptica en A Quiet Place (2018) sobre una extraña plaga de criaturas que, basadas sólo en el sonido, lograron exterminar a gran parte de la humanidad.

https://www.youtube.com/watch?v=m8uIqLTlpro

Ésta última, que de hecho se convirtió en una de las favoritas del año entre los fans del horror, significó un enorme éxito comercial que, de sus $17 millones de presupuesto inicial, logró recaudar hasta $338 millones en todo el mundo. Lo que resulta curioso, porque este tipo de película –sobre criaturas extrañas y apocalipsis repentinos– en otro tiempo, no sería más que una simple cinta de Serie B cualquiera sólo apta “para frikis”.

No sé ustedes, pero últimamente, este tipo de películas han logrado conquistar más audiencia de la que usualmente conquistaría. Ya no parece ser un subgénero marginado después de todo. Al contrario, los filmes apocalípticos parecen ser de los más aclamados en nuestra época luego de que el Fenómeno Zombi se reavivara por todas partes.

Como que el simple hecho de contemplar el final de este mundo va muy de acuerdo con la época. En esta apocalíptica condición posmoderna a lo Jean-François Lyotardque nos obliga a reiniciarlo todo –ya que nada ha funcionado– y comenzar otra vez, percibo un amor enfermizo. Uno tan extraño por este tipo de filmes que… resulta hasta encantador, lo confieso. Es la esencia absoluta de nuestros tiempos.

Y casi al finalizar el 2018, una de estas cintas provenientes de Netflix, vuelve a instalarse en el imaginario colectivo de la nueva era. La adaptación de la novela homónima de Josh Malerman, Bird Box, que de la noche a la mañana se volvió un referente inmediato del cine de entretenimiento actual.

No sólo los memeso el peligroso Bird Box Challenge que surgieron luego de su estreno en la plataforma prueban la peculiar fascinación que existe por este tipo de temáticas, esto mismo me convenció sobre una teoría que llevaba construyendo hace algunos meses acerca de este tipo de películas.

Verán, Netflix arriesga… y arriesga bastante. Pero lo mejor es que sale ganando en la gran mayoría de los casos.

Quizás no le ha ido muy bien adaptando anime a live action como lo ocurrido con la terrible versión de Death Note (2017) que nos presentó Adam Wingard, pero vaya que sí ha tenido un éxito rotundo comprando algunos guiones rechazados por las grandes industrias, como con la encantadoraThe Babysitter (2017) de Joseph Nichol o la curiosa Bright (2017) de David Ayer.

Proyectos que iban y venían por distintas manos en Hollywood pero que jamás terminaron por concretarse.

En el caso de Bird Box: una novela scifi/horror que destacó principalmente en Reino Unido allá por el 2014, y que después llamó tanto la atención en Estados Unidos que la propia Universal Studios intentó comprar los derechos para adaptarla. Sin embargo, el proyecto no prosiguió y Netflix terminó adquiriéndolo, esta vez, con la dirección de la cineasta danesa Susanne Bier y el mismísimo guionista de Arrival (2016), Eric Heisserer.

¿Qué les puedo decir? Me causa bastante gracia, pero en el buen sentido. Porque sí, Bird Box es una película correcta, con suspenso llevadero y unas actuaciones excelentes por parte de su elenco. Sobre todo, de una fascinante Sandra Bullock y de un magnífico John Malkovich. Pero fuera de todo eso, de las bromas en redes sociales y de tanta tontería, tampoco se vale exagerar.

No estamos frente a ninguna joya ni mucho menos. El público de la nueva generación, de alguna u otra forma, cae rendido ante este tipo de producciones por moda y fascinación momentánea. El cine actual, sobre todo de categoría Netflix, nos ha entregado una nueva y deslumbrante serie de películas que fácilmente entrarían en el campo de la Serie B, pero que las ofrecen como si fueran cintas serias. Te convencen, por más loco que parezca, de que lo son.

Esa es la tonta –mi tonta– teoría de “La serie B justificada”.

Pero tampoco me malinterpreten. No estoy en contra esta plataforma streaming. Todo lo contrario. Mi teoría halaga a esta productora por ser capaz de transformar un argumento poco convincente para Hollywood, en una poderosa película de entretenimiento voraz capaz de tomarse enserio, ya sea por unas caras conocidas… o sólo porque es propiedad Netflix. Es la “justificación básica” que les hacía falta a los filmes de bajo presupuesto de los 80.

Eso es lo gracioso. Eso es lo que me hace amar a esta película más que al escándalo ocasionado por Sandra Bullock y su venda en los ojos.

Bird Box, contrario a lo que muchos se atreven a insinuar, no es innovadora ni fresca, pero se mueve bastante bien entre las múltiples referencias u homenajes tanto a la literatura como al cine de horror y ciencia ficción.

Percibo un poco de Lovecraft y sus entidades cósmicas, como en La Llamada de Cthulhu, mientras que el desarrollo de sus personajes en medio de una catástrofe apocalíptica, emula bastante a las tácticas usadas por el propio Stephen King, como en la novela The Mist (1981).

Y aunque Josh Malerman empezó a trabajar en la historia de Bird Boxmucho antes de que se estrenara The Happening (2008) de Night Shyamalan, es inevitable compararla con ella y con la premisa base de los suicidios masivos.

Sin embargo, la referencia más grande y evidente –y creo que muchos lo notaron– es que Bird Box, en realidad es una suerte de versión alternativa del Ensayo de la Ceguera (1995), pero más enfocado al horror. No es ningún divague intelectualoide ni mucho menos. La idea de llamar a ese par de personajes como “niño y niña”. ¡Dios!, es tan José Saramago.

En conclusión, Bird Box es una película destacable y entretenida, con excelentes actuaciones y uno que otro arco argumental interesante. Pero no más que eso. El uso de un hipotético fin del mundo basado en alguno de nuestros sentidos ya fue usado antes en películas como A Quiet Place o en libros como el Ensayo de la Ceguera… pero la película de Susanne Bier no lo hace tan mal, tampoco.

Recomendable, claro, así como cualquier otra película de explotación de los ochentas, sólo que con la marca Netflix en su portada. Es decir, “Serie B Justificada”. ¡Ja!

 

Sinopsis:

“Una fuerza misteriosa se ha apoderado de la tierra. Las personas que se mantienen con vida refugiadas en el interior de las casas solo saben una cosa: si la ven, mueren. Malorie (Sandra Bullock) ha conseguido sobrevivir junto a sus dos hijos, pero, esperanzada, reúne fuerzas para abandonar el refugio en el que viven hasta ahora. Durante dos días, harán un peligroso viaje con los ojos vendados, con el objetivo de encontrar un lugar mejor, pero pronto se darán cuenta de que algo les sigue”.

*Foto de portada tomada de Youtube

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Autor Lado B
Héctor Jesús Cristino Lucas
Héctor Jesús Cristino Lucas resulta un individuo poco sofisticado que atreve a llamarse “escritor” de cuentos torcidos y poemas absurdos. Amante de la literatura fantástica y de horror, cuyos maestros imprescindibles siempre han sido para él: Stephen King, Allan Poe, Clive Barker y Lovecraft. Desequilibrado en sus haberes existenciales quien no puede dejar (tras constantes rehabilitaciones) el amor casi parafílico que le tiene al séptimo arte. Alabando principalmente el rocambolesco género del terror en toda su enferma diversidad: gore, zombies, caníbales, vampiros, snuff, slashers y todo lo que falte. A su corta edad ha ido acumulando logros insignificantes como: Primer lugar en el noveno concurso de expresión literaria El joven y la mar, auspiciado por la Secretaría De Marina en el 2009, con su cuento: “Ojos ahogados, las estrellas brillan sobre el mar”. Y autor de los libros: Antología de un loco, tomo I y II publicados el 1° de Julio del 2011 en Acapulco Guerrero. Aún en venta en dicho Estado. Todas sus insanias pueden ser vistas en su sitio web oficial. http://www.lecturaoscura.jimdo.com
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