Lado B
Bordar con esperanza, a pesar de la tristeza y la rabia: Rosa Borrás
"La visibilización a través del pañuelo se vuelve un pequeño acto de reparación, una forma de consuelo al no poder obtener justicia"
Por Majo Andrade @MajoAg23
22 de noviembre, 2018
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Foto: Marlene Martínez

María José Andrade

En junio de 2011 el Colectivo Fuentes Rojas, tras varias acciones anónimas, comenzó a bordar en Coyoacán, Ciudad de México, para comenzar una visibilización y sensibilización del estado de emergencia en el que se sumió el país tras la guerra contra el narcotráfico. A Rosa Borrás un amigo la invitó a participar en dicho proyecto, que terminó llamándose Bordando por la Paz y la Memoria. Una víctima, un pañuelo.

Bordar asesinatos con rojo, personas desaparecidas con verde: las víctimas de una guerra que nadie pidió. Darles materialidad, que no sean una cifra más en un sistema en el que es imposible acceder a la justicia.

Rosa es una artista plástica que ha vivido en Puebla desde hace trece años. La acción social a través del arte le interesó a partir del sexenio de Felipe Calderón. Bordando por la paz le atraía por ser un proyecto colectivo autogestivo y sin ánimos de lucro, que transforma a una actividad tradicionalmente femenina y doméstica en una manifestación estética pacífica. Ella trajo el movimiento a Puebla en agosto de 2012, una de las muchas réplicas que hubo en catorce estados del país y otras ciudades del mundo.

En un principio bordó pañuelos de casos nacionales que mandaba al colectivo principal en la Ciudad de México. Pronto se dio cuenta de lo necesario que era abordar casos locales, así como hacerlo públicamente. El colectivo, en ese momento compuesto por once personas, comenzó a bordar los domingos en la Plaza de la Democracia y otros lugares poblanos.

Recuperar el espacio público. También hacer una gráfica viva al poner el cuerpo en el espacio. Que la gente vea los nombres, que vea que no le pasa a gente sin rostro, que no normalice la violencia, que se conmueva.

Bordar feminicidios en Puebla

En los dos primeros años de existencia del colectivo, entre 2012 y 2014, se habían bordado nombres de mujeres asesinadas por violencia de género como parte de bordadas especiales, entre las cuales también se hicieron pañuelos sobre crímenes de odio con hilo arcoíris, o casos que impactaron de alguna forma a los bordadores, ya fuera por su grave índice de impunidad o de descomposición social.

Como bordadora todos tus afectos se involucran. El hilo y la aguja crea vínculos de empatía. Conectas con la víctima con cada puntada, un fragmento de tiempo que le dedicas en cada letra de su nombre.

Recuerdan mucho el caso de un hombre que tras mucho observar al colectivo, que se encontraba bordando y exponiendo pañuelos en el Zócalo de Puebla, se acercó y Rosa platicó con él. Contó el caso de su sobrina, a la que habían violado y asesinado; los culpables, aunque perfectamente identificables, se libraron de pagar el delito al comprar a un juez. A la siguiente semana ya había un pañuelo con el nombre de ella, el señor se lo llevó a su casa.

Las familias lo agradecen. La visibilización a través del pañuelo se vuelve un pequeño acto de reparación, una forma de consuelo al no poder obtener justicia.

Rosa también recuerda el caso de Guadalupe Abigail Bautista Sánchez, que fue encontrada dentro de una maleta abadonada en la esquina de la 8 poniente y la 13 norte, quien fue por unos días “la desconocida número 1” del 2013. Le dedicó un pañuelo de la colección de su abuela: “encontraron su cuerpo a unas cuantas cuadras de donde vivía entonces, tirada en la basura, como un desecho… todos son injustísimos, ¡todos!, pero hay unos que impactan más personalmente… ”.

Sin embargo, en el transcurso de 2016 la cifra de feminicidios en Puebla crecía de manera tan alarmante que era imposible ignorar la situación de violencia hacia la mujer; según el registro hemerográfico del Observatorio Ciudadano de Derechos Sexuales y Reproductivos  (Odesyr) –que el colectivo ha tomado como base de datos–, en ese año hubo un total de 82 feminicidios.

En noviembre de ese año, tras un periodo en que las actividades de Bordando por la paz, Puebla perdieron regularidad, Rosa Borrás reactivó el bordado al decidir que se harían pañuelos específicamente de feminicidios y las bordadas serían en espacios protegidos.

Foto: Marlene Martínez

La carga simbólica de los pañuelos cambia, dice Borrás, porque al enfocarse en el asesinato de las mujeres por ser mujeres se toma una postura que denuncia a toda una sociedad que violenta por género y a un Estado omiso; mientras que los bordados de asesinatos y desaparecidos en la guerra contra el narcotráfico implican otro tipo de postura y discurso.

Los pañuelos desde 2016 sólo tienen bordado el nombre de la mujer asesinada, ya no hay datos específicos del caso. Queremos que se sepan sus nombres, no revictimizarlas.

Rosa calcula que tienen unos ciento cincuenta pañuelos de feminicidios, ya han bordado todos los nombres del 2016 y se encuentran haciendo los de 2017, los cuales, según el Odesyr, son un total de 101 –aunque en al menos veinte casos no hay un nombre que bordar, las víctimas siguen en calidad de “desconocidas”–.

Se borda con esperanza, aunque te estés sumando a la tristeza y a la rabia. Algo cambia internamente en el bordador, pero se espera que algo más cambie a través de la reflexión colectiva, al menos que no se olviden los nombres y las familias de las víctimas; tal vez hacer notar que todos deberíamos estar exigiendo justicia.

Tras terminar de bordar los nombres de feminicidios del año pasado planea que se siga con los de 2010 a 2015, tal vez revisar más bases de datos, cruzarlas y actualizar información que se tiene de los casos, y hacer los de 2018. Según el Odesyr, de enero al 8 de noviembre de 2018 se cometieron 71 feminicidios en Puebla.

No vamos a cambiar el mundo bordando, pero sí visibilizamos lo que se tiene que cambiar, lo que no podemos tolerar que exista.  

Bordando por la paz, Puebla tuvo una exposición este año en la Galería de Arte Pedro Arrupe, S.J., de la Universidad Iberoamericana. El acercamiento con las universidades es una forma de ganar otros espacios y visibilizar ante otro tipo de público. También, el 25 de octubre se hizo una bordada especial por periodistas asesinados y desaparecidos en la Facultad de Arquitectura de la BUAP.

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Autor Lado B
Majo Andrade
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