Lado B
Quecholarte: las raíces de Quecholac
La organización que lleva cuatro años rescatando la historia, tradiciones y raíces del municipio de Quecholac, abrió ya la primera etapa de su museo
Por Aranzazú Ayala Martínez @aranhera
11 de octubre, 2018
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Aranzazú Ayala Martínez

@aranhera

Es domingo a mediodía y, aunque pareciera que el pueblo está muerto o todos están en misa, en una hora entran diez personas por el portón abierto de la casa del museo comunitario de la agrupación Quecholarte y Cultura A.C. La organización, que lleva cuatro años trabajando para rescatar la historia, tradiciones y raíces del municipio de Quecholac, en la zona centro de Puebla, abrió la primera etapa de su museo apenas en julio y, aunque sólo abren dos días a la semana, los visitantes no dejan de llegar.

Hace cuatro años se creó Quecholarte y Cultura, y un año más tarde se constituyeron legalmente como asociación civil. Desde el inicio empezaron a reunir objetos históricos de la comunidad: desde piezas arqueológicas hasta fotografías antiguas, exponiéndolas en espacios que abrían sus puertas temporalmente, como iglesias y casas.

Sin embargo, desde un primer momento comenzaron con la gestión para conseguir un inmueble donde se albergara un museo que tuviera los objetos que cuentan la historia de la comunidad.

Al principio no encontraron mucho de la historia del pueblo pero conforme empezaron a investigar descubrieron que la región es rica en fósiles, yacimientos arqueológicos y también en historia prehispánica, pues Quecholac fue un señorío importante y de los últimos que cayeron ante los españoles y tlaxcaltecas antes de la toma de la Gran Tenochtitlán.

Durante estos años Quecholarte hizo pequeñas exposiciones itinerantes en espacios que les prestaran, como iglesias o casas particulares. Lo que desde un inicio fue su meta, el tener un espacio propio, lo consiguieron apenas en abril de este año después de interminables gestiones con el ayuntamiento saliente.

Un paraíso prehistórico y prehispánico

En la región se han encontrado restos óseos y fósiles de animales prehistóricos, desde muelas de mamut hasta el famoso gliptodonte, una especie de armadillo gigante que llegó a existir también con los primeros seres humanos.

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Pterosaurio

La imagen puede contener: exterior

Dientes de Megalodon y Leptthosthirax macrorhiza

Una de las dos salas del museo tiene una pequeña vitrina atiborrada de vasijas y tepalcates, la mayoría en muy buen estado. ¿Y de dónde son? «De aquí”, contesta Isabel Fernández Vega –una de las fundadoras de la organización–. Todas las han encontrado los vecinos en sus terrenos o trabajando en el campo. La mayoría de vestigios estaban abandonados y llenos de polvo en las casas antes de que existiera Quecholarte.

Isabel explica que ha sido difícil acostumbrar a la gente a que no tire las vasijas o a que quiera que estén en el museo, ya que al principio desconfiaban porque todavía no había un lugar establecido para las exposiciones.

Desde julio, cuando se inauguró la primera etapa del museo, han logrado que la gente les preste varias vasijas, tepalcates y figuras que emergieron de las tierras de Quecholac.

Así, a un lado de la vitrina está la parte prehistórica; sobre una mesa hay mandíbulas de caballo, la gigantesca muela de un mamut y fragmentos de huesos de piernas y cadera, junto con representaciones a escala de algunas de las especies de dinosaurios que vivieron en la región. La zona es la antesala de la reserva de la biosfera Cuicatlán y Zapotitlán, lugares conocidos por sus hallazgos prehistóricos de lo que Isabel llama “megafauna”.

En la sala tienen también objetos antiguos como cámaras de fotografía, libros y reproducciones de códices y lienzos que hablan de Quecholac desde tiempos de Hernán Cortés; relatan cómo los lugares que actualmente pertenecen a los municipios de Tecamachalco, Palmar de Bravo, Felipe Ángeles y Tepeaca eran ya asentamientos bien establecidos en las épocas previas a la gloria del Imperio Azteca.

El principal rescate que ha hecho Quecholarte es el de las máscaras del baile de los Gracejos, una danza que descubrieron se hace dos veces al año en época de cosecha y siembra.

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Máscaras del baile de los Gracejos

Las máscaras se hacen con la parte seca del centro del maguey, conocida como mezontle o mezontel. El maguey se va a buscar al monte, se corta el mezontle y después se talla como si fuera madera, creando el rostro de un viejo con cuernos de demonio, que se ponen para despistar al diablo y confundirlo; que no sepa si los danzantes son almas o personas.

Cultura, cultura y más cultura

El inmueble, otorgado en comodato, al lado del convento y a unos metros del zócalo del municipio, es una casa antigua que estaba casi en ruinas. Isabel da una visita guiada por toda la casa enseñando los dos cuartos que ya están habilitados y el amplísimo jardín al que todavía le faltan faenas. Entrando hay un pasillo que tiene a cada lado una de las salas de exhibición y después está el patio. Del lado derecho demolieron dos cuartos y al fondo todavía queda una buena parte del techo de las habitaciones, una de ellas conserva la construcción donde estuvo el bracero de la cocina.

Isabel y los demás integrantes de la organización están contentos porque finalmente tendrán un espacio por los próximos 20 años. No obstante, todavía falta mucho para que la casa esté lista; todo lo que han remodelado hasta ahora ha sido con ayuda de amigos y vecinos, desde quienes donan su mano de obra para hacer faenas hasta quienes mandan dinero de Estados Unidos para comprar materiales .

A Quecholarte lo ha construido la comunidad.

La organización tiene muchos planes a futuro; no sólo tener el espacio de exhibición más grande y completo, sino convertirlo en un centro cultural con baños, cafetería, auditorio y espacio para eventos.

También lo que quieren es dar talleres para niños y jóvenes, de arte y cultura así como de las tradiciones locales.

*Fotos tomadas de Quechol-Arte y Cultura A.C.

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Autor Lado B
Aranzazú Ayala Martínez
Periodista en constante formación. Reportera de día, raver de noche. Segundo lugar en categoría Crónica. Premio Cuauhtémoc Moctezuma al Periodismo Puebla 2014. Tercer lugar en el concurso “Género y Justicia” de SCJN, ONU Mujeres y Periodistas de a Pie. Octubre 2014. Segundo lugar Premio Rostros de la Discriminación categoría multimedia 2017. Premio Gabo 2019 por “México, el país de las 2 mil fosas”, con Quinto Elemento Lab. Becaria ICFJ programa de entrenamiento digital 2019. Colaboradora de “A dónde van los desaparecidos”
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