Lado B
Iker y André: hijos, nietos y hermanos
A veces sueño con temblores. Cuando me despierto y todo se mueve creo que sigo en un sueño, pero una vez sí era un temblor de verdad. Me quedó un trauma
Por Alonso Pérez Fragua @fraguando
30 de octubre, 2018
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#MemoriaSísmica #S19 #PuebladePie

Alonso Pérez Fragua

@fraguando

A veces sueño con temblores. Cuando me despierto y todo se mueve creo que sigo en un sueño, pero una vez sí era un temblor de verdad. Me han tocado como cinco temblores: este último es el más fuerte y nunca se me va a olvidar. Me quedó un trauma. Los cinco que digo son el del año pasado; el de la noche que pasó unos días antes; otro cuando iba camino a mi clase de Tae Kwon Do; otro temblor cerca de mi casa –luego de Tae Kwon Do–; y otro fue el que me agarró dormido.

¿De qué me acuerdo del temblor de 2017? Me acuerdo de todo. Me acuerdo de que fue de 7.5 grados o algo más o menos así. Yo estaba en la casa de mis abuelos maternos; iba subiendo las escaleras cuando empezó a temblar. Fue como a las dos de la tarde porque ese año yo salía de la escuela a la 1. Todavía llevaba puesto mi uniforme de Educación física. Cuando empezó a temblar yo me quería salir luego luego, pero me quedé adentro de la casa porque ahí estaba mi hermano Abel, que tiene 3 años, y mi abuela nos dijo que nos quedáramos debajo del marco de la puerta. Así que nos quedamos ahí todo el temblor. Tenía mucho miedo. No solo por cómo se movía la tierra, sino porque sé que una casa se puede derrumbar en ocho o diez segundos y si no sales en ese tiempo, pues te cae encima… bueno, eso es lo que investigué en internet, no sé si sea correcta la información.

Fue muy, pero muy fuerte. Las cosas se movían muy brusco. Había mucho ruido: eran las alarmas de los autos y la gente gritando y llorando. Me parece que había una niña llorando. No sé si lo que escuché era la tierra, pero sonaba como si algo se hubiera caído, como si un cuchillo grande se hubiera impactado contra el suelo.

Cuando terminó de temblar, agarré ahora sí a mi hermano y salí corriendo a la calle. Yo le gritaba a la abuela que se saliera, pero no me hacía caso. Afuera esperé como tres minutos y ya regresé y me quedé abajo durante una hora, jugando con Abel para tranquilizarlo. Mientras todo se movía no se asustó –él no entiende qué es un temblor–, pero luego sí estaba un poco histérico porque cuando salimos se cayó y se pegó con una piedra, por eso estaba llorando y yo jugaba con él.

Mi abuela estaba muy preocupada por mi mamá y por mi abuelo, no sabía si estaban bien. Ella se quedó también una hora abajo; no quería subir. Ya luego subimos a ver todo lo que se había caído junto con mi mamá y la niñera de Abel.

Tardé como 10 días en regresar a la escuela. Según sé ahí no ha habido simulacros. Bueno, sí, de vez en cuando, pero lo que sé es que nunca nunca nunca ha habido un temblor en hora de clases.

Los tres primeros días después del temblor me preparé para el siguiente. Mi mamá tuvo la idea de comprar una mochila de primeros auxilios que tomas rápido si tienes que salir de tu casa cuando tiembla. Ahorita la tengo todavía, pero solo en la casa de mis abuelos para cuando me quedo con mi mamá. Ahí, si pasa otro temblor, ya estoy más tranquilo porque sé que Abel ya camina más rápido y entonces podré salir más rápido. Esa casa debajo tenía un hueco en el lugar que debía ir el desagüe y además atrás está el río, así que se puede ir para abajo pero, si no se ha caído hasta ahora, ya no se cae.

En casa de mi papá no tengo mochila de emergencia porque la zona en la que vive es más segura para los temblores, además de que en medio de la sala hay dos columnas muy grandes y si tiembla, me abrazo a ellas y no pasa nada. El cuarto donde duermo está cerca de la salida, así que estoy bien ahí. O sea, no me siento más seguro, porque la casa es vieja, tiene como 40 años, pero al mismo tiempo se ve resistente.

Últimamente ya sé más de temblores. Ya me siento listo. En casa de mi papá, si tengo suerte y no hay ningún auto en el estacionamiento, puedo salir más rápido a la calle; pero si está bloqueada la salida, solo me abrazo de las columnas que están en la sala y todo está bien.

Me llamo Iker y nací el día de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Beijín, el 8 de agosto de 2008: ocho del ocho del ocho. No tengo pasatiempos porque apenas tengo tiempo: tengo escuela y luego voy a piano, Tae Kwon Do, chacos, box y natación; solo tengo tiempo para ir a todo eso y ver mis películas favoritas. Las caricaturas ya no me interesan. Mi compositor favorito del pasado es … no sé, entre Mozart y Beethoven.

*

No había pensado en el terremoto hasta que me lo recordaste. Ya sabes que los temblores son una sensación mala; es algo que viene desde el interior de la tierra y es algo muy fuerte. Y entonces si te toca, es una sensación muy fea. Ya había sentido otros temblores, pero lo que pasó en ese terremoto a mí me asustó mucho.

No sabía qué iba a pasar. Estaba con tres amigos. Uno se llamaba Mateo, el otro se llamaba Alex y el otro se llamaba… no me acuerdo… Bueno, este, estaba en el piso de hasta arriba de mi escuela, hasta el fondo. Las misses nos dijeron que fuéramos a nuestra zona de seguridad que era en medio de la cancha de básquetbol. Yo sentí mucho miedo, pero no lloré. Cuando bajamos las escaleras sentí que se iban a caer. Entonces ya bajamos y fuimos a nuestra zona de seguridad, y ya.

Algunos compañeros lloraban. Yo no. Yo lloré hasta el rato, cuando llegué a la casa de mis abuelos.

Antes del terremoto hicimos un simulacro: eso fue bueno porque pudimos hacerlo bien y nadie se quedó en los salones, pero de todos modos el terremoto me dio mucho miedo. Ya había hecho simulacros en otros lugares, y eso es bueno.

Luego del terremoto vino mi abuelo por mí. Cuando salimos, vi la calle abollada o algo así, y a toda la gente asustada. Luego lloré cuando llegué a la casa de mis abuelos y luego llegó mi mamá por mí. Y luego vi a mi papá: cuando llegó a mi casa en la noche y me abrazó, lloró; aunque si le preguntas ya no se acuerda. Él y mi mamá me abrazaron mucho; ellos siempre me dan muchos abrazos.

Mi papá dice que soy muy expresivo, pero no le conté mucho del terremoto. Como te dije, sí me asusté, pero el simulacro ayudó a que estuviera… este… pues a no sentir tan feo. Eso fue lo que pasó o lo que me acuerdo del terremoto.

Soy André y me gusta tocar la batería y disfrazarme de Capitán América: no siempre, solo a veces. Tengo 7 años y cuando creo que algo puede mejorar o no está bien, lo digo, como cuando mis compañeros del colegio y yo adoptamos un camellón para que esté siempre sano: mi idea es sembrar árboles frutales y poner juegos para que todos tengan un lugar bonito para jugar y para cortar fruta si tienen hambre.

[quote_center]Memoria sísmica es un proyecto periodístico de Alonso Pérez Fragua para LADO B que se publica cada miércoles desde el 5 de septiembre de 2018. Busca materiales adicionales en Instagram y Twitter con el HT #MemoriaSísmica. Encuentra también la lista de canciones alusiva a esta crónica en Spotify en estas ligas: Iker | André. [/quote_center]

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Autor Lado B
Alonso Pérez Fragua
Alonso Pérez Fragua es periodista, gestor cultural y eterno aprendiz de las cosas del arte y del mundo. Actualmente realiza estudios de maestría en Estudios Culturales por la Universidad Paul Valéry, de Montpellier; su tesis tiene a Netflix y a las tecnologías digitales como objetos de estudio. En México cursó una maestría en Comunicación y Medios Digitales, y una especialidad en Políticas Públicas y Gestión Cultural. Melómano, bibliógafo, cinéfilo, maratonista de series, wikipedista y un poco neurótico. Lo encuentras en Twitter e Instagram como @fraguando.
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