Lado B
El líder y el capitalismo soft
Éste líder dirige a los individuos para que vean el trabajo como medio para cumplir sus expectativas relacionadas con la auto-realización y la felicidad
Por Lado B @ladobemx
17 de octubre, 2018
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Foto tomada de Competencias del Siglo 21

Dr. Héctor Manuel Villanueva Lendechy

La figura del líder sigue siendo objeto de estudio desde hace varias décadas. Algunos autores lo han mitificado haciéndolo parecer un dotado de cualidades sobrehumanas y, en otras ocasiones, su figura parece, sencillamente, indeleble ante un complejo y eficiente sistema de gestión organizacional. Lo cierto es que abunda la literatura en la que se presentan conceptos del líder, algunos de los cuales presentan varias convergencias y, prácticamente, imperceptibles diferencias a falta de marcos teóricos más robustos e investigaciones de campo con metodologías más originales.

En este orden de ideas, se identifican las siguientes características del líder:

  1. Es un guía
  2. Se comunica de manera asertiva
  3. Coadyuva a que los subordinados muestren su potencial
  4. Tiene un pensamiento estratégico
  5. Busca el beneficio de las personas que están con él
  6. Es negociador
  7. Tiene un alto índice de inteligencia emocional
  8. Rompe sus paradigmas y genera cambios
  9. Es un estratega experimentado; etc.

La lista puede ser interminable, sobrecargando cada vez más el rol del líder. Además, algunos autores enuncian estas características con un carácter descriptivo y aspiracional; es decir, el sujeto debe tener tal o cual comportamiento para ser un mejor líder, sin considerar el contexto, sus propias características o las del seguidor. Aunado a lo anterior, en varios estudios, los sujetos ocupan una posición de autoridad en la organización entablando relaciones con los individuos que no dejan del todo claro si su disposición a su figura se da porque tiene una autoridad lineal sobre ellos o porque, simplemente, lo consideran su líder.

En este sentido, en la actualidad el concepto de líder se ha visto afectado por su contexto económico y social, denominado capitalismo soft o capitalismo terso. Para comprender el nacimiento de éste, es necesario mencionar que surgieron en el campo del management –a partir de los años ochenta– una gran cantidad de modas –a diferencia de décadas anteriores– que prometieron solucionar los problemas de las organizaciones pero que, al carecer de fundamento, provocaron fracasos. Sin embargo, fue la búsqueda de nuevas herramientas administrativas la que generó nuevas prácticas, dispositivos organizacionales y valores de trabajo, que conformaron al capitalismo soft.

Éste es el capitalismo de la era posindustrial y responde a las necesidades de mercados más cambiantes y dinámicos; hiperconsumistas; más individualistas y frívolos. A diferencia del capitalismo industrial caracterizado por una ética –Ethos– de la “auto-abnegación” y el “auto-sufrimiento”, la ética del capitalismo soft se caracteriza por la “auto-afirmación”, de manera que los valores que guían a los trabajadores y consumidores se relacionan con la búsqueda de la felicidad, el bienestar en el trabajo y sentirse bien cuando se consume.

Por lo anterior, la ética del capitalismo soft es la “ética del auto-trabajo” y se relaciona con la “gestión del Yo” de manera que, además de auto-gestionarse en el trabajo, también se auto-gestionan aspectos personales. Por ejemplo: decisiones de estilo de vida, esto es, lugar de residencia; opciones de pareja(s) y compañeros(as); elección de amistades; pautas de consumo hedonistas, vitales, estimulantes. En la “ética del auto-trabajo”, cada individuo debe ser el administrador –gestionare– de su vida para fijarse objetivos, evaluar sus desempeños y hacer su tiempo rentable.

Las organizaciones que forman parte del capitalismo soft han transitado de la gestión del “homo faber” que es un trabajador “disciplinado” por valores organizacionales rígidos y cuyo trabajo era básicamente material, a la gestión de un trabajador más intelectual y al que se le permite –y él mismo se permite– divertirse en el trabajo, cercano al “homo ludens”. Por lo tanto, es más creativo, innovador, propositivo, cooperativo, lúdico; se guía con valores organizacionales más flexibles, orientados al cumplimento de metas; y, quizá, menos disciplinado en cuanto a horarios y procedimientos a seguir.

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Foto tomada de ADP Latam

Con base a lo ya dicho, se considera que el líder en este tipo de capitalismo tiene roles diferentes porque se enfrenta a retos nuevos. Ya que, debe dirigir a individuos que no solo ven al trabajo como un medio para satisfacer sus necesidades materiales, sino también como un vehículo para cumplir sus expectativas relacionadas con la auto-realización y la felicidad en ellos mismo. Estos trabajadores son más creativos, auto-gestionados e innovadores y responden menos a la rutina del capitalismo posindustrial. Por lo tanto, esto implica que el líder deberá generar los dispositivos organizacionales, incluyendo a los lúdicos, que impulsen y canalicen los intereses laborales de estos trabajadores.

De esta manera, el líder también coadyuvará a la búsqueda que hace el trabajador de su potencial mediante formas directivas como el “coaching”, fomentando la reflexión y el conocimiento de uno mismo; y el planteamiento de preguntas detonadoras relacionadas con nuevos niveles de desempeño y rutas de acción correspondientes. Lo anterior es, sin duda, un desafío para los líderes del capitalismo soft que deben responder a objetivos organizacionales cada vez más retadores.

*Foto de portada tomada de Market Cursos

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