Foto tomada de Filmin Latino

Hector Jesús Cristino Lucas

Debió ser cosa de la época, o quizá debió ser cosa del diablo…

Fue en 1966 cuando Anton Szandor LaVey, conocido como el Papa Negro, no sólo fundaríala tan polémica Iglesia de Satán en Estados Unidos, sino que también la registraría, le galmente, como una religión.

Y, como si fuera una irónica jugada del destino o de alguien de más arriba que nos juzga, América comenzó a mancharse de desgracias, así como el resto del mundo entero.

Por un lado, el terrible periodo de crisis social y política que iba en aumento a causa de la violenta Guerra de Vietnam (1955-1975), y por el otro, los impactantes asesinatos que iniciaron a principios de los 70 a manos de la diabólica familia Manson.

Aquella transición de décadas, entre los violentos 60 y los aún más sanguinarios 70, fueron particularmente considerados por muchos críticos del séptimo arte “malignos”.

Estos acontecimientos que se quedaron marcados en la historia con una crudeza diabólica permearon obras de Hollywood que también resaltaron, en más de una ocasión, la particular figura del diablo.

Román Polanski pareció convocarlo primero en 1968 cuando adaptaba al cine Rosemary’s Baby, una de las obras más terroríficas de la literatura moderna escrita por el norteamericano Ira Levin. Dicha película, por si fuera poco, quedó marcada como “maldita” tras el homicidio de la prometida de Polanski, aún embarazada, Sharon Tate, por la sanguinaria familia Manson.

Una muerte que sacudió a toda una nación, y llenó de morbo a Hollywood por una eterna casualidad: Rosemary’s Baby trataba acerca de cómo a una mujer embarazada le era arrebatado su hijo, el mismísimo anticristo, por una secta de adoradores de Satán.

Desde ese momento, las obras dedicadas al Maligno aparecieron en toda la década de los 70.

Por un lado, tenemos la emblemática adaptación de William Friedkin en 1973, The Exorcist, que marcó un antes y después en la historia del cine; y por el otro, The Omende Richard Donner en 1976, considerada la cinta más condenada en la historia de Hollywood debido a la cantidad de muertes y sucesos extraños acaecidos durante y posteriormente a todo su rodaje.

Y México no fue la excepción. Contagiados por la desquiciante moda de estos filmes, teníamos nuestras propias películas malditas; nuestras cintas dedicadas al mismísimo demonio.

Por ejemplo, Gilberto Martínez Solares, inspirado por el furor que ocasionó el estreno de The Exorcist, estrenó para 1975 la impactante Sexorcista, mejor conocida como Satánico Pandemónium. Un film exploitation censurado en México no sólo por sus polémicas escenas de desnudos, sino porque la trama giraba en torno a las desventuras de una pobre monja que estaba siendo tentada eróticamente por el diablo.

https://www.youtube.com/watch?v=i3uisfM94nw

Sin embargo, la película que más se recuerda, que más polémica y censura causó en nuestro país, fue Alucarda, la hija de las tinieblas. Y de la que incluso ya hemos hablado en esta misma sección.

Estrenada en 1978, por el director experimental Juan López Moctezuma, narra la historia de Justine: una joven que tras ser trasladada a un pequeño monasterio conoce a la malévola bruja, o esposa de Satán, Alucarda, cuya malsana influencia la llevará a su destrucción mental y espiritual, y la de todo el convento.

Lesbianismo, magia negra, satanismo, orgías auténticas y aquelarres fueron los tópicos principales que encerraban esta historia. No resulta extraño entonces que fuera censurada y olvidada por mucho tiempo tras su estreno en un México tan católico.

No obstante, hoy en día es considerada como una rareza de culto. Y eso se debe, principalmente, al reciente furor que ha ocasionado un documental tanto insólito como extravagante; un documental que, de igual manera, ha alcanzado ese envidiable estatus de culto por su impactante legado.

La historia, es insólita. Su manufactura, una auténtica rareza. Alucardos, retrato de un vampiro (2011) de Ulises Guzmán,no es un documental cualquiera. Es una carta de amor; es el último eslabón viviente de lo que fue, y continúa siendo, el cineasta Juan López Moctezuma. Quien a pesar de haber sido olvidado en México, fue reconocido en diversos países debido a su cine transgresor y hasta surrealista.

Inspiró a directores como Guillermo del Toro e Isaac Ezban, siendo un auténtico erudito en el mundo de los cómics, el cine y la literatura fantástica. Y si bien es cierto que destacó más en el campo de la radio y televisión –trabajando en aquel entonces para la propia Televisa Europa–, Juan López Moctezuma se involucró en el séptimo arte cuando en los 70 se instauró en México el polémico movimiento cinematográfico Pánico.

El movimiento, cuyos fundadores fueron el psicomago y cineasta chileno Alejandro Jodorowsky, el actor y pintor francés Roland Topor, y el dramaturgo y cineasta español Fernando Arrabal, fue un tipo de cine que tenía como principal objetivo la exaltación de escenas explícitas como método filosófico de exploración existencial, y como una intensa búsqueda por trascender la sociedad aristotélica que dejara un importante legado a la humanidad. En palabras del propio Fernando Arrabal:

“El pánico es la crítica de la razón pura, es la pandilla sin leyes y sin mando, es la explosión de ‘pan’ (todo), es el respeto irrespetuoso al dios Pan, es el himno al talento loco, es el antimovimiento, es el rechazo a la ‘seriedad’, es el canto a la falta de ambigüedad… Es el arte de vivir (que tiene en cuenta la confusión y el azar), es el principio de indeterminación con la memoria de por medio… y todo lo contrario”.

De hecho, cuando Jodorowsky se encontraba filmando El Topo (1970), Moctezuma se hallaba inmiscuido en la producción. Fue por eso, que el Pánico influyó en gran medida en la manufactura de todo su cine.

En La mansión de la locura (1973) –otro de sus grandes filmes–, adaptó el cuento de Edgar Allan Poe: The System of Doctor Tarr and Professor Feather, con un sentido más enfocado al Pánico. Retomaba la premisa de la Crítica de la razón pura, usando la metáfora de un montón de dementes que tomaban el control de un manicomio para establecer nuevos parámetros sociales.

El documental Alucardos, retrato de un vampirono sólo se encarga de devolverle el prestigio a uno de los directores más infravalorados de México, sino también de reconocer una de esas tantas historias que estaban ahí, frente a nosotros, pero que nadie había podido contarnos. De esa manera se encargará de revelarte, con una narrativa tan única como experimental, dos grandes historias al mismo tiempo.

https://www.youtube.com/watch?v=_L1nu30P7BY

La primera: un extravagante vistazo a la vida de Manolo y Lalo, dos jóvenes autodenominados “alucardos” por ser excesivamente fanáticos del cine de Juan López Moctezuma. La segunda: un descubrimiento, la extravagante y surrealista historia que tienen ambos personajes con el mismísimo director en los últimos años de su vida.

Está compuesta de material inédito que incluye diversas entrevistas de personas cercanas al director, esto es, tanto de su familia como de algunos actores que participaron en sus películas –véase a la mismísima Tina Romero que interpretó a la diabólica Alucarda en 1978, hasta la inédita participación del ahora fallecido periodista y escritor mexicano Carlos Monsiváis–.

Animación, dramatizaciones y música jazz componen esta extrañísima pieza de culto que ha sido galardonada en distintos festivales alrededor del mundo, incluyendo el Montevideo Fantastic VI y el propio Festival de Sitges, que la reconocieron como una pieza importante del México moderno.

Este año incluso, con motivo del 40 aniversario de la película Alucarda, la hija de las tinieblas, el Festival con sede en México, Macabro, realizó un grandioso homenaje al cineasta Juan López Moctezuma el pasado 21 de agosto que incluyó una gran fiesta, la proyección oficial de la película con la invitada especial Tina Romero, y el lanzamiento de un inédito libro conmemorativo que se vendió como pan caliente.

Todas estas conmemoraciones; todos estos galardones que tienen como única finalidad la exaltación de la vida y obra de este olvidado director se debieron, principalmente, al gran impacto que ha dejado, tanto en México como en diversos países, este inclasificable documental.

Alucardos, retrato de un vampiro pasó de ser un simple proyecto investigativo a volverse hoy en día un auténtico registro histórico de una pequeña pero significativa parte de ese México tan conservador. México que no sólo sepultó una transgresora serie de películas caracterizadas por el horror, el surrealismo y lo diabólico, pero también parte de su historia.

Debió ser cosa de la época, o quizá debió ser cosa del diablo…

Lo cierto es que Alucardos, entre la superstición y la realidad, nos recuerda que nuestras películas más malditas; nuestras películas más diabólicas, debido a la cantidad de sucesos extraños y de índole “sobrenatural” que acontecieron durante y después de las grabaciones, no sólo estuvieron influidas por, irónicamente, el demonio, sino por el mismismo Juan López Moctezuma.

*Foto de portada tomada de Yaconic