Lado B
No ser un maestro cualquiera
Manuel nació en una ranchería de la Sierra Norte de Puebla en un contexto familiar de discriminación y exclusión por el origen humilde e indígena de su madre, que sufrió humillaciones y aún violencia por parte de su padre y toda la familia paterna.
Por Juan Martín López Calva @m_lopezcalva
06 de junio, 2018
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Imagen tomada de animalpolitico.com

Martín López Calva

@M_Lopezcalva

[dropcap]V[/dropcap]ivimos en un país marcado por la violencia, la corrupción, la impunidad, la desigualdad sistémica y la pobreza atávica. Vivimos en un México profundamente desmoralizado, con un deseo de vivir humanamente que se encuentra disminuido al máximo y opacado por una urgente necesidad cotidiana de sobrevivir por cualquier medio y a costa de lo que sea.

Además del desánimo por la situación cotidiana y del hartazgo por los gobiernos ineficaces e insensibles a las necesidades de todos, estamos en un escenario de desánimo y hartazgo de las campañas que día a día nos bombardean de los mismos gastados spots con las mismas gastadas ideas e idénticas promesas que todos, incluyendo quienes las hacen, sabemos que no se van a cumplir.

Es por ello que creo que necesitamos de elementos y mensajes disruptivos y hoy en día lo más disruptivo es lo bueno, lo constructivo, lo que habla de esperanza, energía vital y cambio auténtico.

Por eso dedico esta educación personalizante a presentar y analizar una historia de transformación educativa “de la vida real”, un testimonio docente que nos habla claramente de que sí se puede hacer las cosas de manera distinta, de que vale la pena, a pesar de todo, seguir empeñados en la construcción de otro mundo posible desde la trinchera de la educación.

Se trata de la historia del profesor Manuel Amador, un sociólogo poblano, originario de la Sierra Norte, que estudió la licenciatura y la maestría en la Universidad Autónoma Metropolitana y un día, por azares del destino, empezó a dar clases en un bachillerato de Ecatepec, en el muy violento y peligroso Estado de México, para encontrar ahí su vocación verdadera.

Me encontré con esta historia significativa en el podcast Así como suena, que suelo escuchar, entre otros materiales como paliativo para resistir con éxito el ejercicio físico diario, al que solamente la disciplina empujada por la edad y las insistentes recomendaciones médicas me hacen acudir cada mañana.

En este episodio, la periodista Daniela Rea nos cuenta la historia de Manuel, que no es un maestro cualquiera, porque según lo dice la introducción de este episodio, se ha empeñado en “cambiar vidas a fuerza de voluntad,  mucho arte y performance”.

Este reportaje se titula “El maestro contra el machismo” y puede escucharse completo en ésta liga.

Manuel nació en una ranchería de la Sierra Norte de Puebla en un contexto familiar de discriminación y exclusión por el origen humilde e indígena de su madre, que sufrió humillaciones y aún violencia por parte de su padre y toda la familia paterna. Estudió la primaria y secundaria en su comunidad y luego se empeñó, a pesar de la insistencia materna de quedarse a cultivar la tierra y cuidar los animales del rancho, en estudiar el bachillerato. Para lograrlo, viajaba diariamente más de una hora hasta Xicotepec de Juárez, la población grande más cercana donde había escuelas de este nivel.

Durante sus estudios de bachillerato hizo gestiones para crear una biblioteca en su pueblo, donde conoció como él mismo señala, a Rulfo, a Laura Esquivel, a Suskind, a Carlos Fuentes y otros autores, enamorándose de las letras y del estudio.

A partir de este proceso en el que desarrolló el amor por aprender, se empeñó en ir a la Ciudad de México para hacer estudios universitarios. Ahí trabajó en empresas de seguridad, vivió en condiciones de enorme escasez y logró entrar a la universidad después de cuatro intentos fallidos. Ahí, después de su quinto intento, logró estudiar Sociología y después de la carrera, hizo la maestría en la misma disciplina.

Como sociólogo, encontró empleo en el gobierno de la Ciudad de México, pero se dio cuenta que la vida de burócrata no era para él, porque según declara a la reportera, no iba a aportar nada a la transformación de la realidad social. Después de insertarse en colectivos y hacer trabajo como activista y de ser candidato a diputado local y perder las elecciones, se encontró un día en un café, a un amigo que le preguntó si le gustaría dar clases en una escuela preparatoria de Ecatepec.

Aceptó el trabajo para impartir las materias de Lógica y Educación física, pero pronto se dio cuenta de que la primera materia era demasiado abstracta y lejana de la realidad de los estudiantes y la segunda, en una escuela sin canchas deportivas, tampoco tenía un significado muy relevante para los alumnos.

Fue entonces que surgió su vocación docente y fue poco a poco introduciendo cambios en su docencia, para involucrar a los alumnos en la realidad de su entorno y en los problemas que les aquejan en su comunidad.

Actualmente imparte la materia de Pensamiento crítico y ha desarrollado estrategias que hacen que sus estudiantes realicen proyectos de investigación –les insiste constantemente en que lo que hacen está generando conocimiento científico- sobre las problemáticas más sentidas en su entorno familiar y social inmediato. En el reportaje se escuchan fragmentos de clase en los que el profesor revisa los avances de investigación de sus estudiantes en el tema del abandono en sus distintas vertientes: el abandono familiar –padres que dejan a sus esposas e hijos-, el abandono escolar por parte de los jóvenes e incluso el abandono de las personas a los animales –algunos estudiantes se ocupan de indagar la situación de los perros callejeros, abandonados por sus dueños- y se habla también de otros temas investigados que se relacionan con la violencia, sobre todo, por la situación de Ecatepec, con la violencia contra las mujeres.

En este tema se plantean situaciones muy dolorosas como la existencia de un “tiradero de mujeres” en un sitio muy cercano a la escuela, un lugar en el que literalmente se tiran cadáveres de mujeres asesinadas, lo cual hace que las alumnas de Manuel tengan que dar un rodeo muy amplio para caminar de la escuela hacia sus casas.

El profesor Manuel ha incorporado estrategias artísticas, como el performance, para que los estudiantes hagan conciencia y se manifiesten en contra de esta terrible realidad que azota gran parte de nuestro país y muy especialmente su municipio. También ha recurrido a las marchas y manifestaciones estudiantiles para hacer visible esta realidad problemática. El maestro tiene como una prioridad el que los alumnos aprendan a nombrar estas realidades, porque darle nombre a los problemas los hace visibles y es el comienzo para trabajar en solucionarlos.

El profesor Manuel tiene siempre una respuesta, un planteamiento que hace pensar a sus estudiantes ante todos los cuestionamientos. Pero no todo es “miel sobre hojuelas” por supuesto. Hay ocasiones en las que el mismo profesor se queda sin palabras. Tal es el caso del asesinato de una amiga cercana de dos de sus estudiantes. Ellas le dicen decepcionadas que “no hay nada que hacer, que de nada sirve todo lo que trabajan en sus clases” porque a pesar de todo, han matado a una amiga cercana y lo han hecho a unas cuantas cuadras de la escuela. Manuel insiste con ellas, en que a pesar de todo, vale la pena seguir luchando y hacer esfuerzos por visibilizar estas realidades por terribles que parezcan para buscar justicia, para tratar de cambiar las cosas paulatinamente.

El caso de Manuel Amador avivó mi esperanza en que es posible construir otro mundo posible desde las aulas y que un profesor convencido y comprometido con su vocación puede realmente tocar y transformar las vidas de los futuros ciudadanos de este país.

Manuel no trabaja en un sistema educativo distinto al de los demás maestros mexicanos. Él también tiene que viajar más de dos horas diariamente para llegar a su escuela y enfrenta todos los obstáculos burocráticos que padecen nuestras instituciones escolares. Este profesor tampoco tiene estudiantes finlandeses o adolescentes especialmente dotados y con las condiciones ideales para aprender. Por el contrario, sus estudiantes son adolescentes promedio que viven en un contexto muy problemático.

Sin embargo este profesor ha vivido un proceso en el que fue descubriendo su propia identidad y vocación, se comprometió con la actividad en la que encuentra día a día motivos para realizarse en lo profesional y lo personal, trabaja día a día con mucho entusiasmo y pasión porque a pesar de los problemas está convencido de que su trabajo puede aportar elementos para transformar a la sociedad en la que vivimos y disfruta cada día de su interacción con los alumnos.

La mejor prueba de que este esfuerzo vale la pena es Tere, una de sus alumnas que el día de su graduación llega a darle un ramo de flores y le dice: “Profe, esto es para usted. Muchas gracias”.

Un elemento que llama la atención en esta historia es que el profesor Amador descubrió una vocación específica dentro de su vocación docente, que es la de trabajar por la generación de pensamiento crítico y acción comprometida de sus estudiantes respecto a la violencia contra las mujeres. Esta vocación específica fue surgiendo por un lado de su historia personal y por otro, del entorno escolar en el que trabaja en el que este es un problema central que preocupa de manera profunda a sus estudiantes.

Tal vez para no ser un maestro cualquiera, para tocar la vida de nuestros alumnos y aportar un granito de arena a la transformación social, todos los educadores tendríamos que ir construyendo esta vocación específica además de cultivar nuestra vocación genérica de educadores.

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Autor Lado B
Juan Martín López Calva
Doctor en Educación por la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Realizó dos estancias postdoctorales en el Lonergan Institute de Boston College. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, del Consejo Mexicano de Investigación Educativa, de la Red Nacional de Investigadores en Educación y Valores y de la Asociación Latinoamericana de Filosofía de la Educación. Trabaja en las líneas de Educación humanista, Educación y valores y Ética profesional. Actualmente es Decano de Artes y Humanidades de la UPAEP, donde coordina el Cuerpo Académico de Ética y Procesos Educativos y participa en el de Profesionalización docente..
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