Lado B
Mi ramadán laico: mi primer kawa
Hoy es eid al-fitr o aid el-fitr o l’aïd el-fitr, según el idioma al que se traduzca, la fuente que se consulte o la persona que pronuncie el nombre de esta celebración musulmana.
Por Alonso Pérez Fragua @fraguando
19 de junio, 2018
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Alonso Pérez Fragua

@fraguando

#MiRamadanLaico #MiVidaEnMarruecos

1 shawwal 1439 A.H. (15 de junio de 2018 d.C.)

[dropcap]H[/dropcap]oy es eid al-fitr o aid el-fitr o l’aïd el-fitr, según el idioma al que se traduzca, la fuente que se consulte o la persona que pronuncie el nombre de esta celebración musulmana. Eid significa, precisamente, festival o fiesta, y ésta es con la que termina ramadán. Marjorie, Malinali y yo pasamos los últimos tres días en Chefchauen, la Ciudad azul, visitando este hermoso lugar y sus alrededores, y conociendo el Marruecos que formó parte del llamado “protectorado” español u ocupación española, como me parece más preciso, de 1912 a 1956.

Al igual que durante nuestro fin de semana en Marrakech, no he ayunado. Además, me he saltado varias oraciones. El desayunar a las 3 de la mañana en un cuarto de hotel sin molestar a tu esposa e hija que duermen al lado es cosa compleja. Para la oración me es difícil encontrar una justificación de peso. Fue, sobre todo, el sentirme ya en un estado de ánimo distinto al que imperó durante los primeros 27 días de ramadán. Pasada la Noche del destino es cierto que la dinámica cambia, aunque los preceptos a seguir sean los mismos, me advirtió Ouafae.

Un par de días antes de decidir que haríamos este viaje, le pedí que me explicara los detalles de eid. A partir del tipo de celebración, quería saber dónde pasarlo, si sería mejor celebrarlo con alguna de las asociaciones con las que hice iftar en un par de ocasiones o, quizá, si el espíritu de esta fiesta está más en el campo, la idea hubiera sido pedir a Najat, la antigua nana de Malinali, si nos llevaba con ella a Berrechid.

A nivel religioso es tan intensa la Noche del destino que mucha gente baja la guardia después, me dijo a manera de introducción. Eid es convivir en familia, desayunar todos juntos; no ayunar por primera vez en 29 o 30 días. Si puedes ir al campo, creo que es la mejor opción, sugirió. Y aunque acabamos en el campo, eid fue un poco como cualquier otro día para nosotros, salvo por nuestra ropa.

Desde el principio de ramadán sabíamos que en este día la gente estrena ropa. Blanca, para ser más precisos. Lo que no sabíamos es que el blanco es solo para los hombres. En las mujeres es símbolo de un luto de 40 días o menos. Cuando nos enteramos de esto, las maletas ya están en la cajuela del auto que rentamos. Marjorie se ve tan bien que decide correr el riesgo y tomar la carretera con este que, para algunos, podría ser presagio de tragedia. El muerto sería yo, no ella, así que qué le importa.

Eid es también un día cualquiera para los demás turistas que se hospedan en nuestro albergue, ubicado en Dardara, comunidad a las afueras de Chefchauen. Ramadán se presta para el turismo extranjero, no así para la población nacional que más bien tiene la mente (o debería tener) en asuntos menos prosaicos. La familia que está en la mesa de al lado está integrada por marroquíes o eso suponemos. Hablan todo el tiempo en un francés perfecto, pero los nombres de las dos niñas y los dos niños son árabes.

Ya antes nos hemos topado con marroquíes que hablan sin acento la lengua de la otra nación que ocupó Marruecos. En la mayoría de los casos, son estos los más occidentalizados y los que tienen una práctica religiosa más laxa o incluso no la tienen. Estoy casi seguro de que es eid, pero quiero confirmación. El que estas mujeres desayunen normalmente no me dice mucho. Sospecho que no siguieron ramadán. Escogiendo mis palabras, le lanzo la pregunta a la matriarca, una mujer de cabello gris que carga a su nieto más pequeño mientras sus dos hijas se aseguran de que el resto de la prole coma adecuadamente.

Ella es francesa y su esposo, originario de Fes, nunca hizo ramadán. A pesar de ello me comparte anécdotas e información sobre eid y sobre la evolución que ha visto en Marruecos con respecto a ramadán y el espíritu religioso. Cuando aún trabajaba, hace unos diez años, me tocó ver por primera vez a gente que unos días después de ramadán prolongaba el ayuno. En general, continúa, las identidades musulmanas entraron en crisis después de la Guerra del Golfo Pérsico y el fervor religioso se acrecentó en muchos casos, al menos así lo vi yo en Marruecos. Si quieres saber más sobre el tema, platica con mi yerno, que es periodista. Me encantaría, respondo, pero aún nos quedan 5 horas de carretera.

*

En cada población que pasamos estamos atentos a la ropa blanca. Vemos pocas, aunque es cierto que ya pasan de las 10 de la mañana. Aun así, eid se siente en la calma de la carretera. En términos católicos, sabe a Navidad. “La mañana de l’aïd es mi momento favorito de ramadán”, me respondía en mi encuesta una de las mujeres pertenecientes al grupo de Casa Nanas’ de FB. “Cuando todo mundo se despierta temprano, incluidos los niños, para ir a hacer la gran oración comunitaria con miles de creyentes”.

Eid sabe a tranquilidad, a Navidad y a café. Hay que cambiar pañal y estirar las piernas. Paramos en un salón de té de un pueblo al borde la carretera. Las miradas de la treintena de hombres que abarrotan el lugar están pegadas a la pantalla donde aparece la imagen de un Mohamed Salah, la estrella egipcia, en la banca. El partido entre Egipto y Uruguay en esta segunda jornada del Mundial Rusia 2018 poco me importa. El futbol y yo perdimos contacto hace muchos años. Además, mis ojos y demás sentidos se concentran en la taza de negro contenido frente a mí.

Por primera vez en un mes ingreso un poco de cafeína a mi sistema. Lo dije al principio de este proyecto: puedo prescindir de mi dosis diaria, pero cuánto la disfruto. El mesero deja mi kawa y doy el primer sorbo. Dadas otras circunstancias dejaría la taza a la mitad. Le falta cuerpo. ¿O será que ramadán acabó con mi gusto por esta bebida? Lo que sí transformó este mes santo es mi relación con la comida. Durante la estancia en Chefchauen y ahora en la carretera, al dar las 12 del día no siento que comer sea la prioridad. Si es posible hacerlo, adelante, pero creo también que el saltarse una comida de vez en cuando no mandará a nadie al hospital.

Mi relación con los marroquíes también cambió. Los conocí mejor no solo porque compartí una experiencia similar con ellos sino porque, sobre todo, este proyecto me dio un pretexto para entablar conversación. Desde que llegué aquí, la barrera del idioma ha pesado en mí. No solo me faltan las palabras más básicas del árabe como los números, sino que, dependiendo el día o mi interlocutor, mi francés puede escucharse poco seguro y torpe. A pesar de esto, un día antes del inicio de ramadán ya estaba haciéndole plática a un taxista, indagando cómo se preparaba para el ayuno. El sentirse en igualdad de circunstancias siempre ayuda.

No creo hacer ramadán de nuevo, al menos no de una forma tan intensa. Por lo pronto, estoy seguro de que muchos de los aprendizajes irán saliendo a la superficie poco a poco. Quizá con la escritura de la última crónica en unos días, acelere este proceso de aprendizaje, y si no sucede así, tampoco habrá problema. Lo importante fue vivirlo y compartirlo con mi familia y con todo aquel que haya echado una mirada a esta cultura que, lo digo desde el primer día, es más compleja de lo que esperaba y al mismo tiempo más fácil de comprender de lo que hubiera imaginado.

Pues eso, que el mes santo musulmán terminó, pero a mi ramadán laico aún le queda un poco de pila.

Regalo a los sentidos: las montañas del Rif desde Dardara. Foto: Alonso Pérez Fragua

Si Marruecos tuviera la certificación de “Pueblo mágico”, Chefchauen la merecería al instante. Así lo considera Malinali. Foto: Alonso Pérez Fragua

Con ropas nuevas y bebiendo kawa de nuevo.


Busca las crónicas de este proyecto lunes, miércoles y viernes en LADO B hasta finales de junio de 2018. Además, acércate a los materiales adicionales en Twitter e Instagram con los #MiRamadanLaico #MiVidaEnMarruecos

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Autor Lado B
Alonso Pérez Fragua
Alonso Pérez Fragua es periodista, gestor cultural y eterno aprendiz de las cosas del arte y del mundo. Actualmente realiza estudios de maestría en Estudios Culturales por la Universidad Paul Valéry, de Montpellier; su tesis tiene a Netflix y a las tecnologías digitales como objetos de estudio. En México cursó una maestría en Comunicación y Medios Digitales, y una especialidad en Políticas Públicas y Gestión Cultural. Melómano, bibliógafo, cinéfilo, maratonista de series, wikipedista y un poco neurótico. Lo encuentras en Twitter e Instagram como @fraguando.
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