Lado B
El código rojo de La Autentica Parka
Cuando Adolfo Tapia, siendo aún un niño, se subió por primera vez a un ring, tuvo que enfrentar a su mayor miedo: los enanos vampiros de las películas del Santo. Décadas después y ya conocido como L.A Park, Tapia habla de su estilo violento para la lucha y de su desdén por las normas
Por Lado B @ladobemx
24 de mayo, 2018
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Imagen: https://lospleyers.com/

Diego Leonardo González Rodríguez

Cuando era niño le gustaba ver al Santo venciendo a los malos. En aquellos tiempos los cines mexicanos se abarrotaban de jóvenes que entre gritos y aplausos alentaban al “Enmascarado de plata” a pelear contra zombis, espectros, marcianos, momias, magia negra, hombres lobos y demás villanos.

Una de las muchas tardes de cine, Adolfo Margarito Tapia vio como unos vampiros enanos atacaban a su héroe. La experiencia tuvo secuelas, años más tarde creyó que los pequeños chupasangre se habían metido a casa de su tío y asustado fue a dar aviso a su abuela.

–¡Ma, ma, ahí tá el vampiro!

–¿Cuál vampiro?

El pequeño Adolfo no paraba de llorar.

–Cabrón joto, ahí no hay ningún vampiro.

–Ahí mamá, él que salió con El Santo, está en la casa de mi tío. ¡Lo va a chupar!

Pero el niño Adolfo –14 de noviembre de 1965. Gómez Palacios, Durango– no nació cobarde, venció a la muerte y a los pronósticos desesperanzadores de los médicos que acortaban su estancia terrenal.

Adolfo fue adoptado por su tío Edmundo Ibarra que al ver las condiciones en las que se encontraba la criatura le dijo a su hermana que lo dejara a su cuidado mientras lo curaba.

Adolfo tuvo que trabajar desde niño vendiendo chicles, refrescos, tacos de barbacoa, cerveza; también barría y colaboraba en cuanto quehacer podía en el Deportivo Arena 47.

La atracción por las máscaras corría por sus venas. “Casi toda nuestra familia es de luchadores”, comenta Adolfo Tapia, antes de subirse a luchar a un ring por un nuevo cinturón mundial.

Ramón Ibarra Banda, El Rayo Norteño, se convirtió en su ídolo mientras le enseñaba los principios básicos de la lucha libre.

Un día su peor pesadilla se hizo realidad. El Rayo contrató a los mini vampiros luchadores para que se presentaran en el Deportivo Arena 47.

Los trajo temprano a su casa y cuando yo iba de mi casa a la casa de mi tío, me salió un enano Tapia se espantó y corrió a contarle a su abuela.

Para acabar con el miedo que le producían los enanos su tío le dio la oportunidad de enfrentarlos en la lona. El tío lo escogió porque uno de los mini luchadores se había ausentado y el pequeño Adolfo era el relevo perfecto.  

Me dieron una golpiza, era mi miedo, yo estaba paralizado, o sea, no me defendí, era mi miedo, mi miedo de que ellos me iban a chupar. Así aconteció su primera experiencia luchística.

El deseo de Adolfo era salir de la pobreza para que su abuela no siguiera cosiéndoles a las prostitutas de la zona de tolerancia cercana a donde vivían.

“Querer triunfar para que ella no sufriera”, era lo que deseaba para su vieja, por eso decidió ir a probar suerte a la Ciudad de México.

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L.A Park intentará conseguir el Campeonato de la International Wrestling League. Llueve en Tlanepantla. Los vendedores arreglan sus puestos a las afueras del Centro de Convenciones. A muchos de los luchadores que arriban sin máscara se les reconoce por la callosidad ancha que exhiben en sus frentes.

La cumbia mexicana de la lucha libre se esparce alegre por los parlantes del recinto, la música pone en ambiente a la congregación: “La arena estaba de bote en bote / la gente loca de la emoción / en el rin luchaban los cuatro rudos / ídolos de la afición.

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La Ciudad de México recibió a Tapia con los puños cerrados. No tenía dinero, ni comida, dormía en una esponja del tamaño de un colchón matrimonial. Los días en la capital fueron tan rudos que pensó en regresar a Monclova.

En sus primeras luchas fue del bando de los Rudos. Un día dentro de los camerinos se encontró con los enanos vampiros, uno de ellos se puso colmillos para molestarlo.

–Te vamos a chupar, le dijo uno de los hombrecillos.

–¡Chinguen a su madre! ¡Ya no creo en ustedes!

En 1982 Tapia debutó en la lucha libre como El Minero, personaje con el que pasó inadvertido. También personificó a Príncipe Island, Invasor del Norte I, El Gringo y El Asesino de Tepito, con todos ellos pasó con más pena que gloria.

Antonio Peña fundó la empresa de lucha libre AAA en 1992 y a uno de los primeros luchadores que invitó a que hicieran parte de sus filas fue a Tapia, la única condición que le puso fue que creara un personaje.

Tapia recordó una pesadilla que había tenido años atrás: “Soñé que se me aparecía la muerte como color oro, y yo la quise agarrar y corrió, y la seguí, y la seguí, y la seguí”.

Motivado por ese sueño le contestó a Peña que quería personificar a la muerte, pero ya existía ese personaje. Buscó en el diccionario y encontró un sinónimo: la parca. Le gustó y se convirtió en La Parka.

No teníamos ni qué comer a veces, ni nada de nada. Y de ahí mi vida cambió.

En cuatro años de combates en la AAA mantuvo su esqueleto invicto. Consiguió el campeonato Semicompleto y el Nacional Semicompleto. Logró acceder al When Worlds Collide  y a la New Japan Pro Wrestling.

La popularidad de su personaje no se veía reflejada en el dinero que percibía. Uno de sus hijos le contó que había revelado ante sus compañeros que La Parka era su papá, pero no le creyeron al ver que ni zapatos traía puestos. Al escuchar la anécdota Tapia decidió pedirle un aumento de sueldo a Antonio Peña.

Yo no te puedo aumentar el sueldo porque ya hay funciones vendidas con el mismo sueldo, pero el viernes en Tijuana yo te voy a dar a ti lo que tú te mereces.

Llegado el día le pidió al encargado del evento que le diera lo prometido por Peña y fue cuando con sorpresa recibió dos pizzas y dos coca-colas.

Viendo lo que significaba su personaje para la AAA decidió renunciar y romper cualquier vínculo con la empresa. Peña aceptó la dimisión pero le aclaró que el personaje era de su pertenencia.

La nueva batalla de Tapia era conservar el nombre por vías legales, recolectó todas las pruebas pero Derechos de Autor no pudo reconocer a quién pertenecía el personaje y trasladó el proceso al derecho penal.

La hiel del litigio cambió la opinión de Tapia sobre los promotores: “Hay muchos vividores que esperan que triunfes, cuando te ven triunfando corren a Derechos de Autor y si no lo tienes registrado ya te chingaste”.

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L.A Park espera su turno sentado al fondo del vestidor, mantiene cerca su equipaje repleto de máscaras y mandiles que vende y promociona en cada evento. Está solo entre sus colegas, es una isla en medio de un banco de tiburones dispuestos a arrebatarle el título, por eso no tiene amigos, para no tocarse el corazón cuando le toque darles con la guadaña.

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Imagen: estrellasdelring.blogspot.com

Con el proceso penal en marcha, decidió ir a probar suerte en las arenas estadounidenses. No se podía quedar de brazos cruzados teniendo bocas que alimentar.

Rediseñó su osamenta luchística: costillas, tórax, fémur, tibia, peroné, columna vertebral, cóccix y cráneo, todo nuevo.  

En Estados Unidos estuve en la WCW por cinco años y me pagaban muy bien.

Conforme pasaron los días pudo competir en las grandes ligas: Total Nonstop Action Wrestling (TNA), Independent Wrestling Revolution (IWR), Extreme Championship Wrestling (ECW) e hizo parte de los eventos emblemáticos de cada compañía como el World War III, 60-Men Battle Royal y SuperBrawl VII.

Logró ponerse frente a frente con la élite, pero su cuerpo lucía diminuto ante rivales como Lex Luger, Bam Bam Bigelow, Rick Steiner, Jeff Jarrett, Bill Goldberg, y Tank Abbott.   

Se distinguió por hacer uso excesivo de la fuerza y por utilizar sillas metálicas para defenderse, tanto así que en WCW lo apodaban Chairman.

Estoy reconocido como el luchador número diez más agresivo del mundo (2013) Honor concedido por la página Wrestling Observer Figure Four Online en la categoría Luchador Más Violento, apenas cinco puestos debajo de Brock Lesnar de la UFC.

La estadía en los Estados Unidos duró sólo un lustro, en 2001 regresó a México manteniendo sus problemas con Antonio Peña. Al cabo de un tiempo cambió el nombre de La Parka por el de La Autentica Parka; lo abrevió y lo registró en Derechos de Autor como L.A Park.

El 5 de octubre de 2006, sin haber recibido aún un veredicto, falleció Antonio Peña. El proceso continuó en manos de sus familiares y miembros de la junta directiva de AAA.

L.A Park decidió retar de nuevo a su antigua empresa, fastidiando y recriminando a los directivos de la AAA en las ruedas de prensa.

Sería a Dorian Roldán a quién Tapia le pediría la oportunidad de poder enfrentar a La Parka de su antigua empresa.

Nomás deja y me enfrento a él y si yo le gano te quedas con el nombre y si pierdo como quieras te quedas con el nombre.

En 2010, AAA accedió a hacer el combate en un gran evento televisado, Triplemanía XVIII, La Parka versus L.A Park se llevaría a cabo en el Palacio de los Deportes del Distrito Federal.

Estoy aquí por lo que me robaron hace mucho tiempo”, decía L.A Park en las conferencias antes de la lucha.

Los dos gladiadores vistieron sus trajes negros de huesos blancos, hicieron alarde de sus mejores movimientos. Destruyeron sus máscaras. El desenlace fue teatral como de costumbre, pero L.A Park logró salir victorioso.

Hasta que quise lo golpeé y la gente se dio cuenta, tanto se dio cuenta la gente que ya saben quién es la original Parka Para Tapia él fue el ganador de inicio a fin.

Imagen: https://superluchas.com

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En Tlanepantla los asistentes se alistan para repartir improperios. En la atmósfera del auditorio hace eco el sonido de la lona, los gritos, las risas, la silbatina, las trompetas, las chicharras: el manifiesto de la lucha libre.

Ante la salida de cada enmascarado estallan juegos pirotécnicos, salen llamas que iluminan el letrero negro y blanco de la International Wrestling League (IWL).

El primer evento de la noche es el triangular de Pequeños Gigantes –lucha entre enanos–. Gallito vs Chamuel vs El Guapito.

“¡Pinche luchador bonsái, ya ponte a luchar!”, el combate se caracteriza porque el público ofende a los tres deportistas que se enredan en una contienda de poses y gestos graciosos.

La lucha es lenta, los protagonistas se detienen constantemente para hacer bromas. Ni el árbitro se salva de las burlas y de uno que otro puñetazo. El ganador de la pantomima es Chamuel.

Al finalizar el encuentro suena Psycho Circus de Kiss y Paul Stanley canta: “You’re in the psycho circus / I say welcome to the show”.

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Después de vencer a su homónimo fue reclutado por el Consejo Mundial de Lucha Libre, aunque el CMLL no vio con buenos ojos que L.A Park utilizara sillas, mesas y escaleras para vencer a sus oponentes.

Me corrieron por muy violento. Ellos están arraigados todavía a la lucha de ras de lona, llave contra llave, y pues yo no me gusta eso. He estado en muchas empresas, porque me han corrido de muchas, porque me piden que respete el reglamento, yo no respeto nada. Se independizó de las empresas cansado de la lucha clásica impuesta.

Ni los aficionados se han salvado de sus ataques. A los fanáticos que han intentado arrebatarle la máscara les ha dados puñetazos con sus 120 kilos de poder.  Las normas de respeto de L.A Park se resumen en una ley sucinta: “si un aficionado me toca, yo lo toco. A mí si me quieres pegar, yo te rompo la madre”.

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Atrás del telón negro de la IWL esperan Dr. Wagner Jr., Canek, Justin Credible y L.A Park, están listos para atravesar la estrella blanca que han puesto como salida al ring. Los fanáticos aguardan afuera prestos a grabar con cámaras y celulares.

Cuando sale L.A Park suenan el blues-rock, Bad to the bone, con esa banda sonora hace frente a flashes y luces. Sus fans corean un insospechado “oe, oeoeoe, oe, oe”.

Los cuatro finalistas lucharán para conseguir el Campeonato de la División de Pesos Completos. Sin alianzas y sin relevos. Todos contra todos.

Se golpearán con mesas y sillas, arriba y abajo del ring. Se darán cinturonazos y patadas. Despedazarán sus máscaras, habrá errores infantiles, descalificaciones, chiflidos y por último tres golpes en lona.

“Le reviento su madre al que me pongan”, dice L.A Park tras conseguir un nuevo cinturón.

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Imagen relacionada

Imagen: https://sites.google.com/site/wrestlingscout/

Yo no soy ningún niño bonito de AAA. He andado por todas las empresas, en todas las compañías y les he demostrado a todos quién soy yo Así ha declarado L.A Park ante los medios, dejando en claro que él forjó a su personaje.

L.A Park es un luchador impredecible. En medio de ruedas de prensa ha atacado a sus rivales con objetos contundentes.

Tengo ganas de romperte la madre”, fue lo que le dijo a Psycho Clown antes de transformar un auditorio en Tijuana en un campo de guerra.

El Hijo del Santo conoció de cerca el carácter irascible de L.A Park el día que celebraba sus 25 años de trayectoria.

Bueno, para mí esto es una gran noticia, tener ya la marca del Santo… decía el Hijo Del Santo antes de ¡Bang!  recibir una bofetada artera de la huesuda.

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En el camerino el campeón descansa y nadie festeja con él. Los enmascarados conviven sin privacidad. L.A Park recibe unos cuantos billetes de su ganancia por la venta de las máscaras y mandiles que llevan su imagen.

L.A Park ha posado y declarado ante las cámaras su tristeza, los ojos detrás de la máscara se le han inundado de lágrimas al recordar que aquella tarde su sobrino, Ricardo Tapia conocido como Gemelo Muerte II, falleció a causa de un infarto.

El Centro de Convenciones de Tlalnepantla se va desocupando mientras en los amplificadores suena la voz de Vicente Fernández cantando: “no tengo trono ni reina / ni nadie que me comprenda / pero sigo siendo el rey”. Entre tanto Adolfo Tapia se fuma un cigarro mentolado y mantiene su máscara bien puesta.

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Código rojo es el movimiento preferido de L.A Park para terminar a los luchadores sobre el ring.

Cuando el luchador se está levantando me le monto en la espalda, engancho con mis piernas sus costillas, me levanto y me meto entre sus piernas y él cae de nuca”.

A Tapia le gusta ver sangrar a sus compañeros, le gusta que sus rivales le supliquen y le pidan piedad para que no les pegue más.

Entre más golpea al contrincante más se ciega, le gusta golpear a sus oponentes porque siente una sensación similar a la eyaculación. “El ver un luchador sangrar me excita”, dice mientras la fría mirada de sus ojos sigue abyecta de oscuridad.

Un recuerdo entristece a L.A Park. Sucedió el 6 de marzo de 1996 en el Auditorio Morelos de Aguascalientes. Al defenderse de un ataque, L.A Park impactó las vértebras de Pentagón contra la lona y la médula de su contrincante sufrió las consecuencias. De camino al hospital un paramédico le hizo una traqueotomía y le salvó la vida, pero “él quedó mal, él no ve, él anda en las arenas ahora pidiendo que la gente lo ayude”, dice L.A Park con algo de pena.

Yo no quiero hacer amistades con ellos, porque si haces amistad con uno y cuando te lo echen, a mí no me gusta tocarme el corazón, yo voy a romperte la madre y se acabó L.A Park no se hace amigo de sus colegas porque cree que es un ambiente falso y egoísta.

En la lucha libre no hay dinero, hay fama –reconoce Tapia– o por lo menos no hay dinero para los enmascarados. La fama la pagan exponiendo la salud que las aseguradoras se niegan a proteger.

Si se le pregunta a L.A Park si ha visto morir mucha gente en el ring la respuesta es obvia. “Sí, mucha gente”, contesta y su tono de voz baja la guardia.

Mucha gente es la cantidad abstracta de personas que Adolfo Margarito Tapia ha visto salir lesionadas.

Me acuerdo en Guadalajara, estaban luchando tío y sobrino y el tío le metió un martinete y lo desnucó rememora Adolfo.

La voz gruesa de Adolfo Tapia encomienda a sus 12 hijos a San Judas Tadeo y a Dios para que no se lleven a ninguno, porque el hombre que se ha vestido de calaca durante dos décadas, le teme y no juega con la muerte.

Para Tapia, de 49 años, el tema de la parca es muy serio: “es algo que me ha dejado mucho dinero, la muerte es algo que se merece todos mis respetos”.

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Autor Lado B
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