Lado B
Pacific Rim: Uprising. De monstruos, mechas y secuelas descafeinadas
¿Acaso no han oído la expresión “las malas secuelas vuelven a sus primeras partes obras maestras”? Bueno, eso pasó con Pacific Rim
Por Héctor Jesús Cristino Lucas @
01 de abril, 2018
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Héctor Jesús Cristino Lucas

Hay críticos que se jactan al descubrir, según ellos, que la gran debilidad del cineasta mexicano Guillermo Del Toro son las películas de gran presupuesto.  Pacific Rim en 2013 fue el proyecto más ambicioso de toda su filmografía, la que ocupó un mayor presupuesto y la que según muchos, fue un enorme tropiezo en su carrera.

Hay quienes prefieren sus productos pequeños porque tienen un carisma especial, una esencia transgresora y porque son más poderosas por ser realmente íntimas. Y sí, en eso último tienen razón, pero oigan, ¿acaso no han oído la expresión “las malas secuelas vuelven a sus primeras partes obras maestras”? Bueno, eso pasó con Pacific Rim.

Vamos a ser claros. Pacific Rim de Guillermo Del Toro fue una joya pero no precisamente para nuestro continente. Fue una carta de amor, pero no para América, para  México o Estados Unidos. En cambio, lo fue para Asia, para China y Japón. Lo fue para las inspiraciones de Del Toro cuando apenas era un niño. Lo fue para el país que trajo Mazinger Z o Gojira en 1954.

De hecho, si no fuera porque el estreno en países asiáticos fue todo un éxito, probablemente no hubiésemos tenido la tan esperada secuela que trajo de moda al género Mecha y Kaiju, ya que en E.U. el film fue un fracaso rotundo.

Pacific Rim: Uprising del director estadounidense Steven S. DeKnight –director de la actual serie Daredevil– es la secuela directa de aquella medianamente aceptada Pacific Rim de 2013, pero lastimosamente para los fans –y luego de dedicarse de lleno a proyectos más importantes como The Shape of Water– es una secuela NO dirigida por Guillermo Del Toro.

He aquí que muchos dudaran en si valía la pena continuar con la idea del mexicano pero en otras manos que poco o nada tenían que ver con la primera entrega. ¿El resultado? Una secuela tan innecesaria, tan poco innovadora y tan descafeinada que me hace creer que esta crítica también puede transformarse en lo mismo.  

A Pacific Rim: Uprising le ha ocurrido exactamente lo que a Independece Day. Tenemos una primera parte que fue emblemática para cierto público, que tiene sus errores y es en ocasiones puede parecernos exagerado, que roza la serie B pero al mismo tiempo le rinde un importante tributo al género que representa. Y lo mejor, es que ambas películas empiezan y terminan redondas para evitar que existan, precisamente, secuelas innecesarias.

En pocas palabras, tanto en Independence Day (1996) como en Pacific Rim (2013) se termina con la amenaza alienígena de una manera “coherente” y sin excusas. No debería haber segunda parte.

Cuando Independence Day: Resurgence de Roland Emmerich se estrenó, la principal pregunta entre los fanáticos era saber cómo es que volverían a atacarnos los mismos alienígenas cosechadores si todos ellos fueron extintos en la primera entrega. Y como era de esperarse, la respuesta fue tan rebuscada como poco creíble. Con Pacific Rim: Uprising pasa exactamente igual.

La justificación de su argumento termina siendo una de las decepciones más grandes de la película. Lejos de otros detalles evidentes como el escaso desarrollo de personajes o el pésimo manejo de CGI, la justificación de esta secuela termina sepultando a todo el film desde el principio.

Sin embargo, la queja más grande, la que deberíamos nombrar como la culpable de que esta secuela sea nominada a los próximos Razzies –los anti-oscars– como peor película del año, son sus molestos y pésimos personajes, pues se optó por transformar esta franquicia en una más de ciencia ficción y Cine Teen que no termina de cuadrar.

¿La razón? La ignoro. Pero esta decisión le arrebata la imponente madurez de personajes de la primera parte, tanto que la nueva entrega se rebaja a una especie de juego poco creíble entre comedia y drama para ganarse a la nueva generación de adolescentes.

Con Pacific Rim: Uprising, la saga pasa a ser una más del montón. Una especie de Maze Runner o Divergente, que juguetea sin tanta seriedad con la ciencia ficción mezclando temas de adolescentes sin relevancia ni justificación.

Sin embargo, debemos reconocerle que cuando se propone a entretener con lo que ofrece, lo hace de maravilla. Y esto no es malo. Pacific Rim de Guillermo Del Toro prometía una descarnada confrontación entre robots y monstruos gigantes como no se había visto ya desde hace mucho tiempo y vaya que lo logró.

La primera película explotó el género Mecha –de robots gigantes– hasta sus límites más brutales, y el resultado fue una delicia. Aunque ya teníamos franquicias del tipo Transformers, Del Toro le dio otra esencia, le dio respeto y seriedad. Con Pacific Rim: Uprising la confrontación Mecha vs Kaiju no sólo continúa siendo alucinante, sino que es lo mejor en este género actualmente.

Ahora tenemos el asunto de John Boyega que tanto ha dividido a la crítica con sus actuales interpretaciones. Hay quienes lo aman, hay quienes lo odian. Ya sea como el stormtrooper Finn en la nueva saga Star Wars o como Jake Pentecost, hijo de Stacker Pentecost en Pacific Rim Uprising.

Pasa que no termina de llenar los zapatos de su predecesor Idris Elba y se vuelve una versión adolescente y descafeinada que a nadie le importa. Es como lo que le ocurrió al actor Jessie Usher en la secuela de Independence Day, donde tuvo que interpretar a Dylan  Hiller, hijo de Steven Hiller –Will Smith– pasando prácticamente sin pena ni gloria.

Sin embargo, esta película tiene un logro que debemos reconocerle: le otorga virtudes a Guillermo Del Toro que quizás la mayoría ni siquiera notaba. Para aquellos que decían que su versión Mecha vs Kaiju era pobre y poco innovadora, o para quienes aseguraban que el desarrollo de sus personajes era nulo y poco funcional, deberían ver esta segunda parte.

Pacific Rim: Uprinsing es insípida en la mayoría de sus elementos, excepto en lo esencial, pero ¿de qué vale la pena eso? Sólo es un festín de acción con una calidad visual envidiable. Punto. Poco o nada hay más allá de eso. Ni sus personajes, ni sus conflictos, ni mucho menos su trascendencia.

¿Pero es que acaso nadie lo veía venir? Esta película de mechas y monstruos gigantes nos demuestra dos cosas. Primero: que definitivamente es una secuela innecesaria. De hecho lo sabe tan bien que pretende deslindarse de la primera entrega para crear sus nuevas reglas. Y segundo: que pese a lo innecesaria que es, figura ya como una muestra de que aquella Pacific Rim del 2013… no era tan mala después de todo.

Sinopsis:

“Un futuro cercano. Han pasado 10 años tras la primera invasión que sufrió la humanidad, pero la lucha aún no ha terminado. El planeta vuelve a ser asediado por los Kaiju, una raza de alienígenas colosales, que emergen desde un portal interdimensional con el objetivo de destruir a la raza humana. Ante esta nueva amenaza, los Jaegers, robots gigantes de guerra pilotados por dos personas para sobrellevar la inmensa carga neuronal que conlleva manipularlos, ya no están a la altura de lo que se les viene encima. Será entonces cuando los supervivientes de la primera invasión, además de nuevos personajes como el hijo de Pentecost (John Boyega), tendrán que idear la manera de sorprender al enorme enemigo, apostando por nuevas estrategias defensivas y de ataque. Con la Tierra en ruinas e intentando reconstruirse, esta nueva batalla puede ser decisiva para el futuro.”

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Autor Lado B
Héctor Jesús Cristino Lucas
Héctor Jesús Cristino Lucas resulta un individuo poco sofisticado que atreve a llamarse “escritor” de cuentos torcidos y poemas absurdos. Amante de la literatura fantástica y de horror, cuyos maestros imprescindibles siempre han sido para él: Stephen King, Allan Poe, Clive Barker y Lovecraft. Desequilibrado en sus haberes existenciales quien no puede dejar (tras constantes rehabilitaciones) el amor casi parafílico que le tiene al séptimo arte. Alabando principalmente el rocambolesco género del terror en toda su enferma diversidad: gore, zombies, caníbales, vampiros, snuff, slashers y todo lo que falte. A su corta edad ha ido acumulando logros insignificantes como: Primer lugar en el noveno concurso de expresión literaria El joven y la mar, auspiciado por la Secretaría De Marina en el 2009, con su cuento: “Ojos ahogados, las estrellas brillan sobre el mar”. Y autor de los libros: Antología de un loco, tomo I y II publicados el 1° de Julio del 2011 en Acapulco Guerrero. Aún en venta en dicho Estado. Todas sus insanias pueden ser vistas en su sitio web oficial. http://www.lecturaoscura.jimdo.com
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