Lado B
Mujeres con VIH: doble violencia, doble discriminación
El factor machista agrava su situación, además no hay una política o protocolo nacional estandarizado para detectar el virus en ellas
Por Ámbar Barrera @astrobruja_
01 de diciembre, 2017
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Ámbar Barrera

@Dra_Caos

En una sociedad machista, donde las políticas públicas de prevención y atención al VIH/Sida son deficientes, ser una mujer que vive con VIH es vivir doble discriminación y violencia.

A ello se suma que no existe una política o protocolo único para detectar nuevos casos de mujeres. Según el Registro Nacional de Casos de Sida y Seropositivos a VIH, 2 mil 179 mujeres fueron diagnosticadas con VIH en 2016. Las organizaciones calculan que en el país hay unas 70 mil personas que tiene VIH y no lo sabe. Unos 14 mil casos corresponderían a mujeres.  

Gabriela García Patiño, coordinadora del Programa Mujeres Derechos Sexuales y VIH de la Asociación Civil Balance, relató en entrevista para LADO B algunas de las experiencias particulares que viven las mujeres seropositivas y que han documentado en su asociación.

La transmisión del virus

Desde lo cuantitativo, el Registro Nacional de Casos de Sida y Seropositivos a VIH muestra que para el 98.79% de las mujeres, la causa de la transmisión del virus fue a través de relaciones sexuales heterosexuales.

En lo cualitativo, Balance identifica que para los hombres la transmisión del VIH está ligada directamente a sus decisiones en sus prácticas sexuales: si usaron condón o no, o si tienen relaciones sexuales con otros hombres. Para las mujeres, en cambio, ese es un punto de vulnerabilidad, pues la transmisión, aunque también es por una práctica sexual, está más bien determinada no por sus propias decisiones sino por un patrón social, pues depende de las prácticas previas de su pareja.

Para las mujeres, en el 80% de los casos fue su pareja estable quien les transmitió el virus. Ellas eran monógamas o incluso se trató de la única pareja que habían tenido desde el inicio de su vida sexual.

¿Por qué resulta diferente? Gabriela explica que se debe al constructo machista sobre el amor romántico en las relaciones.

Las mujeres “desempeñaban su papel como se supone que deberían hacerlo: sin tener el derecho a negociar el uso del condón, el consentimiento a las relaciones sexuales o guardando silencio y continuando la relación aunque sospecharan o estuvieran seguras sobre casos de infidelidad”.

Gabriela señala que esa forma de llevar las relaciones es violencia normalizada: creer que ser una novia o esposa incluye tener relaciones cuando el hombre es quien así lo desea y que ella es quien tiene que ser fiel. Y que si él es infiel, “lo mejor es aguantarse” para mantener unida a la familia o a la relación.

Por otro lado, también está el riesgo que todas las mujeres pueden sufrir de una violación en este contexto violento y machista. Esto corresponde a la forma de violencia más explícita y también se vuelve un punto de vulnerabilidad para las mujeres de contraer Enfermedades de transmisión sexual o VIH.

El diagnóstico

En una investigación de 2010, Balance constató que para las mujeres, el diagnóstico de VIH suele ser tardío. Se enteran cuando sus parejas o hijos son diagnosticados o mueren.

Sumado a que las mujeres suelen sentirse seguras de su salud por ser monógamas, el personal del sector salud también se ve influenciado por los mismos prejuicios.

–Cuando una mujer con VIH llega al médico, ellos le mandan a hacer estudios de todo tipo porque las clasifican como amas de casa, con una sola pareja sexual desde hace muchos años, no se les ocurre mandarlas a hacer la prueba de VIH. No hay una política estandarizada nacional de prevención de VIH para mujeres ni tampoco hay capacitación para los médicos. Puede que la única política que tiene indicadores y presupuesto es la prueba en embarazadas pero tampoco se implementa bien.

La A.C calcula que de los 2 millones que se embaraza al año en el país, aproximadamente, 600 mil no tienen acceso a la prueba de VIH, perdiendo una oportunidad valiosa no sólo de iniciar un tratamiento con mayor antelación, sino también la oportunidad de reducir hasta en 98% la transmisión perinatal del virus a sus hijos.

La mayor barrera en este caso es la falta de capacitación del personal. Balance explica que el personal de salud está obligado a recomendar la prueba de VIH a todas las mujeres embarazadas. Que lo omitan o que no tengan la información necesaria para hablarle a las mujeres sobre los beneficios de hacerla, responde a una falta de sensibilización en el tema.

–En nuestras investigaciones hemos comprobado que cuando a una mujer embarazada se le explica y se le da una buena consejería sobre por qué es bueno para ella y el bebé que se haga la prueba, la mujer acepta hacerla.

Imagen: Balance A.C.

Vivir con VIH

–La violencia está en el continuo. Antes del diagnóstico es un factor de vulnerabilidad que nos coloca en riesgo, pero también se incrementa la violencia debido al diagnóstico de VIH, empezando desde la pareja, que suelen echarles la culpa sobre el diagnóstico. También suele haber rechazo de la familia o de la comunidad en la que viven, por la ignorancia sobre las formas de transmisión o por cuestiones morales, de pensar que porque “se portó mal” este es “su castigo”.

Respecto a la violencia institucional, en la mayoría de casos que Balance ha documentado desde 2013, se sabe que el personal de salud ha violado el derecho a la confidencialidad del diagnóstico: por ejemplo los doctores le informan del diagnóstico a sus parejas primero y sin su consentimiento.

Otros son los casos son de violencia obstétrica. Las mujeres embarazadas han denunciado a Balance que sufrieron maltrato constante del personal de salud durante su embarazo: las culpan por su diagnóstico, les dicen que sus hijos nacerán enfermos por su culpa, que son irresponsables, incluso les dicen que van a morir o que sus hijos lo harán a causa del virus. Además, las hostigan para se esterilicen y en el más grave de los casos, durante la cesárea las esterilizan aún sin su consentimiento.

Muchas mujeres han pasado por esa situación. Balance recopiló recientemente el testimonio de 10 mujeres en México, Honduras y Guatemala a quien se les practicó una esterilización sin su consentimiento.

Los médicos violentan a las mujeres al no decirles que, aún con VIH, si usan antirretrovirales, se practican una cesárea y reemplazan la leche materna con leche de fórmula, la posibilidad de que sus hijos no tengan VIH es hasta del 98%

–Estamos en un sistema donde la violencia obstétrica está naturalizada, pero se profundiza cuando se cruza con el VIH.

La violencia de pareja y la vida sexual

Para algunas mujeres, el diagnóstico de VIH les hace tocar fondo si llevaban una relación violenta. Balance ha retomado testimonios en los que un diagnóstico de VIH es el detonante para que las mujeres le pongan freno a situaciones de violencia. Sin embargo, hay otros casos en los que no sólo la violencia aumenta sino también los riesgos para su salud.

Gabriela cuenta que en algunas relaciones, el diagnóstico funciona como una nueva manera de manipulación: “Ya nadie te va a querer así”, “Como yo también lo tengo, no te queda más que quedarte conmigo”, “No importa si no usamos condón, no importa”.

Otro problema común son las reinfecciones, que se dan cuando dos personas con VIH tienen relaciones sexuales sin protección. Cada uno puede tener un tipo de cepa diferente y al combinarse, el virus muta haciéndose más fuerte y más difícil de tratar.

–Una persona con VIH puede seguir ejerciendo su vida sexual de manera placentera, pero el uso del condón es un tema de autocuidado. No se trata de “una responsabilidad para no transmitirlo”, no. Se trata de cuidarse a sí misma de otras infecciones de transmisión sexual y de evitar reinfecciones.

La necesidad de estrategias y políticas públicas enfocadas en mujeres y VIH

Por cada mujer que vive con VIH/Sida, hay cuatro o cinco casos de hombres en la misma situación. Es decir, las mujeres no son parte de las poblaciones clave de la epidemia: hombres homosexuales, hombres que tienen sexo con otros hombres y trabajadoras y trabajadores sexuales.

Ya que las mujeres no son parte de las poblaciones clave, no hay políticas públicas enfocadas a mujeres y VIH, sin embargo, el contexto de machismo y misoginia delatan que son urgentes y necesarias.

Balance A.C. es una organización que nace hace 20 años con la intención de “incidir a nivel nacional, regional e internacional en las políticas públicas y programas sobre derechos sexuales y reproductivos, con un énfasis en mujeres y jóvenes”. Y desde hace 10 años trabajan específicamente en el tema de mujeres y VIH.

La organización se encarga de hacer investigaciones  de campo sobre políticas públicas, monitoreo en los servicios y también buscan fortalecen a las mujeres como líderes para identificar y defender sus derechos.

Desde 2012 Balance documenta los casos de violaciones a los Derechos Sexuales y reproductivos de las mujeres en el Salvador, Honduras, Nicaragua y México, y en cada uno de esos países existen patrones similares sobre violencia Institucional y obstétrica.  

El año pasado comenzaron la producción de una serie de documentales sobre testimonios de mujeres que viven con VIH para generar empatía y, a través de sus historias, conocer los factores de vulnerabilidad y visibilizar la violencia que viven a causa de ser mujeres y vivir con VIH. Estos y otros vídeos pueden verse en su cuenta de YouTube.

También ofrecen capacitación a miembros del sistema de salud para mejorar su información técnica, sensibilizarlos, erradicar estigmas, y así mejorar el entorno y garantizar los derechos de las mujeres.

En la página web de Balance pueden encontrarse además materiales de consulta no sólo sobre VIH sino sobre otros temas de salud sexual y derechos sexuales y reproductivos.

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Autor Lado B
Ámbar Barrera
Periodista, comunicóloga, fotógrafa, feminista y amante del arte.
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