Lado B
Flatliners: Clásico vs Remake
Un remake tiene la tarea de mejorar una película clásica. Flatliners de 1990 sí que necesitaba mejorarse pero su nueva versión no lo ha conseguido.
Por Héctor Jesús Cristino Lucas @
16 de noviembre, 2017
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Héctor Jesús Cristino Lucas

Hablar de la década de los 90 en materia cinematográfica puede ser, en el mejor de los casos, una mirada a la excitante época de las películas de culto.

Como ejemplo tenemos el surgimiento de Tarantino y sus violentas Reservoir Dogs o Pulp Fiction, o el más emblemático avivamiento del Cine Teen que acaparó las pantallas a través de distintos géneros, utilizándolo de mil y un maneras.

¿Y cómo decirlo? A lo largo de los 90 en el género del horror también surgieron dignas cintas representantes como la divertida, violenta y juvenil Scream de Wes Craven, que es de hecho, considerada por muchos como la mejor película de horror noventera por excelencia.

Scream es una película que a la vez de parodiar, también se encargaba de homenajear el desgastado subgénero del Slasher. Y así vinieron tras de ella otras que fueron prácticamente copias descaradas del film de Craven, como Cherry Falls de Geoffrey Wright, Valentine de Jamie Blanks o la más parecida, I Know What You Did Last Summer de Jim Gillespie.

Y sí, es probable que todas las películas post-scream fueran las responsables de que muchos críticos hayan consagrado la década noventera como prácticamente la peor en cuanto a productos de éste género. Sin embargo, esto no es más que una simple exageración teniendo ejemplos tan maravillosos como al Candyman de Bernard Rose, al Misery de Reiner, al emblemático Seven de Fincher y al ya galardonado The Silence of the Lambs de Jonathan Demme.

Entre esos variopintos filmes de horror juvenil, unos mejores que otros, se esconde el ya relegado y casi que condenado film de culto, Flatliners de Joel Schumacher.

Flatliners es una película de 1990 -es decir, inaugural en el género del horror juvenil- que hasta nuestros días sigue en contienda infinita entre aquellos que la aman en contraposición por todos los que alegan en que quizás no fue una gran película después de todo.

El film en realidad no tuvo un éxito desmedido y pasó prácticamente sin pena ni gloria por las salas de cine, pero hoy en día puede presumir de tener un legado bastante curioso, tanto por ser inaugural en el género de horror noventero como por crear un emblema en el Cine Teen de culto que reunía grandes personalidades como Kevin Bacon, Julia Roberts -no tan conocida para entonces- y Kiefer Sutherland, que junto a Schumacher habían hecho aquella fantástica The Lost Boys en el 87.

Flatliners tomó como premisa base curiosos testimonios -reales y algunos de ellos incluso registrados- de personas que al morir habían experimentado una ECM, es decir, una experiencia cercana a la muerte.

A esto, la película le añade al Cine Teen al narrarnos la historia desde la perspectiva de un grupo de estudiantes de medicina que a través de un “innovador método científico”, logran morir clínicamente por unos cuantos minutos.

La idea era esa: ver aquello que sólo es posible percibir cuando se está muerto. Y aunque el film de Schumacher brinca del thriller hasta el horror, tiene elementos moralistas y religiosos que hacen un predecible hincapié a que nuestros pecados -aquellos antiguos demonios que nos persiguen- pueden ser vencidos haciendo el bien.

La verdad es que Flatliners es sencilla, no intenta explorar de forma más interesante el tema del ECM y termina siendo una suerte de película de superación personal con algunos tintes de horror que pasan prácticamente desapercibidos.

No es la mejor representante del género de horror noventero -que quede claro- pero tiene un alma bastante interesante a la hora de darnos una lección de vida.

Algunos escenarios son prácticamente barrocos, haciendo una clara referencia a lo clerical y religioso. Sin embargo, lo que realmente salva a esta película del olvido absoluto son sus actores, que terminan transformando un argumento de tres pesos -con cercanía a una Serie B- en una cinta destacable y hasta entretenida.

En pleno 2017 y aunque nadie lo había pedido, nos llega un engañoso remake (en ciertas páginas la manejan más como una secuela, pero esto nunca termina de ser claro) que nos hará preguntarnos si esto era necesario.

Es decir, yo nunca he estado tan en contra de las reinvenciones, de las precuelas o los reboots -ha habido algunas que incluso superan a la original- pero no podía evitar preguntarme exactamente eso: ¿Acaso era necesario?

Un remake tiene la tarea de mejorar una película clásica. Desde ahí, la propuesta no era tan mala ya que la Flatliners de 1990 sí que necesitaba mejorarse de alguna manera, pero no… no lo han conseguido.

La nueva película de Niels Arden Oplev no es más que un patético intento de avivar una película de culto que irónicamente terminó replicando la misma mediocre recepción del público actual que la de ya hace años.

Flatliners del 2017 no sólo pasó sin pena ni gloria por la taquilla sino que prácticamente fue destrozada por la crítica. Pueden consultar en Rotten Tomatoes, cuya calificación de sólo un 5% refleja más que mil palabras.

Es más, probablemente estemos hablando de la peor película del año, aún por sobre otras mediocridades de tamaño colosal como el The Mummy de Alex Kurtzman o el The Dark Tower de Nikolaj Arcel, que hasta tienen mejores puntuaciones.

La película es decepcionante, debemos aclararlo de una vez y para siempre. No sé si por lo predecible o por lo francamente descafeinado de todo su guión que además es soso y se esfuerza demasiado por encajar en el horror juvenil barato, es decir, en provocar el susto y grito repentino.

Estoy de acuerdo en que la película es sólo un remake del clásico noventero, y en materia de fidelidad, es prácticamente una réplica, pero estamos hablando de una película de 1990 que a pocos gustó. Al menos esta vez, vaya que era necesario agregar, quitar o mejorar el argumento.

Para películas de este tipo, los remakes sí que son necesarios, pero cuando el producto final termina siendo peor puntuado que su predecesora no es más que un decepcionante intento fallido. Flatliners de Arden Oplev lo es.

En materia de actuaciones pudo destacar las actuaciones de Ellen Page y Diego Luna, pero el resto no es la gran cosa. Además, algo tiene esta producción que resulta muy pobre en personalidad. Incluso tiene más personalidad ver a Kevin Bacon como la antítesis de la fe judeocristiana que tanto defiende el personaje de Julia Roberts en aquella película de 1990.

La película del 2015 The Lazarus Effect -que por cierto, explora un tema bastante parecido- hace de hecho un mejor trabajo desarrollando personajes y exponiendo horror, eso sin contar que fue una de las peores puntuadas de ese año con un bajísimo 15%.

Al final de todo, me parece que Flatliners, ese intento cinematográfico por explorar los misterios de lo que esconde la vida después de la muerte, quedará, al menos por ahora, como una película inmejorable.

Lo único que demuestra este remake, irónicamente, es que aquel cuestionable film de Joel Schumacher es una obra maestra a comparación de este semejante producto desabrido.

Sinopsis:

“Cinco estudiantes de medicina, con la esperanza de desentrañar el misterio de lo que aguarda más allá de los confines de la vida, emprenden un atrevido y peligroso experimento. A base de detener su corazón durante un breve lapso de tiempo, cada uno de ellos sufre una experiencia cercana a la muerte clínica. A medida que la investigación se vuelve cada vez más peligrosa, se verán obligados a afrontar los pecados de su pasado, además de vérselas con las consecuencias paranormales de sus incursiones en el más allá.”

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Autor Lado B
Héctor Jesús Cristino Lucas
Héctor Jesús Cristino Lucas resulta un individuo poco sofisticado que atreve a llamarse “escritor” de cuentos torcidos y poemas absurdos. Amante de la literatura fantástica y de horror, cuyos maestros imprescindibles siempre han sido para él: Stephen King, Allan Poe, Clive Barker y Lovecraft. Desequilibrado en sus haberes existenciales quien no puede dejar (tras constantes rehabilitaciones) el amor casi parafílico que le tiene al séptimo arte. Alabando principalmente el rocambolesco género del terror en toda su enferma diversidad: gore, zombies, caníbales, vampiros, snuff, slashers y todo lo que falte. A su corta edad ha ido acumulando logros insignificantes como: Primer lugar en el noveno concurso de expresión literaria El joven y la mar, auspiciado por la Secretaría De Marina en el 2009, con su cuento: “Ojos ahogados, las estrellas brillan sobre el mar”. Y autor de los libros: Antología de un loco, tomo I y II publicados el 1° de Julio del 2011 en Acapulco Guerrero. Aún en venta en dicho Estado. Todas sus insanias pueden ser vistas en su sitio web oficial. http://www.lecturaoscura.jimdo.com
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