Lado B
Coco: Belleza visual de un emotivo constructo estereotípico
Coco no es México. Coco es un emotivo constructo estereotípico que sabe llegar a los sentimientos de una nación
Por Héctor Jesús Cristino Lucas @
02 de noviembre, 2017
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Héctor Jesús Cristino Lucas

[dropcap]S[/dropcap]iempre lo he creído, y existen críticos que aún hoy en día, en la omnipotente presencia de las grandes producciones de Hollywood, se aventuran a asegurarlo a capa y espada: Macario, tanto la obra literaria publicada en 1950 como la cinematográfica estrenada en los 60s, es probablemente la mejor y más respetable visión del México clásico y del México místico y sus más arraigadas tradiciones. Su autor, Bruno Traven, fue un alemán, marinero, actor y político anarquista que tras su llegada a nuestro país en 1924 se inspiró, como muchos otros estadounidenses y europeos, en la Revolución Mexicana. Y he ahí, probablemente, donde se creó una de las cartas de presentación más recordada de nuestro México para el mundo.

Convengamos que Macario no es la primera obra inspirada o construida a partir de elementos mexicanos, pero quizás sí es una de las más reconocidas y sirvió para mostrar al mundo una cara de México -ya muy arraigada hoy en día-, así como lo haría Luis Buñuel con su importante película Los Olvidados – ésta última ambientada en los años 50s- ofreciendo una visión del México de los marginados, de la pobreza y los crímenes ignorados, mientras que la obra literaria de Traven lo haría de igual forma pero en la época del virreinato de la Nueva España en el Siglo XVII.

Sí, la obra con la mejor visión del México místico y clásico, para mí y para muchos críticos, es Macario… pero también, he de decir, la principal –no la primera, no la única – responsable de los mil y un estereotipos con los que otros países han retratado a nuestra cultura. No es gratuito, la obra retrata a la perfección la época, y através de un moderado realismo mágico ofreció una radiografía social del México de aquel tiempo.

Para el tiempo en que fue filmada y para quien lo escribió, un alemán maravillado por nuestra cultura y política, esto fue fantástico, pero el problema es que actualmente esto no ha cambiado en nada. Muchas obras extranjeras siguen mostrando al México actual exactamente idéntico al México de la Revolución, citando artistas de imagen tan pop que ya se ha desgastado como Frida Kahlo y asociando al país con mariachis, tequila y pueblecillos pobres. ¿Y es que acaso México no es así? Pues bien, me parece que es un deber ya no informar sino aceptar que esto último es algo bastante cierto… pero creo que el deber más grande es reclamar que ciertas visiones son también tan exageradas como risibles.

Coco, la nueva película del estudio Pixar, es precisamente una de esas visiones que hay que tomar con pinzas por el extremo amor que la audiencia le ha otorgado tanto en crítica como en taquilla. Un éxito, principalmente y como era de imaginarse, en nuestro querido México que ha sido seducido por un excelente y bien logrado y emotivo trabajo a base de estereotipos y lugares comunes que ya todos conocemos: la típica abuelita que no deja de llenarte el estómago con comida y el ya desgastado chistecillo de la chancla voladora. La actual película de Lee Unkrich y Adrián Molina intenta asomarse al México de la tradición, pero queda reducida a una pobre y decepcionante visión para ser estándares de Pixar.

Coco no es México. Coco es un emotivo constructo estereotípico que sabe llegar a los sentimientos de una nación con la engañosa y torpe excusa de que “esto hará que otros países conozcan nuestras tradiciones y se interesen más por ellas”… como si esto no fuese ya así. Como si todos ignorasen que el Día de  Muertos es una de las tradiciones más reconocidas y emblemáticas en el mundo, tanto que forma parte del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad según la Unesco, y que la película de Macario, fue la primera cinta mexicana en ser nominada a los premios Oscar como Mejor Película Extranjera… siendo ésta, de hecho, una película que transcurre durante la Víspera de Todos los Santos, o bien, El Día de Muertos.

Coco es prácticamente un cliché tras otro cliché. Incluso como película animada venida de un gran y multi premiado estudio como Pixar, no innova aunque tampoco lo intenta, y se queda varado en una familiar y rutinaria formula que ya hemos visto antes en otras de sus tantas películas. Pero eso sí, tiene la artimaña -¿cómo negarlo?- de llegarte a lo más profundo del corazón porque… pues… es Pixar. ¿Acaso nadie lo veía venir? Por supuesto, esta película se encuentra por encima de sus últimos trabajos: de la medianamente aceptable Finding Dory y la ya francamente abucheada The Good Dinosaur, en eso estoy de acuerdo.

Pero Coco, estoy seguro, no llegará a ser un clásico. No se convertirá en el próximo Toy Story o en un Monster Inc. cuyo estatus trasciende más allá de una simple película animada para instalarse dentro de nuestra cultura pop actual. Coco simplemente llegó en la fecha precisa y no es más que emotividad y entretenimiento asegurado,  algo bastante  parecido a lo que le ocurrió a la ya olvidada y francamente decente The Book of Life en el 2014, que volvió a reciclar los elementos estereotípicos de la cultura mexicana pero al menos, eso sí, -¡al menos!-, no se volvió en una película predecible.

¿Acaso el Cinemaniaco está en contra de Pixar? ¡Por Dios, no! Como lo dije, muchos de sus filmes han trascendido más allá de los estándares de la animación, y The Incredibles junto a Toy Story y Monster Inc. son prácticamente mis favoritas de este estudio. Y tampoco es que esté en contra de la nueva película, porque evidentemente lo ha conseguido. Es efectiva a la hora de entretener, de cautivar y enamorar. Visualmente es una joya indiscutible y el trabajo de investigación para los escenarios geográficos basados en Guanajuato es francamente único, eso nadie lo discute. Pero… quizás muchos la han defendido por elementos equivocado.

A lo que voy es que tener una idea tan grandiosa como El Día de Muertos y contar con una casa productora como la Pixar Animation Studios es para esperarse mucho más que una simple y estereotípica historia “de un niño mexicano con un sueño frustrado que vive en un pueblito pobre pero de gran corazón”. De acuerdo, no está mal, pero si esta fuera la primer película de Pixar.

Es decir, ¿recuerdan cómo inventaron todo un mundo ingenioso en donde vivían los monstruos de Monster Inc.? ¿Recuerdan la profundidad y la distopía Sci-fi de Wall-E y los detalles majestuosos de los grandes océanos en Buscando a Nemo? ¿Qué pasa con Coco? Pareciera que nos han dado todo un universo del “más allá mexicano” de la forma más estereotípica posible: esqueletos andantes, carismáticos y amables, y todos ellos, por si fuera poco, con vestimenta de la Revolución Mexicana. Un claro ejemplo de que la visión extranjera de todo México se quedó estancada en esa época. ¿Qué acaso no hay muertos recientes? ¿Muertos mexicanos de las grandes urbes y no de pequeños pueblecillos? Un universo bastante cuestionable.

De hecho, esa visión desgastada de los difuntos en forma de esqueletos ya no es para nada original. The Book of Life hizo exactamente lo mismo en el 2014 e incluso Tim Burton hizo algo parecido en el 2005 con el universo fantasmagórico en Corpse Bride aunque un tono un poco más gótico. Pero si quieres ver algo que vale la pena, creado y sacado de la imaginación de los propios mexicanos, hay que citar al cineasta y animador René Castillo, que nos trajo en el 2001 una visión bastante similar a la de Coco con su cortometraje Hasta los Huesos, que nos cuenta el paso de los difuntos al más allá, mientras reúne las voces de grandes personalidades como Bruno Bichir y Eugenia León.

https://www.youtube.com/watch?v=VR_hPPV8td8

Lo sé, muchos lo han remarcado: “es una película para niños”, como si esa fuera la excusa clave para ignorar todos estos elementos cuestionables, incluyendo la profundidad y la seriedad que grandes películas animadas como Up, por ejemplo, ofrecieron con maestría aún siendo “para niños”. ¿O es que acaso el público infantil debe tragarse la visión más estereotípica y básica de un país sólo porque lo que están buscando es mero entretenimiento? Es decir, reducimos lo importante de un argumento, incluyendo su gran profundidad sólo porque la obra es infantil, pero Pixar es más que eso y vale la pena destacar estos puntos para cualquier público que se acerque a sus obras.

Amigos míos, aunque Coco cumple con el objetivo de entretener, maravillarnos con coloridos escenarios y llenarnos a todos de lágrimas a base de estratagemas ya antes vistas, me parece -lo siento, lo siento mucho- falla con lo más importante: mostrarnos al México auténtico. Desde Macario, siempre ha sido así.

Sinopsis:

Miguel es un joven con el sueño de convertirse en leyenda de la música a pesar de la prohibición de su familia. Su pasión le llevará a adentrarse en la Tierra de los Muertos para conocer su verdadero legado familiar.

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Autor Lado B
Héctor Jesús Cristino Lucas
Héctor Jesús Cristino Lucas resulta un individuo poco sofisticado que atreve a llamarse “escritor” de cuentos torcidos y poemas absurdos. Amante de la literatura fantástica y de horror, cuyos maestros imprescindibles siempre han sido para él: Stephen King, Allan Poe, Clive Barker y Lovecraft. Desequilibrado en sus haberes existenciales quien no puede dejar (tras constantes rehabilitaciones) el amor casi parafílico que le tiene al séptimo arte. Alabando principalmente el rocambolesco género del terror en toda su enferma diversidad: gore, zombies, caníbales, vampiros, snuff, slashers y todo lo que falte. A su corta edad ha ido acumulando logros insignificantes como: Primer lugar en el noveno concurso de expresión literaria El joven y la mar, auspiciado por la Secretaría De Marina en el 2009, con su cuento: “Ojos ahogados, las estrellas brillan sobre el mar”. Y autor de los libros: Antología de un loco, tomo I y II publicados el 1° de Julio del 2011 en Acapulco Guerrero. Aún en venta en dicho Estado. Todas sus insanias pueden ser vistas en su sitio web oficial. http://www.lecturaoscura.jimdo.com
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