Lado B
Perseguido
Una señora se para frente a él. Siente frío. “Miguel, ven”, le dice. Voltea, es delgada, de manos finas, uñas largas y cabellos de fuego, a veces son los ojos. Lo llama
Por Lado B @ladobemx
31 de octubre, 2017
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Emilio Coca

El reloj marca las seis de la tarde. Debe cerrar todas las puertas de la imprenta. Cada día hace el mismo rito que le pesa y agota. Evita pensar en esa voz de mujer que lo llama a diario, pidiéndole que lo siga. Miguel apaga las luces. Un escalofrío lo recorre. Llega a su cabeza. Queda paralizado por breves instantes. Tiembla al recordarlo. Sigue su camino.

Tenía dos años la primera vez que vio a un familiar muerto. Se encontraba en el antiguo departamento de sus papás. Ahí supo de su “don” para ver y escuchar cosas que el resto no logra percibir: espiritus, sombras y voces.

Su bisabuela prometió enseñarle a controlar su don, pero falleció antes de hacerlo, lo único que le dejó fue un consejo que a la vez es su único escudo y defensa: “reza, rezar es tu mejor arma contra ellos”. Pero lo olvida cuando el miedo es muy fuerte. No sabe qué hacer. Balbucea.  

Una señora se para frente a él. Siente frío. “Miguel, ven”, le dice. Voltea, es delgada, de manos finas, uñas largas y cabellos de fuego, a veces son los ojos. Lo llama. Miguel continúa con su trabajo, su ritmo cardiaco se acelera. Ella mueve sus dedos, lo incita a acercarse. Le da la espalda y avanza por el pasillo. Él le pide que se vaya, no quiere nada. Ella se mueve a su alrededor. Queda paralizado.

Antes sólo escuchaba ese tono de voz misterioso y atemorizante que repetía su nombre desde el fondo de la imprenta. Ahora la ve, observa su cuerpo flotando, sus labios inmóviles. No quiere estar cerca de ese pedazo de piso, no quiere acercarse ni contestar nada de lo que le diga.

Foto: Cortesía

Padre nuestro que… santificado… pan de cada día… padre nuestro… no nos dejes caer en la tentación… padre nuestro… padre nuestro… líbranos del mal”.

Él mismo se prohíbe sentirse mal o enfermarse, porque es una señal de que algo negativo está a punto de suceder, una señal de que alguien está mal o a punto de morir. Cada vez que esto pasa se preocupa, empieza a llamar a sus hermanos, necesita averiguar quién es.

Amanece, experimenta una sensación diferente, como de algo que no pertenecía a ese lugar. Escucha susurros que lastiman su oído. Amenazas de muerte. Siluetas transparentes lo miran. Se lanzan contra él. Cinco entes lo atraviesan. Poco a poco se va sintiendo más débil. Los golpes lo van acercando al piso. Cada contacto con ellos lo debilita. Huye.

Desde que una vez unos espiritistas le dijeron que los del otro mundo iban a venir por él, nunca volvió a caminar solo. Le dijeron que “ellos” buscaban hacerle daño, y necesitaba cuidarse, por ello le recomendaron llevar una cruz, las cuales funcionarían como una  protección, desde el primer encuentro hasta hoy.

Camina por la calle, escucha el canto y el aleteo de un animal que no logra ver. Avanza más rápido, mira de un lado a otro, alza la mirada, pero no hay nada. Recuerda cuando su madre le decía que era su imaginación. Ojalá fuera así, piensa.

La mujer no es la única que lo sigue.

Llega a la imprenta. Comienza a trabajar. Algo acaricia su cuerpo: tiene una sensación parecida a la parálisis del sueño, como de algo ajeno a su cuerpo colocándose sobre él.

Siente cómo el tacto frío de un hueso lo estrella contra la pared. Entra en pánico, perdiendo la noción del tiempo y el control de su cuerpo. No puede lanzar ninguna oración, nada sale de su boca. Cierra los ojos.

Desde pequeño se mantiene alejado de los cementerios, no puede visitarlos porque los que viven ahí notan su presencia. Él escucha sus voces, sabe que lo observan desde las tumbas que se han roto con el tiempo, desde el fondo de ellas.

La bisabuela le dijo que no confiara en nadie, ni en los buenos, ni en los malos. Él les dice que se vayan, que no quiere su dinero ni nada de ellos. A veces siente presencias positivas, reza por ellas, pide por sus almas, por su descanso.  

Los años han pasado, ha dejado de trabajar en la imprenta y con ella  se han ido algunos de los espíritus. Pero aún ve una sombra, lo sigue y desaparece, un espíritu maligno, alguien que lo acecha a él y su familia.

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