Lado B
La soledad de Jojutla
El centro de Jojutla, el más importante de la región sur del estado, luce como zona de guerra: casas, comercios y edificios públicos fragmentados. Escombros y ruinas.
Por Lado B @ladobemx
22 de octubre, 2017
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Estrella Pedroza | Pie de Página

Jojutla de Juárez, Morelos. Una soledad inmensa se siente en las calles del municipio. Han pasado tres semanas del sismo que destruyó el pueblo y de cientos de voluntarios y rescatistas que llegaron en los primeros días prácticamente no queda nadie, solo algunos soldados y funcionarios federales, que se coordinan con autoridades municipales y uno que otro servidor público del gobierno estatal.

Apenas a 130 kilómetros separan a Jojutla de la capital del país, pero parece que hay un mundo de distancia. El centro del municipio, el más importante de la región sur del estado, luce como zona de guerra: casas, comercios y edificios públicos fragmentados. Escombros y ruinas. Es lo que queda del corazón de la actividad comercial y económica de la región.

En la llamada zona cero, el 80 por ciento de las construcciones desaparecerán; unas porque se colapsaron el 19 de septiembre, y otras porque deberán ser derrumbadas por seguridad, según reportes preliminares de la autoridad municipal.

“Son puras construcciones viejas por eso no resistieron el sismo”, comenta un trabajador del ayuntamiento.

En la “Emiliano Zapata”, una de las colonias más humildes del municipio y donde el 7 de cada 10 inmuebles desaparecerán, todavía el ambiente y el olor, anuncian la muerte de personas y la desolación. De la capilla de Santa Cruz, situada en la esquina de las calles Francisco I. Madero y 10 de Abril, y decenas de casas en esa cuadra, “solo queda el terreno baldío y los recuerdos”, dice Luis Ángel Fuentes Hernández, quien junto con su hermano gemelo Luis Alberto, fue bautizado, confirmado e hizo su primera comunión en esa capilla.

La mayoría de las familias se niega a irse. Por arraigo, porque no se sienten cómodos en los albergues o porque no tiene a donde ir, los damnificados pasan los días haciendo guardias en lo que algún día fue su hogar o en lo que queda de sus viviendas fracturadas.

“Tiene uno que hacer muchos trámites como esperar el censo, recibir visitas de conocidos o de voluntarios”, dice Aleída Romero Sánchez, quien hace unos días alcanzó demandó al gobernador Graco Ramírez apoyo para cubrir los servicios funerarios de su mamá y su bebé, que quedaron atrapadas al colapsar su casa.

“Desapareció toda una manzana y en mi casa (ubicada en la calle 18 de Marzo) inició la línea de casas que cayeron. Calculo que fueron casi 90 casas las que se colapsaron”, cuenta la mujer.

En las calles se han improvisado casas de campaña con plástico, lonas, telas o cartón. Por las noches tienden colchonetas, petates o algún colchón. “Con lo que se puede nos hacemos un techo”, dice una señora que apenas accede a cruzar unas palabras.

En la Unidad Habitacional Infonavit “El Higuerón”, más de la mitad de las 156 viviendas están inhablitables: cuatro colapsaron durante el sismo; 30 están a punto de caer y 50 más fueron catalogadas con riesgo.

En el albergue que fue instalado en la cancha deportiva y en algunas manzanas solo quedan 20 familias. Los demás se mudaron con algún familiar o amigo; en el mejor de los caso a otra opción de vivienda. Y los que quedan solicitaron presencia de patrullas, por temor a la rapiña o algún acto delictivo. Pero la comida y el apoyo llegan a cuentagotas.

“No hay colonia en Jojutla que se haya salvado”, dice el presidente municipal, Alfonso de Jesús Sotelo Martínez. “En todas hubo afectaciones unas menos graves que otras pero tienen daños”.

En Jojutla gente camina por inercia y en silencio. Pocos son los que hablan. Todos observan, aunque ya lo han hecho una y otra vez. Se respira tristeza, melancolía e incertidumbre. Lo reflejan los rostros y cuerpos cansados de las personas que permanecen en sus casas y sus trabajos para intentar retomar su vida.

“Nada es igual. Lo perdimos todo y quien sabe hasta cuándo nos vayamos a recuperar”, dice Alberto Estudillo, propietario de una tienda de pinturas en el centro, que tuvo que desalojar.

Joju, como cariñosamente se refieren a este municipio, alberga a más de 57 mil habitantes. Fue el más afectado de los 20 municipios que registraron daños en Morelos. Aquí hay más de 2 mil 600 viviendas y edificios dañados.

Foto: Estrella Pedroza

Incertidumbre y desinformación

Las familias que perdieron su casa o sufrieron daños, empiezan a deseseperarse. No tienen claridad en el tiempo y cantidad de recursos que recibirán del Fondo de Desastres Naturales (Fonden).

Aunque algunos ya recibieron una etiqueta con código de barras (de manos de autoridades federales) no tienen claro siquiera si podrán ser beneficiarios del fondo.

“No hay fechas, no hay respuesta, no nos dicen nada, sólo que hay que esperar”, dice Rita Matías Pacheco, vecina afectada en la colonia Centro, y muestra el papelito que atesora en su cartera: Número de código 70729 y la leyenda Dirección General de Ordenamiento Territorial y Atención a Zonas de Riesgo: “Este folio es el comprobante de que la vivienda ha sido censada y los apoyos para la reconstrucción de esta vivienda estarán sujetos a los lineamientos de las reglas de operación del FONDEN”.

El proceso para acceder al Fonden tiene tres etapas. El censo es apenas la primera y concluirá hasta esta semana, según explica Arnoldo Heredia Romero, regidor de planificación, desarrollo y organismo descentralizado de Jojutla.

Hasta el cierre de este reportaje, el Ayuntamiento de Jojutla reportaba 6 mil 896 casas visitadas para verificar los daños. De estas, 2 mil 637 fueron censadas; se incluyeron las casas marcadas con amarillo (que presentan algún daño) y rojo (que tienen daños de alto riesgo y son candidatas a ser demolidas).

Fueron ubicadas por las coordenadas de GPS y aplicando un cuestionario de 46 preguntas de algoritmo socioeconómico para determinar el tipo de apoyo que recibirán; pero lo anterior forma parte solo de la primera etapa del proceso, que realizaron las autoridades municipales y de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu).

Aún faltan dos etapas más: la segunda, que es el peritaje para determinar el tipo de daño de cada casa y que definirá con precisión que casas podrían repararse y cuáles serán demolidas. Y luego vendrá la tercera etapa, que consiste en la entrega de documentación que acredite la propiedad del predio o vivienda.

Pero las familias no ha recibido hay información precisa de cuánto tiempo llevará eso, ni por parte de las autoridades federales, ni del estado y tampoco del municipio.

“Pasan y te dicen que no está habitable, pero no nos dicen si se va a demoler o no, y lo que nosotros vemos es que sigue el riesgo. Pasan checan las casas y nos pegan estampitas pero no nos dicen dada”, dice molesto Mario Ramírez Cueva, habitante de la colonia Emiliano Zapata.

En el “El Higuerón”, los enviados de Sedatu se negaban a entrar a censar con el argumento de que eso le correspondía al Infonavit, a pesar de que les explicaron que sólo siete de las 156 casas tiene crédito vigente; el resto de los colonos ya líquido su crédito con el Instituto de vivienda.

El problema podría ser mayor. Los vecinos tienen miedo de que las casas que no tienen daños se afecten cuando derrumben las otras, con las que comparten muros. “Pero eso hasta ahora no se está considerando y no hay fechas claras, no hay nada”, dice Alberto Saldado.

Foto: Estrella Pedroza

¿Quiénes son los muertos de Jojutla?

El gobierno del estado reportó que 74 personas fallecieron en Morelos a consecuencia del temblor; de ellas, 17 están registradas el municipio de Jojutla. Sin embargo, ninguna autoridad ha difundido una lista formal con nombres, edades y municipios donde ocurrieron los decesos. Y los jojutlenses dudan de la cifra oficial.

“La verdad yo no creo que sean solo 17 personas”, dijo, un trabajador de obras públicas que, frente a la emergencia, no espero órdenes y se dio a la tarea de limpiar los caminos con su máquina retroexcavadora y ayudó a rescatar personas o cuerpos.

El propio alcalde de Jojutla comparte la inquietud: “A nosotros nos queda la misma duda porque de eso se está encargando la fiscalía estatal y en algunos casos se hizo levantamiento en otros no y asegura que no tiene gente reportada como desaparecida”.

Pero los datos no cuadran: La Fiscalía General del estado informó que el Servicio Médico Forense (Semefo) participó en el levantamiento o tuvo registró directo de 56 personas, entre ellos 7 niños de 0 a 10 años.

El fiscal Javier Pérez aseguró que la Coordinación de Protección Civil del Estado tiene el resto del listado porque fue su personal el que estuvo en los rescates directos. También dijo que de algunos casos no tiene registró porque murieron en los hospitales y ahí, los ministerios públicos sólo registran las muertes si son provocadas por algún delito.

En la Coordinación de Protección Civil, a cargo de Francisco Javier Bermúez Alarcón, el personal confirmó que no tienen ningún listado, como lo refiere el fiscal.

Tras insistir por varios días, la FGE proporcionó una lista con los nombres de personas que fallecieron, pero los agrupó por zonas (metropolitana, oriente y sur poniente) sin precisar el municipio donde ocurrieron.

La activista Adriana Mujica destaca que, con la falta de trasparencia con la información de las personas fallecidas durante o consecuencia del sismo, el gobierno está violentando el derecho de la víctima y su familia; el derecho a la memoria y está truncando posibles responsabilidades en los casos que lo amerita.

¿Quiénes son las personas que murieron en Jojutla? Nadie puede responderlo con certeza. Pero todas las personas que vivieron el sismo en Jojutla tienen una historia de terror o angustia que contar y, cuando lo hacen, vuelven a sentir el miedo, los ojos se les humedecen y la voz se les quiebra.

Una de las muertes que más impactó y consternó a los jojultecos -y al resto de los morelenses-, fue la de una mujer embarazada a la que le cayó encima el reloj de la presidencia municipal (edificio histórico que fue dañado en un 40 por ciento).

Verónica Peña Martínez, de 43 años y residente de Tlaquiltenango, acudió ese día a la cabecera municipal a tramitar un acta de nacimiento nueva.

“Quería tener todo listo para el nacimiento de Matías, mi hermanito”, asegura, Marlen Rosas Peña, hija de Verónica.

El nacimiento de Mati estaba programado entre el 9 y 12 de octubre. El embarazo fue de alto riesgo por la edad que tenía Verónica y porque se enteró hasta el quinto mes. Así que en los últimos tres meses su vida había dado un giro: dejó de trabajar –ella lavaba ajeno y trabajaban en una cocina económica- y se dedicó a cuidar su embarazo. Tenía una cita en el hospital de Zacatepec el 21 de septiembre para que le programaran la fecha del parto, que sería natural.

“Estábamos muy emocionadas por su llegada, ya hasta lo habíamos soñado, primero mi mamá y luego yo, lo veíamos con el cabello negro, negro y su piel blanca”, recuerda la joven de 20 años.

El lunes, un día antes del sismo, Verónica viajó a Cuernavaca a una cita con el especialista en perinatología en la clínica 1 de IMSS; por la noche le pidió a su hija que le pusiera música para alejarse y relajarse.

El 19 de septiembre Marlen y Verónica tuvieron una breve conversación por la mañana.

“Ese día, cuando ya me iba al trabajo, mi mamá se despertó y me preguntó si quería que me preparara algo de almorzar. Yo le dije: ‘no mami, duérmete’”.

Más tarde hablaron por teléfono. “Esa fue la última vez que escuché su voz”, recuerda Marlene, quien cuenta que en el sismo del 7 de septiembre que afectó a Chiapas y Oaxaca, su madre se había puesto muy nerviosa. Ahora, reflexiona un momento y dice: “Es muy seguro que eso le haya pasado. Se espantó mucho y no supo qué hacer”.

Historias de los escombros

 

  1. José Octavio Bahena Gutiérrez, un hombre de 82 años, perdió la vida al colapsar su casa, marcada con el número 317 de la calle Ricardo Sánchez de la colonia Centro, no le dio tiempo salir. Todos lo conocen, igual que su familia que vive a lo largo de la calle frente a la Alameda, y dan referencia de la tragedia. José, fue trabajador administrativo de los Servicios de Salud Morelos en Zacatepec, nunca se casó y vivía únicamente con su gatita. “Creemos que no salió porque estuvo buscando a su gatita; la quería como si fuera su hija”, cuenta un familiar que pide no revelar su nombre. “Se nos adelantó y se llevó todo, a su gatita, casa y su auto porque también fue aplastado”.

* * *

  1. Alicia, no pudo salir a tiempo y el restaurante El Portón de Carmelita -donde trabajaba- colapsó y el techo la atrapó; quedó entre los escombros. Vecinos del lugar la rescataron con vida e ingresó al Hospital General Dr. Ernesto Meana San Román a donde llegó gravemente herida. luego fue trasladada a un Hospital en Toluca Estado de México, “murió al siguiente día”, compartió su pareja, quien no pudo continuar hablando del tema y cerró diciendo: “perdóneme me duele mucho sé que no soy el único que perdió a alguien”.

* * *

  1. Bertha Maldonado Mojica tenía de 53 años y muchos hablan de ella como la señora que cubrió con su cuerpo a un niño durante el sismo y le salvó la vida. Ella caminaba rumbo a su casa, en la colonia Emiliano Zapata, cuando inició el sismo. En ese momento, se cruzó en su camino un niño, al que conocía porque era nieto de una vecina. Su reacción fue abrazarlo para protegerlo. En segundos, el techo de una casa se desplomó y quedaron bajo los escombros. El niño quedó cubierto con el cuerpo y brazos de la señora. Cuando los rescatistas lograron levantar el techo y los escombros, el pequeño estaba inconsciente y Bertha habían muerto.

Infecciones, desperdicios y rapiña     

Los jojutlenses han detectado que vecinos de localidades de municipios cercanos (como Puente de Ixtla, Tlaquiltengo y Zacatepec) deambulan por las calles de Jojutla o salen a las carreteras para acaparar el apoyo que tendrían que llegar a las zonas más afectadas.

“Uno se puede dar cuenta porque hasta traen sus carretillas o sus bolsas para llevarse todo lo que pueden, los ve uno pidiendo o correteando a los camiones y si pueden hasta arrebatan las despensas o lo que puede”, dice con notable molestia Marlo Enrique Moya García, trabajador de una frutería del mercado principal de Jojutla.

Mientras platicamos circula sobre la calle unidad de la militar cargada de víveres y tras de ella una decena de personas gritando: “¡Aviénteme aunque sea un rollo!” “¡A mí una despensa!” “¡Lo que sea, a mí lo que sea!”.

En la colonia Emiliano Zapata ha sido detectadas personas desconocidas por la población que llega a llevarse los víveres.

La autoridad municipal -jura el edil- hace lo que está en sus manos para atender todas la necesidades, pero existe el temor de que se genere un foco de infección, por los drenajes rotos o porque no todas las familias tienen acceso a un baño. El municipio contrató sanitarios secos y regaderas que distribuyó por las colonias y albergues; las familias que no tuvieron afectación en sus viviendas han puesto a disposición de la comunidad sus sanitarios.

Pero no son suficientes. Tras el apoyo descontrolado que llegó en los primeros días; se triplicaron las toneladas de basura y hoy se pueden ver en las banquetas montañas de ropa usada -que a nadie le quedó o que no la tomaron porque no tienen un lugar donde guardarla-, expuesta al sol, al polvo y a la lluvia

La propia exposición de las familias a la intemperie con el cambio de clima es un riesgo, las autoridades de salud hacen lo que les toca en material de prevención y con lo que se puede se da atención a las primeras infecciones que se han presentado.

Tres semanas después del terremoto, los jojutlenses tienen claro que no será fácil “Construir un nuevo Jojutla”, frase que, irónicamente, era la esencia del eslogan de la administración municipal. También saben que la reconstrucción no será en unos meses como dijeron aquí el 20 de septiembre el presidente Enrique Peña Nieto y el gobernador Graco Ramírez. A pesar de ello, tienen la esperanza que les deja seguir con vida.

“Tenemos que trabajar unidos mano a mano, será difícil porque somos muchas las personas afectadas, pero nos vamos a levantar”, dice Alberto Escamilla.


*Este trabajo forma parte del proyecto Pie de Página, realizado por la Red de Periodistas de a Pie. Conoce más del proyecto aquí: http://www.piedepagina.mx

 

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Autor Lado B
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