Lado B
(Para que) Viva México
La patria en que vivimos cumple este viernes-sábado doscientos siete años de una existencia convulsa, marcada por guerras internas e invasiones externas, conflictos ideológicos, desigualdades...
Por Juan Martín López Calva @m_lopezcalva
12 de septiembre, 2017
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Martín López Calva

@M_Lopezcalva

“…la sangre echa raíces
y crece como un árbol en el tiempo.
La sangre en el cemento, en las paredes,
en una enredadera: nos salpica,
nos moja de vergüenza, de vergüenza, de vergüenza.

La bocas de los muertos nos escupen
una perpetua sangre quieta”.

Jaime Sabines. Tlatelolco 68.

 

[dropcap]L[/dropcap]a patria en que vivimos cumple este viernes-sábado doscientos siete años de una existencia convulsa, marcada por guerras internas e invasiones externas, conflictos ideológicos, desigualdades que parecen insalvables, exclusiones por motivos de raza, religión, clase social u origen, pobreza centenaria y abusos de poder, conflictos por el poder, impunidad desde el poder.

La patria en que vivimos sigue siendo una tierra donde la sangre echa raíces y crece, crece imparable como un árbol en el tiempo. Un lugar de lugares manchados de sangre en el cemento, en las paredes, en las calles y las plazas, en las selvas y los desiertos.

Esta patria que nos vio nacer es un escenario en el que a pesar de que tratemos de ignorarla, la sangre nos salpica y nos moja de vergüenza a todos, las bocas de tantos y tantos muertos nos escupen un reclamo de justicia, de reconciliación, de paz y verdadera democracia.

 

“Confiaremos en la mala memoria de la gente,
ordenaremos los restos,
perdonaremos a los sobrevivientes,
daremos libertad a los encarcelados,
seremos generosos, magnánimos y prudentes.

…Aquí no ha pasado nada.
Comienza nuestro reino…”

Jaime Sabines. Tlatelolco 68.

En esta patria que vivimos los gobernantes hacen negocios con los recursos que deberían destinarse a combatir la pobreza, a construir hospitales y escuelas, a poner las condiciones para que todos puedan vivir como seres humanos y desarrollar sus proyectos de felicidad en paz y colaboración para hacer realidad la sociedad democrática que tanto se desgasta en los discursos.

En nuestra patria estos negocios son cada vez más sofisticados y llegan a niveles que pueden llamarse #EstafaMaestra porque se realizan a partir de un diseño estructural cada vez más complicado con el fin de evadir y engañar a la sociedad que ahora cuenta con organizaciones que buscan vigilar a las autoridades y presionar para que haya rendición de cuentas. Mecanismos tan complicados que incluyen empresas inexistentes y manchan a instituciones que eran los reductos de confianza de la sociedad como las universidades.

Porque en esta patria que nos tocó vivir los gobernantes corruptos siguen confiando en la mala memoria de la gente, pensando que con ordenar los restos, perdonar a los sobrevivientes, declarar que se investigará “hasta las últimas consecuencias”, “que se aplicará todo el peso de la ley”, es suficiente para que todo se olvide, para que no pase nada y cada seis años vuelva a comenzar el reino de los que acceden al poder.

Y en efecto, en esta patria que vivimos no pasa nada, sigue sin pasar nada a pesar de que pasan tantas cosas. Sigue sin pasar nada ante los socavones que producen muertos, frente a la delincuencia asociada con la política, en torno a la corrupción que lo envuelve todo.

“México, creo en ti,
Porque escribes tu nombre con la X
Que algo tiene de cruz y de calvario:
Porque el águila brava de tu escudo
Se divierte jugando a los volados:
Con la vida y, a veces, con la muerte”.

Ricardo López Méndez. México, creo en ti.

Mientras tanto en las escuelas que trabajamos -donde penetra cada día con más intensidad la terrible realidad de esta patria en que vivimos- seguimos pensando que la educación cívica se hace con monótonas ceremonias a la bandera, con el canto a coro de un himno nacional que los niños no entienden, la enseñanza de unas leyes que en la vida diaria no se cumplen y la memorización y declamación de poemas románticos que exaltan a ese México abstracto en el que ya no podemos reconocernos.

En un país en el que la sangre echa raíces y nos moja de vergüenza cada día más, padecemos el fenómeno del acoso escolar y no priorizamos la construcción de modelos de convivencia escolar pacífica en la que se arreglen los conflictos mediante el diálogo.

Ante una realidad dominada por la búsqueda de dinero y poder sin importar los medios para alcanzarlos sucumbimos ante las presiones que piden escuelas que capaciten personas competitivas y eficientes para el mercado y no encontramos aún la forma de educar personas integrales que sean capaces no solamente de sobrevivir en este mundo de la economía global sino de vivir humanamente tratando de transformarlo, de hacerse cargo de él y volverlo un mundo más incluyente y justo.

Frente a la necesidad de democratización de nuestra patria seguimos viviendo una escuela centrada en la autoridad y el control, en la disciplina por temor y el trabajo individual y competitivo, sin poner atención a la urgencia de formar personas con conciencia y hábitos democráticos que sean en el futuro ciudadanos o gobernantes que busquen el bien común a través de la participación colaborativa de todos.

En medio de una patria manchada por la corrupción y la impunidad que se sustenta en la apuesta por la falta de memoria seguimos viviendo escuelas que enseñan fechas y datos pero no forman memoria y conciencia histórica.

En un país en el que reina la descomposición causada por el imperio de una política carente de ética, nuestras escuelas siguen enseñando valores aislados como si fueran conceptos a memorizar en vez de enfatizar y asumir con seriedad la tarea de una formación ética compleja que eduque la libertad de los futuros ciudadanos y los capacite para vivir los dilemas existenciales a los que la sociedad actual los va a enfrentar.

Para que viva México necesitamos hacer nuestro el reto de una auténtica formación ciudadana que forme en modelos de convivencia dialógica, pacífica, empática, razonable y basada en la comprensión más que en la imposición.

Para que viva México requerimos docentes, directores, orientadores, padres de familia, empresarios, organizaciones sociales y medios de comunicación comprometidos con el empoderamiento de la sociedad civil para lograr procesos de rendición de cuentas y aplicación de la ley en los casos como el de la #EstafaMaestra, el #Socavón del Paso Exprés de Cuernavaca, la #CasaBlanca, el caso #Odebrecht y todos los casos escandalosos de corrupción y negligencia por parte de los gobernantes en complicidad con grandes empresas, universidades y otras instituciones sociales.

Para que viva México necesitamos una educación que cultive la memoria histórica y social para desterrar para siempre la cultura de “Aquí no pasa nada”.

Todo esto es difícil pero sin duda posible. Ojalá estas fiestas patrias sean un momento para la reflexión y el compromiso para lograr que todos los educadores empecemos a trabajar para que viva México.

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Autor Lado B
Juan Martín López Calva
Doctor en Educación por la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Realizó dos estancias postdoctorales en el Lonergan Institute de Boston College. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, del Consejo Mexicano de Investigación Educativa, de la Red Nacional de Investigadores en Educación y Valores y de la Asociación Latinoamericana de Filosofía de la Educación. Trabaja en las líneas de Educación humanista, Educación y valores y Ética profesional. Actualmente es Decano de Artes y Humanidades de la UPAEP, donde coordina el Cuerpo Académico de Ética y Procesos Educativos y participa en el de Profesionalización docente..
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