Lado B
En Chignahuapan quieren que te enamores del ajolote
Un Museo, que nació como un proyecto familiar, se dedica a preservar y reproducir este peculiar anfibio en peligro de extinción
Por Aranzazú Ayala Martínez @aranhera
14 de septiembre, 2017
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Aranzazú Ayala Martínez

@aranhera

La piel del animal tiene manchas como las del leopardo, pero más oscuras. Bajo su alargado cuerpo apenas se distingue el par de patas inferiores debajo de las delanteras, que utiliza como brazos para trepar sobre la piedra, impulsarse y subir hacia la superficie. La mano de Ariel se acerca a la pecera para atraer a esta animal a veces llamado monstruo, a veces descrito como un alienígena.

Ariel es el encargado de  explicarle a los visitantes del Museo Casa del Axolote en Chignahuapan, en la Sierra Norte de Puebla, la maravilla y misterio de los ajolotes, las criaturas mexicanas que se ocultan en los lagos.

El Museo Casa del Axolote (el nombre original náhuatl del animal es axolotl) nació como un proyecto familiar, como una idea de Yanin, Ariel y sus papás. Ahora toda la familia se dedica a preservar los ajolotes –cada quien encargándose de algo diferente como la parte biológica, la difusión o el museo.

La iniciativa se consolidó y se constituyó como una Unidad de Manejo Ambiental (UMA) ante la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).

Hábitat del ajolote en Chignahuapan, Puebla
Foto: Martina Žoldoš

El proyecto de la Casa-Museo lleva ya más de cuatro años rescatando y difundiendo la vida de los ajolotes, los únicos anfibios que con estimulación hormonal pueden salir del agua y volverse terrestres. Además, son mundialmente famosos por sus capacidades de regenerar partes de su cuerpo y por sus propiedades medicinales.

Yanin Carbajal, hermana de Ariel, cuenta que muchas especies de ajolote son microendémicas, es decir, que existen sólo en un lugar específico y reducido, a veces incluso solamente en una laguna. Por eso no se conocen todas las especies que existen en el país, pero hay al menos 16 tipos de anfibio de la cara sonriente en estados como Puebla, México, Michoacán y Chihuahua.

Muchos axolotes

Del ajolote la variedad más conocida es el ambystoma mexicano, el de color rosa, habitante de Xochimilco que está en peligro de extinción. Pero no es el único tipo.

En Chignahuapan también abundaban. Con la introducción de las truchas y tilapias, peces muy voraces que se comen los huevecillos de las crías, los anfibios se fueron acabando. Ahora la población de ajolote locales, cuya variedad es de piel oscura, se está recuperando no sólo en cuanto a población sino a la difusión de su importancia, y en el cuidado para su preservación.

Otro de los tipos de ajolote que Yanin y Ariel cuidan en las peceras es el ajolote leopardo, originario del lago de Pátzcuaro, Michoacán. La conservación de esta variedad está a cargo de un grupo de monjas que también se constituyeron oficialmente ante la Semarnat para poder reproducir y aprovechar al ajolote.

Foto: Martina Žoldoš

En las peceras de la Casa del Axolote hay también una pareja de anfibios de Lerma, Toluca, que conviven en un estanque diferente de los de Pátzcuaro y de una variedad de otra laguna de Michoacán. Hay incluso un ajolote albino y también uno joven, en edad adolescente. Uno de los logros del proyecto es que ya consiguieron que se reproduzcan en cautiverio.

Ariel dice que ha sido difícil, pero que poco a poco han aprendido a controlar mejor la temperatura de las peceras para enfriarlas, y para que los ajolotes se acostumbren a sus nuevos ambientes.

Un proyecto integral

En la Casa del Axolote no se venden animales. Los recursos para el mantenimiento de los anfibios son los que se generan con la cuota de recuperación de la entrada al Museo y los recuerdos que se venden. Las playeras, peluches y las demás productos que venden son hechas por diseñadores y artistas de varias partes del país.

Ariel dice que una de las formas de lograr la supervivencia de la especie es que la gente se enamore del ajolote, para que así empiecen a cuidarlo. En sus palabras, se puede aprovechar el potencial carismático de este ser para salvarlo.

Foto: Martina Žoldoš

Yanin y Ariel han integrado también al museo un proyecto de educación ambiental; dentro de la parte turística y la explicación de qué son y de dónde vienen los ajolotes, le hablan a los visitantes de la contaminación del agua, del clima y de la importancia de preservar el medio ambiente.

También dan pláticas en escuelas y esperan que en un futuro en el rancho, que es donde viven y se reproducen los ajolotes dentro de un estanque, se haga también investigación biológica para conocer mejor al emblemático animal.

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Autor Lado B
Aranzazú Ayala Martínez
Periodista en constante formación. Reportera de día, raver de noche. Segundo lugar en categoría Crónica. Premio Cuauhtémoc Moctezuma al Periodismo Puebla 2014. Tercer lugar en el concurso “Género y Justicia” de SCJN, ONU Mujeres y Periodistas de a Pie. Octubre 2014. Segundo lugar Premio Rostros de la Discriminación categoría multimedia 2017. Premio Gabo 2019 por “México, el país de las 2 mil fosas”, con Quinto Elemento Lab. Becaria ICFJ programa de entrenamiento digital 2019. Colaboradora de “A dónde van los desaparecidos”
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