Lado B
@ladobemx
Los calamares no me atemorizan
Foto: Emilio Ramos
En señal de amistad trenzo y destrenzo sus tentáculos. Después de todo, soy casi una de ellos: yo también sé esconderme en nubes de tinta.
¡Arriad el foque!
¡Arriad el foque!, ordena el capitán. ¡Arriad el foque!, repite el segundo. ¡Orzad a estribor!, grita el capitán. ¡Orzad a estribor!, repite el segundo. ¡Cuidado con el bauprés!, grita el capitán. ¡El bauprés!, repite el segundo. ¡Abatid el palo de mesana!, grita el capitán. ¡El palo de mesana!, repite el segundo. Entre tanto, la tormenta arrecia y lo marineros corremos de un lado a otro de la cubierta, desconcertados. Si no encontramos pronto un diccionario, nos vamos a pique sin remedio.
Foto: Sidarta Corral
La alegría tenaz
Foto: Sidarta Corral
Sólo entonces se descubre que la tristeza, la ansiedad, el miedo, son reacciones defensivas del organismo, comparables al dolor. Como leprosos que se hieren sin notarlo, quienes padecen alegría tenaz están en constante peligro. A causa de la irritación que provocan en el prójimo pero también por falta de culpa o de temor, mueren rápidamente, impunes y felices.
La alegría tenaz es fácil de confundir con la indiferencia.
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