Lado B
Cómo formar hombres buenos
Escuchar a Tappan y conocer su trabajo reciente en este tema crucial para la formación ética y ciudadana genera aprendizajes importantes
Por Juan Martín López Calva @m_lopezcalva
30 de mayo, 2017
Comparte

Foto: Marlene Martínez

Martín López Calva

@M_Lopezcalva

“El camino de la infancia a la madurez saludable no es fácil. Está lleno de desafíos, trampas, paradas e inicios. Resistir la masculinidad tóxica de los Trumps del mundo puede a veces ser muy peligroso, y aún riesgoso para la vida”.

Mark Tappan. Maine voices: a call to resist toxic masculinities. (Traducción libre del original en inglés).

Mark Tappan es un investigador muy reconocido en el campo de la Educación. Discípulo de Lawrence Kohlberg ha aportado mucho a la literatura del tema del desarrollo moral y la educación en valores en general desde la perspectiva del enfoque conocido como Razonamiento moral creado por Kohlberg con fundamento en la Epistemología genética de Piaget.

En una entrevista reciente para el podcast de la Escuela de Educación de la Universidad de Harvard, Tappan aborda el tema de sus más recientes publicaciones que tienen como línea temática la comprensión del proceso de formación moral de los niños en términos de lo que llama una masculinidad constructiva o positiva de manera que se conviertan en personas preocupadas por los demás, amables, considerados, éticos y ciudadanos activos, responsables y comprometidos con la justicia.

El camino para formar “hombres buenos” –como llaman en la entrevista a este tipo de adulto que logra sortear las presiones de la masculinidad tóxica- no es nada fácil, puesto que desde muy pequeños los niños varones están sometidos a manifestaciones que les muestran que los hombres deben ser fuertes, tenaces, estoicos, capaces de controlar y aún reprimir sus sentimientos y otros rasgos característicos del estereotipo social sobre lo masculino. Estas características de lo que significa “ser realmente hombre” significan muchas veces comportamientos negativos relacionados con el machismo: la violencia, la rigidez, la incapacidad para ser empáticos, etc.

“Estas presiones son enormes y los jóvenes están sujetos a esos mensajes desde muy temprana edad” sostiene Tappan en la entrevista para Harvard Ed Cast. Este es el tema de un libro reciente del que es coautor cuyo título es: Empacando la infancia: salvar a nuestros hijos de Superhéroes, truhanes y otros estereotipos mediáticos.

Pero aún en este contexto en el que predomina lo que Tappan llama la “masculinidad tóxica” existen niños, jóvenes y hombres adultos que están genuinamente comprometidos con llegar a ser personas sensibles, solidarias, pacíficas y constructivas, hombres éticos que pueden ir haciendo la diferencia para transformar la sociead machista en que desafortunadamente sigue prevaleciendo en el mundo actual a pesar de todos los discursos de equidad y de los espacios que han ido ganando las mujeres a partir de una lucha de muchas décadas.

En términos educativos resulta de vital importancia que todos escuchemos a estos hombres que han sido capaces de enfrentar las presiones de los estereotipos sociales acerca de lo masculino y proporcionarles un reforzamiento positivo para que puedan seguir superando las presiones sociales a las que han estado sujetos durante toda su vida.

El reforzamiento positivo, el acompañamiento cercano y el trabajo para visibilizar esta forma alternativa de entender y vivir la masculinidad por parte de los educadores ayudará no solamente a que estos niños o adolescentes vayan sorteando las presiones sociales y crezcan con una convicción firme acerca de lo que implica ser hombre en una sociedad humana, pacífica, democrática y justa sino que aportará también elementos para ir progresivamente derribando el estereotipo de la masculinidad tóxica, que desafortunadamente domina los mensajes de los medios de comunicación masiva y tiene en ciertos superhéroes y en figuras reales de poder modelos negativos que se imponen con mucha fuerza y se vuelven fácilmente aspiracionales.

Un triste ejemplo vigente en la actualidad es el del presidente de los Estados Unidos. Donald Trump encarna de una manera muy gráfica y a veces hasta caricaturesca el estereotipo del hombre que la sociedad moderna aspira a superar. Se trata de un hombre que se relaciona de manera bravucona, agresiva y violenta con todos los demás y asume que esta forma de relación es el camino para la autoafirmación y la comunicación de la propia valía. Un modelo de masculinidad que se basa en la imposición por la fuerza de los propios deseos, ideas y aún caprichos, en el predominio del poder sobre la inteligencia, de agresión sobre la persuación, del interés propio por encima de la búsqueda del bien común.

[pull_quote_right]Resulta muy preocupante que en las escuelas y universidades públicas y privadas sigan presentándose casos de violencia en las relaciones de pareja, casos que se toleran y que muchas veces se ven como normales en la cultura imperante hasta que escalan a niveles muy graves que han derivado incluso en el asesinato de un alto número de mujeres jóvenes a manos de sus parejas sentimentales, como los que hemos conocido en Puebla en los últimos años[/pull_quote_right]

A pesar de la inexplicable popularidad de personajes como Trump y del regreso al poder de este tipo de modelos negativos, Tappan señala que hay signos de esperanza que se manifiestan por un lado en las múltiples expresiones críticas y de protesta de parte de líderes políticos, celebridades del arte y la cultura, figuras mediáticas y académicas o atletas destacados que han ido construyendo un coro de condena directa acerca de la noción machista de Trump y sus seguidores que ha llegado incluso a expresar como válido el contacto físico con mujeres sin su consentimiento a partir de la posición asimétrica que le brinda el poder económico y ahora el poder político.

Por otra parte, estos signos de esperanza se pueden constatar en el hecho de que existe un gran número de evidencias de que las formas y expresiones respetuosas, equitativas, no violentas y emocionalmente adecuadas de masculinidad no son solamente posibles sino además generan rsultados positivos para niños y hombres adultos tanto en lo educativo como en lo emocional, lo físico, lo psicológico y lo social.

Escuchar a Tappan y conocer su trabajo reciente en este tema crucial para la formación ética y ciudadana genera aprendizajes importantes y nos hace conscientes de los grandes desafíos que tenemos quienes estamos trabajando en las aulas desde la perspectiva de una educación personalizante.

Si bien no es un tema nuevo porque en los ámbitos de estudio del tema de género se ha planteado desde hace tiempo que el problema del machismo no solamente tiene que afrontarse desde la educación de niñas que crezcan con un autoconcepto positivo de su feminidad que las lleve a defender sus derechos en la familia, la comunidad, el campo laboral y social sino también desde un cambio cultural profundo acerca del concepto de masculinidad para revertir esta visión tóxica aún presente en las relaciones cotidianas entre hombres y mujeres, el trabajo de Tappan refuerza la idea de que es necesario introducir este tema con mayor claridad y fuerza en el campo de la formación valoral en las escuelas y universidades si queremos realmente lograr un cambio positivo en la sociedad y construir estructuras sociales que se sustenten en una visión horizontal de la relación entre géneros.

Resulta muy preocupante que en las escuelas y universidades públicas y privadas sigan presentándose casos de violencia en las relaciones de pareja, casos que se toleran y que muchas veces se ven como normales en la cultura imperante hasta que escalan a niveles muy graves que han derivado incluso en el asesinato de un alto número de mujeres jóvenes a manos de sus parejas sentimentales, como los que hemos conocido en Puebla en los últimos años y se producen en todo el país y en muchos países del mundo prácticamente todos los días.

Estos hechos límite son las expresiones más evidentes de que algo seguimos haciendo mal en la educación tanto de las niñas que permiten y no denuncian este tipo de trato violento como de los niños que siguen creciendo con el estereotipo de la masculinidad tóxica.

Por esto, aunque pueda sonar cursi, necesitamos tomar en serio el llamado de Tappan y muchos otros investigadores educativos y sociales para formar hombres buenos a partir de un trabajo serio y sistemático en la construcción de una masculinidad constructiva y humanizante.

Existen casos ejemplares de trabajo educativo en estos temas como el del Bachillerato CDEZ (Centro de Desarrollo Educativo Zacatelco) que cumple quince años de compromiso con un modelo educativo humanizante. Habría que aprender de estas buenas prácticas.

Comparte
Autor Lado B
Juan Martín López Calva
Doctor en Educación por la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Realizó dos estancias postdoctorales en el Lonergan Institute de Boston College. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, del Consejo Mexicano de Investigación Educativa, de la Red Nacional de Investigadores en Educación y Valores y de la Asociación Latinoamericana de Filosofía de la Educación. Trabaja en las líneas de Educación humanista, Educación y valores y Ética profesional. Actualmente es Decano de Artes y Humanidades de la UPAEP, donde coordina el Cuerpo Académico de Ética y Procesos Educativos y participa en el de Profesionalización docente..
Suscripcion