Dra. Laura Angélica Bárcenas Pozos

[dropcap]D[/dropcap]ebido a una investigación que estoy realizando, he estado visitando bachilleratos de localidades de menos de 2,500 habitantes, en los que hemos observado el nivel de pobreza que presentan, no sólo por la propia pobreza que hay en las comunidades en las que están insertas estas escuelas, sino porque muchas de ellas carecen de lo mínimo para desempeñar la labor docente. El común denominador es la escasez de edificios, muchas de ellas sólo cuentan con algunas aula y sanitarios, pero no hay una oficina para los profesores, ni un laboratorio y mucho menos una biblioteca. Otro denominador común, es que todas obtienen sus recursos de lo que los padres de familia aportan para el funcionamiento de la escuela, otro factor común es que prácticamente todas cuentan con servicios de luz y agua, pero no de internet y otro es que hay pocos profesores y en algunas, pocos alumnos.

Veamos la proporción. En una escuela hay 72 alumnos y 3 profesores, lo que toca a 24 alumnos por profesor en promedio, en otra hay 142 alumnos por 7 profesores es decir un poco más de 20 alumnos por profesor. En otra hablamos de 42 alumnos por tres profesores, pero sólo hay alumnos de primero y segundo grado, es decir todavía está en crecimiento, así que más o menos hay 14 alumnos por profesor. Lo que hace que un profesor se encargue de toda un área disciplinar, así que el profesor de física, imparte, además, química, biología y matemáticas; la de historia, también se las arregla con estructuras socioeconómicas de México y el de literatura, con lectura y redacción, así como segunda lengua. Claro está que el profesor es egresado de alguna licenciatura afín a uno de estos temas, pero no sabe todo sobre lo que enseña, así que tiene que aprender muchas cosas en el camino.

Por supuesto, no hay apoyos administrativos en las que puedan descansar los profesores el llenado y vaciado de formatos que solicita la Secretaría de Educación Pública (SEP) con información de alumnos, profesores y de la institución misma. Casi siempre, uno de estos profesores hace las funciones de responsable de la escuela y es el encargado de llenar y llevar y traer toda la información que le es solicitada a la escuela. Estos responsables reciben un pago extra, pero deben dejar a su grupo cuando se tienen que presentar a la SEP o a las oficinas de la supervisión. En ese caso, casi siempre, sus compañeros los apoyan para atender al grupo.

[pull_quote_right]Otra característica común es la forma de contratación de los profesores, la mayoría de ellos está contratado por 20 horas y los responsables de las instituciones por 30. Lo que no cubre todo lo que hacen y dejan en la escuela.[/pull_quote_right]

Junto a esto, los profesores se encargan de lo que llaman las actividades “paraescolares” que incluyen cualquier actividad formativa que no sea académica, como deportes, artes o actividades como banda de guerra o escolta. En este sentido, los profesores ofrecen aquello que ellos mismos han desarrollado como parte de su propia formación, así que en una escuela se puede ofrecer manualidades, mientras que en otra guitarra y en alguna otra danza regional. Estas actividades son tan diversas, como diversos son los procesos de formación de los docentes.

Otra característica común es la forma de contratación de los profesores, la mayoría de ellos está contratado por 20 horas y los responsables de las instituciones por 30. Lo que no cubre todo lo que hacen y dejan en la escuela. Sólo en las escuelas que encontramos con dos grados y tres profesores vemos que alguno de ellos tiene tiempo para planear o encargarse con holgura de alguna actividad paraescolar, pero cuando ya hay tres grupos con tres docentes esto es casi imposible, entonces los profesores invierten en su trabajo mucho más tiempo que el que están contratados.

Ha llamado mucho nuestra atención, además, que varios de ellos no son de la región en la que se encuentra la escuela y están muy alejados de sus lugares de origen, impidiendo que vayan y vengan a su casa, lo que está ocasionando que vivan en la comunidad, mientras que sus familias viven en otras comunidades y se encuentran con ellos una vez a la semana o, en muchas ocasiones, dos veces al mes. Esto también, porque lo que ganan, no les alcanza para viajar diario, así que se quedan en la comunidad, otros lo hacen porque las escuelas están en zonas poco seguras y viajar diario los pone en riesgo, así que muchos tienen el sentimiento de que sus familias están fracturadas y que, aunque los apoyan, siempre se sienten en el riego de que la familia se desquebraje.

Claro que estas escuelas, son casi todas de reciente creación y están en proceso de consolidación, sin embargo, nos ha parecido que es mucho más lo que los docentes están aportando para que estas instituciones ofrezcan la educación que han prometido en las comunidades, que lo que la SEP se compromete con ellos. ¿Cómo puede uno de estos profesores implementar el nuevo modelo educativo? Desde nuestro punto de vista, estos profesores deberían recibir compensaciones extras como un mejor salario, unas mejores prestaciones, reubicarlos cerca de sus familias y seguramente tendríamos docentes, todavía más preocupados por sus alumnos, más tranquilos, más seguros y pensando en el nuevo modelo educativo. Por otro lado, la SEP debería trabajar más en la infraestructura de estas escuelas, asignarles más recursos pues los padres de familia no pueden aportar mucho, asegurar el internet, además de pagar a un administrativo por escuela para que el director no tuviera que ausentarte de ésta. Medidas todas de una buena y considerada gestión que se reflejaría en una mejor educación y en la posibilidad de implementar el nuevo modelo educativo.

[quote_box_left]La autora es profesora de la Universidad Iberoamericana Puebla.

Este texto se encuentra en: http://circulodeescritores.blogspot.com

Sus comentarios son bienvenidos[/quote_box_left]