Lado B
4 puntos para entender la política cultural de Moreno Valle
Opacidad, desaparición del patrimonio, eliminación de festivales y un afán de espectacularidad y derroche resumen el sexenio que termina
Por Ámbar Barrera @astrobruja_
10 de enero, 2017
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Museo Internacional Barroco. Foto: Marlene Martínez

Museo Internacional Barroco.
Foto: Marlene Martínez

Ámbar Barrera

@Dra_Caos

El hecho que marcó el inicio del gobierno de Rafael Moreno Valle, en 2011, en materia cultural fue la desaparición de la Secretaría de Cultura y su reemplazo por el Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Puebla.

Un hecho que fue considerado mal presagio para gestores culturales y artistas, y que se confirmó con la desaparición de buenos festivales, la omisión de la escena cultural local, el derroche en grandes espectáculos y el gasto de cientos de miles de millones en atracciones turísticas con poca planeación, incluido un enorme e impresionante museo que es prácticamente un cascarón vacío.

Opacidad, desaparición del patrimonio cultural y una nueva política con base en la mera espectacularidad resumen el sexenio de Moreno Valle en cultura.

A continuación, LADO B presenta los puntos más relevantes para entender el arte y la cultura en Puebla durante la gestión morenovallista.

Instalación del Consejo Ciudadano del CECAP en 2011 Foto: Joel Merino/Archivo.

Instalación del Consejo Ciudadano del CECAP en 2011
Foto: Joel Merino/Archivo.

1. El reemplazo de la Secretaría de Cultura por un Consejo para la Cultura y las Artes

En febrero de 2011 se instala el Consejo Estatal para la Cultura y las Artes (CECAP) que reemplazó a la Secretaría de Cultura del Estado de Puebla. Su primer secretario técnico, Fernando Viveros Castañeda, dejó el cargo 8 días después de ser nombrado. En su lugar quedó Saúl Juárez Vega quien renunció en diciembre de 2012 para tomar un puesto federal en Conaculta, lo mismo que su sucesor Moisés Rosas Silva a principios de febrero de 2014, dejando como secretario técnico a Jorge Alberto Lozoya, anterior titular de la Secretaría de Educación Pública y quien terminará el sexenio en el CECAP.

Especialistas de la escena cultural poblana como el ex conductor de radio y gestor cultural Óscar Hernández predijeron un crecimiento de los espacios y esfuerzos independientes en materia de arte y cultura, considerando que el nuevo Consejo no contaba con un plan específico para laborar.

En marzo de 2014 una investigación de Ernesto Aroche evidenció que el CECAP operaba sin un plan anual pese a contar con uno de los presupuestos más altos de los últimos años (155.3 millones de pesos).

En abril de 2016 una nueva investigación de este portal reveló que aunque desde su nacimiento la plantilla del CECAP se redujo en 43.7%, el presupuesto (que incluye los sueldos) en vez de reducir ha aumentado hasta en 20%, de modo que pasó de contar con 507 empleados a quedar actualmente con tan sólo 285, por despidos y jubilaciones anticipadas, siendo 2015 y 2016 cuando se dieron los mayores recortes: 69 y 128 despidos, respectivamente.

Tomada de /lalibretadeirmagallo.wordpress.com/

Tomada de /lalibretadeirmagallo.wordpress.com/

2. El desmantelamiento y la desaparición de espacios culturales

A pesar de la organización desde 2011 de artistas y gestores opositores a la creación del Consejo, las cosas siguieron su curso y paulatinamente el gobierno estatal le cortó las alas al arte contemporáneo: para inicios de 2014 desaparecieron algunas becas, un encuentro de arte y, de la noche a la mañana, la Galería Espinosa Yglesias, única sala de arte contemporáneo, se desmanteló y se convirtió en oficinas.

También surgieron rumores sobre el cierre del Taller de Grabado Ernesto Cortés y la Fototeca Juan C. Méndez, y aunque nunca se concretaron sí ha habido un relativo abandono de dichos espacios.

Así como la Galería Espinosa Yglesias otros lugares desaparecieron casi en un parpadeo, tal es el caso de la biblioteca del Consejo Puebla de Lectura ubicada en El Alto, inmueble perteneciente al gobierno del estado y que fue transformada en oficinas meses después.

En julio de 2016 la fotografía de unos trabajadores retirando la placa de la Casa del Escritor alimentó el rumor de su desaparición. En agosto del mismo año, Josué Cantorán, reportero de este portal reveló que Moreno Valle envió una iniciativa de decreto al Congreso para enajenar el inmueble, lo que posteriormente permitiría a la venta del mismo. ¿Por qué? Según el propio gobierno estatal “porque no está siendo utilizado por la actual administración”. Un hecho falso, pues en la Casa del Escritor la realización de talleres literarios ha sido ininterrumpida.

La enajenación ya se aprobó y técnicamente, la casa ya está a la venta.

Foto de archivo del Gobierno del estado. Al fondo se aprecia el cuadro del Patrocinio de la Virgen a las mujeres de la familia Munuera. Tomada de todopuebla.com

Foto de archivo del Gobierno del estado. Al fondo se aprecia el cuadro del Patrocinio de la Virgen a las mujeres de la familia Munuera.
Tomada de todopuebla.com

El caso del Museo Bello

En noviembre de 2015 comenzaron a correr versiones sobre el desmantelamiento y cierre del Museo Bello para trasladar su acervo al -entonces aún en construcción- Museo Internacional Barroco.

En una carta aclaratoria a La Jornada de Oriente el CECAP afirmó que, aunque se estaba considerando prestar algunas piezas del Museo Bello, no habría total desmantelamiento ni cierre. En esa misma carta aclaratoria se hablaba de un “proyecto para reacondicionar” el Museo Bello. Sin embargo cuando este portal solicitó dicho proyecto a través del portal de transparencia el CECAP trató de ocultarlo a la vista pública clasificándolo como documento reservado. Después de 5 meses, la CAIP revirtió esa decisión y el supuesto proyecto se hizo público: 4 páginas en donde se establece de manera muy general el estado actual del edificio y se propone la instalación de mobiliario expositivo. Un proyecto burdo que contradice las declaraciones de Moreno Valle sobre utilizar el 3er piso del museo como las nuevas oficinas del CECAP.

En diciembre, este portal confirmó que faltaban al menos 5 piezas de gran formato que antes se encontraban expuestas en el Bello. Y para marzo de 2016 Lado B reveló que 56 obras de arte fueron prestadas (sin documentos que lo acrediten y sin una fecha de devolución) para exponerse en el Museo Internacional Barroco: 43 piezas del Museo Bello, 11 de San Pedro Museo de Arte y 2 del Museo Casa del Alfeñique.

Festival Internacional de Teatro Héctor Azar, 2013. Foto: Ámbar Barrera

Festival Internacional de Teatro Héctor Azar, 2013.
Foto: Ámbar Barrera

3. La política de la espectacularización de la cultura

Con la llegada de Moreno Valle a la gubernatura, en 2011, desaparecieron algunos festivales que si bien eran objeto de crítica por parte de artistas y gestores locales, eran bien recibidos y se reconocía su pluralidad, así como la fuerte colaboración con la escena local.

El primer festival en desaparecer fue el Barroquísimo, que fue reemplazado por el Festival Palafoxiano. Y mientras la última edición de Barroquísimo le costó al ayuntamiento un 1.5 millones de pesos (con 700 artistas de 23 países y la presencia de 240 artistas locales), el primer (y único) Festival Palafoxiano le costó tanto al gobierno municipal como al del estado, 20 millones de pesos con tan sólo 124 artistas internacionales, opacando la escena local.

El Palafoxiano no sólo marcó el fin de Barroquísimo, sino el del Festival Internacional de Puebla ya consolidado después de 12 años de existencia. Y en 2012 Moreno Valle dio el golpe definitivo: el Festival Internacional 5 de Mayo.

Desde aquel 2011 y la desaparición de los mejores festivales organizados a nivel institucional, las quejas de artistas y gestores han ido en aumento. En 2015 este portal realizó un análisis con algunos expertos en el tema sobre el Festival Internacional 5 de Mayo y la conclusión fue clara: es un festival con una oferta pobre y limitada, que no tiene la visión de generar públicos ni de realizar una curaduría sería, sino que obedece a eventos masivos con cifras engañosas y fotografías en portada con políticos sonrientes.

Para ese primer Festival Internacional 5 de Mayo de 2012 también se hicieron otros gastos millonarios, pues coincidió con el 150 aniversario de la batalla del 5 de mayo. Los eventos tuvieron un costo de 162 millones de pesos y 670 millones fueron usados para la recuperación de 40 monumentos históricos, incluida la zona de Los Fuertes.  La cereza del pastel fue la película “5 de Mayo, la batalla” que resultó ser la segunda película más cara del cine mexicano con una inversión de 80 millones de pesos, de los cuales, el gobierno del estado dijo aportar sólo 15.

En 2014 Moreno Valle alardeaba en su tercer informe de gobierno sobre los 772 millones de pesos invertidos en cultura, sobre todo para grandes festivales como el 5 de Mayo, el Internacional de teatro Héctor Azar y la Ciudad de las ideas.

El Héctor Azar inicia también en 2011 con una oferta interesante y, a pesar de tener buen recibimiento, no podía negarse que desplazaba en su cartelera al teatro nacional y sobre todo al teatro poblano. Los grandes eventos eran ingleses, holandeses, europeos en general, mientras que la escena de teatro local tiene grandes problemas de financiamiento y difusión.

Con todo y el buen recibimiento de dicho festival, el Héctor Azar tuvo su última edición en 2014, lo que no impidió a Moreno Valle presumir en su 5o Informe de Gobierno, en enero de 2016, el impulso a “eventos culturales y recreativos de talla internacional como los festivales 5 de Mayo, Héctor Azar y Ciudad de las Ideas”.

Por cierto, la Ciudad de las ideas no es un evento que naciera con el impulso de este gobierno, inició en 2008 durante el periodo de Marín, y aunque es cierto que ahora desde el gobierno estatal se contribuye en promedio con 30 millones de pesos para el evento, las ganancias son para la iniciativa privada: Andrés Roemer y Ricardo Salinas Pliego, presidente del Grupo Salinas.

Varios expertos en el tema cultural (el crítico español Ramón Almela o expertos en el marco del Simposio Internacional de Teoría sobre Arte Contemporáneo), artista y gestores poblanos opinan que ésta ha sido meramente una política cultural que busca los reflectores, la imagen en los medios, una serie de pocos días donde hay un derroche de recursos y miles de personas, pero que no fortalece la escena cultural local, se apoya a los artistas ni se beneficia a los públicos.

Casa Del Torno, junio 2015 Foto: Marlene Martínez

Casa Del Torno, junio 2015
Foto: Marlene Martínez

4. ¿Grandes obras? Más bien, grandes gastos

Desde que desapareció la Secretaría de Cultura, artistas y gestores sospecharon que era tan sólo una manera de suavizar el terreno para fusionar el área de arte y cultura con el turismo. Las predicciones se van haciendo verdades, ya que en las próximas semanas dicha fusión será discutida por el Congreso.

Y aunque apenas está por hacerse oficial, para el sexenio que termina ha quedado claro que Turismo y Cultura no sólo es la misma cosa, sino dos áreas que sirven al mismo propósito: la promoción espectacular de una ciudad y su gobernante.

Hay muchos (y caros) ejemplos:

* El tren turístico Puebla-Cholula: Cuyo proyecto está clasificado como información reservada y podrá costar 790 millones de pesos

* La Estrella de Puebla: Con un costo de 400 millones de pesos y total opacidad en sus cifras de recaudación y visitantes

* El teleférico: El más caro del país con un costo de 359.2 millones de pesos y el del trayecto más corto con 688 metros de largo. Además, para su construcción se destruyó la casa del Torno, un inmueble irremplazable del siglo XVII.

* La casa de música de Viena: Abrió sus puertas apresuradamente y con algunas deficiencias técnicas. Su presupuesto fue de 158.5 millones de pesos y una parte de la inversión corrió a cargo del gobierno federal y de la iniciativa privada. Este museo se sitúa en la Constancia mexicana, un inmueble que fue una fábrica textil a mediados del siglo XIX. En este caso, la “modernización” de la Constancia resultó en la destrucción de un patrimonio histórico y arquitectónico.

* El Museo Internacional Barroco: Con una inversión de 7 mil 280 millones de pesos es un cascarón prácticamente vacío. Desde el inicio, cuando se habló de su construcción en 2013, las voces expertas se opusieron pues no tiene colección permanente. Todo su proyecto museográfico y curatorial está clasificado como reservado. Algunas obras vienen del Museo Franz Mayer de la Ciudad de México, también en préstamo, y tiene piezas del Museo Bello, algunas de cuyas salas, por cierto, se ven ya casi vacías.

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Autor Lado B
Ámbar Barrera
Periodista, comunicóloga, fotógrafa, feminista y amante del arte.
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