Lado B
Inside Audi: así fueron mis tres meses como obrero
Crónica desde las entrañas de la primera planta de automóviles premium en el país, que prometió 3,300 empleos para trabajadores locales
Por Lado B @ladobemx
15 de enero, 2017
Comparte
Foto: Marlene Martínez

Foto: Marlene Martínez

Jerónimo Villa

Durante tres meses la rutina de Gunter* transcurrió entre vías de tren y patios llenos de automóviles. Cada hora de su existencia costó $25 pesos, o $32 si excedía las ocho horas de trabajo. Había firmado un contrato para ser obrero en Audi. Para despertarse de lunes a sábado a las cuatro y media de la mañana. Para trasladarse a la Central de Autobuses. Para viajar una hora en autopista y entrar a las ocho de la mañana. Para llegar y esperar a que dieran las cuatro, las cinco, las seis o incluso las nueve de la noche para regresar a su casa, para repetir el ciclo.

La planta automotriz Audi inició labores el viernes 29 de septiembre del 2016. Cuatro años después de que se anunciara una inversión de 1,300 millones de dólares, con lo que cedía a México la exclusividad de fabricar el vehículo de lujo SUV Q5. Audi también había anunciado la generación de tres mil trescientos empleos para trabajadores locales: sería la primera planta de automóviles premium en el país.

El primer lunes, como el resto, en San José Chiapa amaneció con escarcha en las minúsculas zonas verdes de la planta y en cada cristal de automóvil. Una fila de practicantes en la Puerta 1 esperaba para obtener sus credenciales y poder ingresar a la planta “más moderna” del mundo.

–Vienen de la Universidad Tecnológica de Puebla -dijo alguien mientras firmaban un contrato de confidencialidad.

Gunter caminó por un tramo pavimentado junto a otros trabajadores. Esperó el transporte, el cual a veces le negaba el acceso porque, según se rumoraba en la planta, los alemanes se quejaron de tener que viajar junto a los obreros, les molestaba ir de pie y soportar el olor a sudor. Es por eso que la empresa decidió poner un camión para el transporte de personal indirecto. Proveedores y empleados de Audi trabajan juntos, pero separados.

Luego del arranque de la planta hubo días libres pues no funcionaba al 100% de su capacidad. Durante el primer fin de semana el área de pintura sólo tuvo cinco vehículos para acondicionar.

Uno de los encargados de logística vehicular le mostró a Gunter su sitio de trabajo, tenía prohibido moverse de ahí.

Walter Hanek, director de Audi México declaró en conversación con la Deutsche Welle que la mano de obra mexicana, la ubicación geográfica, la red de tratados comerciales y la infraestructura de nuestro país son factores que intervinieron para anclar la planta en Puebla. El punto en contra fue la falta de personal calificado para el ensamble de autos premium.

Los días pasaron y la planta comenzó a llenarse de unidades desenfundadas, llenas de polvo, pegotes y letras, no sólo en el patio sino en las mismas vialidades por donde transitaban los empleados.

–Son todos los retrabajos que están saliendo –explicaron los empleados de la empresa maniobrista. 

Los retrabajos son unidades que cuentan con algún defecto estético, eléctrico o mecánico: unidades con tornillos más pequeños o más grandes que otros, con faros invertidos, llantas ponchadas, sin cabeceras en los asientos, ni encendedores en el tablero, con problemas eléctricos y estéticos o que simplemente no arrancaban, por lo que era necesario empujarlas para llevárselas a la nave A62, donde arreglan todas las camionetas dañadas. Algunas incluso terminaron como chatarra.

De las 20 mil unidades mensuales que se prometieron desde el arranque de la planta sólo lograron mandar alrededor de 1200 al mes.

Los días pasaron, Gunter se encontró encerrado en un cuarto junto a un pequeño grupo de personas, sin poder hacer ruidos que molestaran a los vecinos, sin adoptar posiciones que asimilen el dormir de una persona, sin juegos ni bromas. Debía conservar su trabajo.  

Algunas veces los empleados compartían el desayuno, platicaban de otras cosas que no fuera el trabajo.

La prohibición del celular no importó, Gunter lo usó: vio memes, entró a Facebook, Twitter… sonrió. Hubo bostezos, pláticas forzadas, idas al baño y muchas Coca-Colas para mantenerse alerta.

Un día el sol y la logística jugaron en su contra: una carga de Q5 se detuvo. El motivo: a cierto kilometraje las bolsas de aire se activan. Cuatro horas de pie en la vía del tren, sin sombra donde cubrirse, ni un lugar cómodo para sentarse, o al menos oculto para que los guardias no levantaran un reporte. No pudo hacer nada, sólo esperar órdenes, observar el llano que se pierde en el horizonte entre la Malinche y el Pico de Orizaba.

–Pinche perdedera de tiempo -dijo.

–Es tiempo extra -le respondió un compañero.

Gunter refunfuñó. Observaron a un ave cazar en las afueras de la planta. La carga se canceló.

De regreso a la oficina vio algunas unidades que llevaban escrito la palabra «DUMMY». Poseían piezas diferentes a las de su versión, distinto color o solamente estaban al revés. –Seiscientos cincuenta y cuatro mil pesos para que se te active la bolsa de aire… ya ni la chingan -dijo alguien, mientras se preparaban para una caminata de quince minutos entre el frío y la oscuridad que lleva al estacionamiento.

–Así va a estar mínimo un año -advirtió a la salida el coordinador del área. Alguien más prometió que al otro día sí habría unidades… no las hubo.

Pasado un mes, los estándares de calidad disminuyeron, los trabajadores cubrían los defectos con cintas blancas o fluidos nasales, intentaron quitar los defectos con saliva, otros mejor llevaban trapos y pulidores para borrar los rayones de cada unidad.

Al principio todos sabían que ninguna unidad con menos del 70% de batería podía salir de la planta. Después la batería dejó de importar.

–Si la camioneta enciende que se vaya -ordenaron. Audi dio la autorización.

Gunter escuchó diversos reclamos provenientes del puerto de Veracruz: partes bajas dañadas, rayones, despostillados.

–Audi no le pierde, ellos ven a quién cobrarle el daño, por eso dejan que se vayan. A los que joden es a nosotros. Ve, los maniobristas de Audi andan a más de veinte kilómetros por hora, no respetan las áreas marcadas, prenden los estéreos. A nosotros nos tienen checaditos -se quejó un maniobrista.  

Una queja llegó incluso desde Alemania: una unidad con una abolladura en la puerta del piloto.

Con el paso de los días el trato cambió. La salida de la planta también, primero Gunter sale sin ningún problema, después por medio de un sorteo: bola blanca sales sin ser inspeccionado, bola negra pasas a revisión: vaciaron su mochila, le pidieron extraer todo de sus bolsas, pasó por un detector de metales. Una semana más tarde eliminaron el sorteo, todos debían pasar.

El estacionamiento pasó de estar con vigilantes en la entrada, concreto hidráulico, señalizado y repleto de autos Audi, a ser una locación de Mad Max: todos estacionados donde se pueda, entre piedras, polvo, camiones doble semi remolque y motos cubiertas de plásticos y sábanas rotas. El otro estacionamiento es única y exclusivamente para directivos, anuncia una placa.

En una semana se acumulan cuatro mil Q5 para retrabajo.

–Esto pasa porque es pura gente nueva, no tiene experiencia, la mayoría son practicantes -le cuentan a Gunter- para ellos es más barato arreglar una camioneta defectuosa que pagar salarios decentes.

Ya no se dan abasto con tanto retrabajo, de cada veinte unidades que salen, diez tienen errores.

Hubo gente que fue capacitada durante un año en Alemania, mecánicos y programadores, entre otros, pero que al final por alguna extraña razón no fue contratada.

Una noche Gunter regresó en transporte público, dos horas de viaje desde Audi hasta Puebla. Una parada obligatoria en Grajales para abordar el camión que lo llevaba hasta la capital: el trayecto muestra cómo los municipios aledaños a la planta permanecen sin ningún cambio relevante, sólo Lara Grajales tiene dos edificios departamentales nuevos, pero San José Chiapa como siempre, con construcciones en obra negra, restaurantes baratos, y gente que pide trabajo. Lo único que ha cambiado en todo ese llano es Ciudad Modelo, un proyecto que apenas cuenta con dos edificios y un hotel terminado.

Poco antes de terminar el año, un lote de autos regresó. En el puerto de Veracruz detectaron que el recubrimiento de las recargaderas tenía burbujas de aire, provocadas por la humedad y un defecto de fábrica. Con todos estos fallos surgen rumores de que se renovaría toda la plantilla. Algunos ya tenían conocimiento de esto.

Durante las siguientes semanas observa a gente con el uniforme de Audi consultando a los proveedores, preguntando en voz baja, casi de incógnitos, sobre los horarios de trabajo, el salario y la carga laboral. Algunos prometen el cielo: dos mil pesos a la semana, prestaciones, transporte, cientos de horas extra. Sin embargo, la realidad es otra: las empresas buscan ahorrarse dinero y contratar a gente de las localidades cercanas para evitar gastos de transportación, los cuales tienen un precio aproximado de cuarenta pesos por persona, ochenta si es ida y vuelta, tomando en cuenta que vivan cerca de la CAPU.

–Quieren que contratemos gente de acá, pero no tienen experiencia, ¿cómo va a ser? –dice el coordinador de una empresa proveedora.

Los beneficios reales para los trabajadores de las comunidades cercanas como Rafael Lara Grajales, pero principalmente San José Chiapa, han sido pocos, casi nulos, ya que a la mayoría sólo le han asignado puestos de intendencia o en los comedores de la planta.

Con problemas de producción, a jalones y empujones las unidades continúan saliendo. La inconformidad aumenta por el horario y las condiciones de trabajo. Unos dicen que van a buscar otros trabajos, otros se conforman con las horas extra y algunos amenazan con renunciar.

–Pinche salario mierda, mejor me voy a otra empresa.

—Ni siquiera nos pagan las horas extra. Ya me llamaron de otro trabajo.

Antes de salir escucha una plática.

–Allá pagan más -dice uno.

–Vamos a ver cómo sigue después de año nuevo -dice otro.

–Ya metí papeles para otra chamba -dice otro más.

Nadie responde, sólo asienten.

Antes de salir, alguien lanza unas últimas palabras:

–A ellos les vale madres que nos salgamos, te van a decir: “¿Te quieres salir?, órale, vete, ahí tengo dos que quieren tu lugar”.

Gunter apaga la luz. Cierra la puerta.  Recibe una llamada. Es su jefe.

–Un favor, avísale al resto que mañana entran a las seis de la mañana.

[quote_box_left]*El nombre fue cambiado por protección del entrevistado[/quote_box_left]

Comparte
Autor Lado B
Lado B
Información, noticias, investigación y profundidad, acá no somos columnistas, somos periodistas. Contamos la otra parte de la historia. Contáctanos : info@ladobe.com.mx
Suscripcion