Lado B
Ciencia y mapas astronómicos en el arte abstracto de Ana Vizcarra Rankin
Coruscando es el nombre de su primera exposición en México, en la galería experimental Liliput, que permanecerá hasta el 23 de diciembre
Por Ámbar Barrera @astrobruja_
11 de diciembre, 2016
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Ámbar Barrera

@Dra_Caos

Cuando tenía 5 años, Ana estaba a punto de volver loco a su abuelo con tanto escándalo.

-¡Anita! –le dijo para llamar su atención-, ¿por qué no dibujás… el silencio?

Sin saberlo, ese se convertía en un momento crucial para la vida de Ana, quien pensaba ¿Cómo es que uno dibuja el silencio? Esa tarde Ana se la pasó dibujando la clave de sol y agujeros dentro del tiempo donde ponía al ruido. Había comenzado su primera serie de dibujos abstractos.

–Si puedes dibujar el silencio, entonces también puedes dibujar el infinito, la calma… tantas cosas que encontraba más interesante que dibujar una casita. Eso ha sido la conexión que he tenido durante toda mi trayectoria artística: uno puede dibujar cosas que incluso no tienen palabras -dice Ana Vizcarra Rankin en entrevista para LADO B.

Ana es artista. Lo supo desde ese momento e incluso antes. Actualmente dibuja, pinta y esculpe con base en la investigación de mapas astronómicos e imágenes capturadas con grandes telescopios y otras tecnologías como los colisionadores de partículas.ana-vizcarra

Ha expuesto en algunas ciudades de Europa, en Uruguay y en Ecuador y por primera vez en México, en la galería experimental Liliput (Diagonal 18 sur 4563, Colonia San Manuel, Puebla) desde el 9 y hasta el 23 de diciembre.

El destino

Ana nació y creció en Uruguay, un lugar de mar y rica cultura latinoamericana. Y a los 11 años emigró junto a su familia a Oklahoma, un estado en el centro de Estados Unidos, sin mar y donde prolifera la cultura india y cowboy.

–Yo siempre quise estudiar arte, pero por algunas circunstancias familiares y de inmigración terminé estudiando arquitectura. Me encantó estudiarlo pero siempre sabiendo que arquitecta no iba a ser. Al final, casi había terminado la carrera y perdí mi estatus de inmigración y fue todo un desastre. Tuve que abandonar la carrera y terminé de bartender, pero terminó siendo mejor. Aprendí mucho, valió la pena.

Ana viste ahora unos leggings estampados con nebulosas y estrellas y lleva una playera que muestra una de sus piezas y que vende a través de una página web. Algunos tatuajes se asoman por pie y tobillo derecho, y ella bromea que desde niña se pinta sobre el cuerpo aunque ahora es permanente.

Después de abandonar la carrera de arquitectura y de trabajar como bartender y también en una agencia inmobiliaria, Ana se mudó a Filadelfia, en el estado estadounidense de Pensilvania para estudiar un bachiller en Historia del arte (equivalente a una licenciatura) y después se fue a Nueva York para estudiar un master en Bellas Artes. Fueron 14 años en los que poco a poco fue pagando sus estudios y cumpliendo sus metas.

Estudiar y trabajar nunca fueron impedimento para que Ana continuara, como desde los 5 años, realizando arte, e incluso ya vendía sus piezas. Ella cuenta que de hecho tomó ventaja de sus conocimientos en arquitectura para su trabajo artístico.

Con el tiempo, Ana ha logrado dejar todo a un lado para convertirse en artista de tiempo completo y vivir de ello. Durante 4 días a la semana se dedica a trabajar en su estudio y eso le da paz. Y otros dos días los ocupa para otra cosa que le encanta: dar clases. En este periodo está por terminar de impartir un curso en teoría de color en una universidad en Filadelfia y planea seguir dando clases en otros lugares, incluido Uruguay.

–He tenido suerte. Finalmente todos mis trabajos los disfruto: trabajar dentro de mi estudio y ayudando a mis estudiantes a ser mejores artistas me encanta, así como viajar para mostrar mi trabajo.

Coruscando

Coruscando es el título de su exposición en Liliput. La palabra hace referencia a cuando algo despide un brillo magnifico.

Entre sus obras: dibujos, pinturas y esculturas, permanece el tema de los mapas y el espacio exterior, con sus constelaciones y nebulosas. La mayoría son piezas que rebasan los 2 metros de altura y en las que puede tardarse hasta 2 años.

Foto: Marlene Martínez

Foto: Marlene Martínez

–¿Por qué este tema ahora? Es algo que se da, no es como que yo elija lo que estoy haciendo, sino que eso me está eligiendo a mí. Mi papá es científico y mi mamá es poeta. Puedo decir que me interesa lo místico, la poesía dentro de la ciencia. Tengo como un sentido barroco que quiere traer el ate y la ciencia juntos.

Para alguna de las obras, Ana ha tomado nota de las constelaciones en momentos cruciales de su vida, como el casamiento entre dos amigos queridos y el funeral de un maestro de artes marciales, para después convertir esas experiencias y esos mapas en una obra en acrílico, hilo, tiza y otros materiales que combinarán en el resultado final, la sensación de lo terrenal con lo infinito.

Los materiales son elegidos también con la intención de que tengan un periodo de vida y después desaparezcan. Ella calcula 200 años para cada obra, un tiempo cortísimo si se compara con los óleos del renacimiento.

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Para seguir la trayectoria artística de Ana Vizcarra Rankin puedes consultar su página oficial, su página de Facebook y su Instagram.

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Autor Lado B
Ámbar Barrera
Periodista, comunicóloga, fotógrafa, feminista y amante del arte.
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