Lado B
Sólo quiero jugar con Erik
Especial de muertos
Por Karen De la Torre @
31 de octubre, 2016
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Karen de la Torre

@karelampia

Me gusta ver caer plumas al suelo. Cuando ya están quietas las soplo y vuelven a caer.

Mi papá heredó una casa enorme, con un gallinero. El gallinero es mi sitio, no está mal, al menos las gallinas juegan conmigo en las mañanas. Lo que pasa es que las correteo y ellas aletean y hacen un escándalo que resuena y yo termino muerto de risa. Es un decir.

Entonces viene mamá y pone el orden, grita “¡Silencio!”, cambia mi agua para tomar y tira los panes tiesos, o mojados, depende si llueve. Yo ni los toco, no me da hambre. Mi mamá hace tiempo que está de mejor humor pero hace días vino muy enojada a pedirme que deje en paz a mi hermanito. Dice que lo que hago no está bien. Yo creo que querer jugar no es malo, sólo no sé qué hacer para que él también se divierta. Que se divierta conmigo.

Ayer por la noche fui a su cama y lo moví con fuerza. Él se despertó gritando un montón de groserías que me asustaron y me regresé corriendo y llorando al gallinero, y en lugar de que mamá lo regañara a él, vino a regañarme a mí. Yo creo que ya nadie me quiere. Aunque puede que sí.

Hace un año cuando Santos se fue de la casa, mi mamá vino al gallinero y se quedó a dormir aquí conmigo, fue la última vez que hizo eso. Con Santos yo sí tuve toda la intención de echarlo a patadas de aquí, la mera verdad, no tuve ni poquitas ganas de portarme bonito con ese monstruo. Era un señor muy feo que hacía llorar a mamá, y le pegaba. Cada que yo me daba cuenta que le estaba pegando yo entraba a la casa y tiraba todo lo que me encontraba en el camino. Una vez hasta tiré su televisión. ¡Explotó!, ahí yo estaba bien enojado, pero ahora me acuerdo y se me retuerce la panza de la risa que me da.

Ese día, el de la tele, fue el día que Santos se fue. Justo luego vino mamá a rezar conmigo. Lloró y yo no le pude dar consuelo, yo la abrazaba nada más. No me dijo nada y se quedó dormida a mi costado.

No sé cómo deben ser los señores de las casas porque no me acuerdo de cómo era mi papá antes de que se fuera pa’l otro lado, pero sé que Santos no era una buena persona y no me arrepiento de haberme portado feo con él. Lo malo que mamá se deprimió porque estaba esperando y a veces no tenía ni pa’ comer. Lo bueno que la tía Josefina vino a ayudarla en cuanto se enteró.

Como mamá, yo también esperé la llegada de Erik y he esperado más pa’ que se ponga grande y juegue conmigo, pero yo creo que no me quiere, que le doy miedo y que me odia. Yo lo quiero mucho, es mi hermanito. Yo pido siempre el deseo de que me quiera y venga al gallinero a jugar conmigo, se lo pido a las estrellas y se lo pido a las veladoras. Es que cuando mamá me cambia mis veladoras, yo hago de cuenta que me trae un pastel y soplo para apagarlas, entonces pido mi deseo. Luego viene a prenderlas y las apago otra vez. Así pido mi deseo tres veces en el día y yo pienso que tiene más posibilidades de que se me cumpla.

A veces no las apago rápido, me quedo mirando el agua, mirando los panes tiesos, mi fotografía y mi plaquita que dice Ramoncito Tejeda 1981 – 1990, y no apago las veladoras. Un rato me le quedo viendo a la llama, si es que el fuego está bonito. Pero cuando me le quedo viendo mucho rato me acuerdo que me da miedo la muerte y hasta me da frío, y me abrazo yo solito y espero que sea el día siguiente que no me acuerde que ya me morí para desear con toda mi alma que un día Erik venga a jugar conmigo.

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Autor Lado B
Karen De la Torre
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