Lado B
Veep: cuando la realidad supera a la comedia
"Quisiera personalmente disculparme por el clima político actual, creo que Veep ha derribado la barrera entre comedia y política, nuestro programa empezó como una sátira política pero ahora se siente como un documental..."
Por Lado B @ladobemx
25 de septiembre, 2016
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Amira George

[dropcap]“Q[/dropcap]uisiera personalmente disculparme por el clima político actual, creo que Veep ha derribado la barrera entre comedia y política, nuestro programa empezó como una sátira política pero ahora se siente como un documental, por lo que prometo que volveremos a construir ese muro”. Con estas palabras Julia Louis-Dreyfus dio gracias al recibir su quinto premio Emmy consecutivo por su papel en la serie Veep, una de esas joyas que hay en la actualidad y que por una u otra razón simplemente se me había acumulado en la lista de pendientes.

No sé si es cosa de la dispersión mental que en ocasiones me gana o si es que por el diseño de la trama se acomoda más para una dosis extrema de binge watching -me eché dos temporadas y media en una semana-, pero simplemente es una de esas comedias que uno no puede dejar de reír y preocuparse a la vez, pues como ella misma reconoció, la realidad ya imita al arte.

La trama es “fácil” de explicar -hasta cierto punto-: agarre House of Cards, reemplace lo sombrío con comedia a veces tonta, a veces irónica, ponga a un elenco de excelentes actores de comedia, mezcle y disfrute.

A lo largo de sus cinco temporadas se ha logrado ver el avance político de Selina Meyer, una política norteamericana quien después de ser senadora se vuelve la vicepresidente de Estados Unidos, pero el cargo resulta ser un bodrío, no tiene ningún poder de decisión, al presidente lo veo poco y su vida es simplemente aburrida y a veces inútil.

Poco a poco, con la “ayuda” de su staff… o más bien por las circunstancias de la vida le toca pasar de la candidatura a la presidencia de Estados Unidos, a presidenta interina y malabarear el puesto con la elección que debe ganar, una hija un tanto irritable y el equipo que la sigue,

Las comillas en usadas en el párrafo anterior no son accidentales, pues la gente que rodea a Selina son parte de la joya que hace a esto una comedia a veces preocupante -cuántos como ellos de verdad hay en los primeros niveles de la política no sólo de Estados Unidos, sino incluso de México-: el asistente personal de Selina, Gary, que es un tanto extraño, adulador, que se siente el mejor amigo de la vicepresidente pero que ella le da un trato despreciable al grado que lo llega a comparar con una mesa; Mike, el director de prensa quien la mayor parte del tiempo no sabe lo que está haciendo, lo que debe hacer, pero hace la lucha aunque sólo unas cuantas veces le atina; Amy quien es la mano derecha de Selina que es una mujer joven, competitiva, ansiosa, estresada, workaholic, sin vida social, pero eficiente en lo que hace, esto por mencionar tan sólo a algunos de ese equipo de autodestrucción que rodea a la que sería la mujer más poderosa del mundo.

Tal vez en ocasiones al guión le faltaría un poco la crítica política o la estrategia que hace grande a House of Cards, pero claro se trata de una comedia, entonces en vez de ver cómo se hacen las cosas bien la idea es señalar cómo todo puede salir mal y luego ponerse peor, un ejemplo claro de esto es como, para justificar un tweet que Selina no debió tuitear deciden echarle la culpa que el mensaje no lo escribió ella sino que estuvo relacionado con un hackeo que sufrió la Casa Blanca desde China, “echarle la culpa a otro país sin que sea responsable es parte de los fundamentos de Estados Unidos, señora” le dice uno de sus asesores a la presidenta.

veep-1Y claro, una serie que depende de su grado de ironía no podría funcionar tan bien sino fuera por la selección de los actores, y bueno en el caso de Louis-Dreyfus no sólo su colección de Emmys lo demuestra, sino que ella ya es una veterana de la comedia cuyo talento no está en duda -desde Seindfield hasta The New Adventures of Old Christine-, pero no hay que despreciar al resto del cast.

Por ejemplo, al principio tuve mis dudas del Tony Hale porque su papel de Gary es muy similar a su personaje de Arrested Development, pero después de unos cuantos capítulos el sentimiento se esfumó, en particular porque uno no deja de pensar en cómo un ser a veces tan noble, tan torpe, tan extraño puede sobrevivir en ambiente de política.

En el caso de Amy no sé si sea por su adicción al trabajo que es uno de mis personajes favoritos y es interpretada por Anna Clumsky -si el nombre no les suena, es la niña de Mi Primer Beso-, el nivel de histeria que contiene y su mano aferrada de manera permanente al celular la hacen un poco molesta pero a la vez transmite cómo ella se preocupa y lo que quiere es aportar a la carrera de su jefa, aunque muchas veces sea un trabajo muy ingrato.

Un caso que merece mención especial, porque sería complicado pasar por todos los actores de fijo y aquellos que se integran a lo largo de la serie -en la cuarta temporada Hugh Laurie se suma como el compañero de formula de Selina para la campaña presidencial-, es el personaje de Jonah Ryan. Y no es que el personaje sea particularmente empático, sino por el contrario, es la representación en persona de la palabra “douchebag”: es un chavo cuya carrera política depende solamente del poder que tiene su tío, es malo en lo que hace, es poco inteligente, torpe, se considera el hombre más sexy del mundo a pesar de que sus dos metros de altura le da una complexión un tanto extraña. De cinco frases que dice seis son machistas -no es error, la cuenta es correcta-, es vengativo y no acepta la derrota.

Y podría seguir con la lista de sus “cualidades”, pero la idea de hacer la mención del personaje -interpretado por Timothy Simons- es porque en un mundo de sátira su presencia y permanencia no es accidental, sino que representa al universo de hijos de papi que con cero experiencia, conocimiento o incluso capacidad se aferran a puestos de poder, y en vez de tener la humildad de buscar aprender más se consideran con el derecho de despreciar al resto, acaparar responsabilidades por encima de sus capacidades sin importar las evidentes consecuencias que puedan tener. Y en el caso de Jonah, las hay, y por montones.

Hace unos meses la serie terminó su quinta temporada y aunque el punto en el que se encuentra la historia podría verse como el final de la misma ya fue renovada para una sexta temporada, así que tendremos Selina para rato.

Esto es positivo, pues con la realidad que se vive en Estados Unidos con la elección presidencial y un candidato que parece sacado de Veep -y que ahora que lo pienso tiene similitudes con Jonah-, a veces es necesario algo que nos haga reír para poder enfrentar lo que se avecina.

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