Lado B
Los municipios más afectados por Earl no tienen Atlas de Riesgos
Huauchinango, Xicotepec y Tlaola concentran los mayores daños; en zonas de riesgo llegan programas federales pero se ignora la prevención
Por Samantha Paéz @samantras
30 de agosto, 2016
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Papatlatla, comunidad de Huauchinango Foto: Marlene Martínez

Papatlatla, comunidad de Huauchinango
Foto: Marlene Martínez

Samantha Páez

@samantras

La Ley del Sistema Estatal de Protección Civil indica en su artículo 46 que “es obligación” de cada Ayuntamiento “integrar el Sistema Municipal, con el objeto de identificar y diagnosticar los riesgos a que está expuesta la población, elaborando el Programa Municipal de Protección Civil y el Atlas Municipal de Riesgos; así como propiciar la prevención y organizar el primer nivel de respuesta ante situaciones de emergencia o desastre».

El incumplimiento de dicho artículo “es causa de responsabilidad, en términos de la Ley de Responsabilidades de los Servidores Públicos del Estado de Puebla y demás ordenamientos aplicables”.

A pesar de ello ninguno de los tres municipios más afectados por el paso de “Earl” por Puebla -Huauchinango, Tlaola y Xicotepec- cuenta con Atlas Municipal de Riesgos actualizado. En el Atlas Nacional de Riesgos, que administra el gobierno federal, se indica que Huauchinango tiene un atlas de 2010 elaborado con recursos del Programa Hábitat, aunque el presidente municipal dijo que la administración anterior no se lo entregó, e incluso desconocía su existencia.

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Gabriel Alvarado agregó que este año hizo los trámites para recibir recursos de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) para contar con un Atlas de Riesgos, pero no les dieron los fondos.

En Xicotepec iniciaron el trámite para que con fondos federales se elabore el Atlas de Riesgos, sin embargo el ayuntamiento ya tiene ubicadas las zonas de riesgo en sus 105 localidades.

Pero la realidad siempre rebasa al discurso, pues aunque los municipios dicen conocer las áreas peligrosas, muchas personas construyen en terrenos vulnerables ignorando el riesgo que corren.

Luciano Cortés Asunción compró un terreno en el camino a Puga, del barrio Santiago, Huauchinango, por 15 mil pesos. El sábado 6 de agosto el cerro cerca de su casa se desgajó y la perdió en un par de minutos. Luciano dijo que si hubiera sabido que allí era zona de riesgo no hubiera comprado, aunque con su sueldo de albañil y viudo no tendría recursos para comprar en otro lado.

Casa con piso firme destruida por Earl Foto: Marlene Martínez

Casa con piso firme destruida por Earl
Foto: Marlene Martínez

Algo similar le pasó a Carolina Rodríguez Sánz, en la calle Cuacuila, pues hace más de 15 años adquirió un terreno por 30 mil pesos cerca de un despeñadero. Allí construyó su casa y otros dos familiares también lo hicieron, nunca pensaron estar en peligro, nunca les dijeron nada.

Incluso hay casas destrozadas en cuyas paredes a punto del derrumbe aun se alcanza a ver la placa de “Piso firme”, un programa federal que inició el ex presidente Vicente Fox, que sustituye el piso de tierra por concreto y que fue aplicado en hogares en zonas de riesgo.

Interior de casa con piso firme, destruida por Earl Foto: Marlene Martínez

Interior de casa con piso firme, destruida por Earl
Foto: Marlene Martínez

Luciano y Carolina podrán acceder ahora a los beneficios estatales o federales para reconstruir su casa, aunque a diez días de la tragedia aún esperaban que la Sedatu los incluyera en su censo.   

No hubo alerta

La alerta que emitió la Conagua y que replicó en un mensaje de Twitter el gobierno municipal de Huachinango —cuya orografía impide que exista señal de internet en todo su territorio-, el 5 de agosto fue amarilla.

De acuerdo con el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) las acciones que se deben emprender durante la alerta amarilla de ciclones o tormentas tropicales son: valorar posibilidad de instalar consejos estatales y municipales de Protección Civil, preparar posibles refugios temporales, en islas valorar y considerar inicio de evacuación; valorar y en su caso desplegar personal y recursos. 

Gabriel Alvarado, presidente municipal, sostuvo que sí se alertó a tiempo de las fuertes lluvias a través de la radio y las redes sociales, asimismo aseguró que se activaron los albergues desde las 20:00 horas y hubo desalojos antes de que ocurriera el desastre.

En su cuenta personal de Facebook publicó a las 20:36 horas del 6 de agosto: “Ante las intensas lluvias que están azotando al municipio de Huauchinango se recomienda guardar la calma, reportar a los teléfonos de emergencia 7620530 y 7761071307; les informo que Protección Civil, el H. Cuerpo de Bomberos, Seguridad Pública Municipal y Vialidad están apoyando en las labores de rescate y prevención. Se ha habilitado el Albergue Temporal dentro de las instalaciones del Palacio del Deporte, por lo que se solicita a la ciudadanía en general atienda los llamados de las autoridades, primordialmente de Protección Civil para minimizar el riesgo”.

El municipio recibió 2 mil llamadas de auxilio en cuatro horas, atenderlas debidamente fue materialmente imposible: la dirección de Protección Civil municipal está conformada por sólo cuatro personas. En Huachinango hubo 32 decesos y mil 500 casas afectadas.

En otro de los municipios más afectados, Xicotepec, el secretario del Ayuntamiento Andrés E. Ramos Fosado dijo en una entrevista para Lado B que Protección Civil realiza visitas continuas a las zonas de riesgo y mide el crecimiento de ríos y arroyos, y que han invertido en desazolve de drenajes y ríos.

Lo más afectado en Xicotepec fueron las vías de comunicación, una parte del puente “El Tepetate” se vino abajo, hubo derrumbes en carreteras y daños en las vías de conducción de agua potable. Además 42 viviendas, 60 hectáreas de cultivos y tres instituciones educativas tuvieron daños.

Y contrario a las afirmaciones de las autoridades municipales, al recorrer comunidad tras comunidad, la gente decía lo mismo: que no hubo avisos, que salieron por instinto de supervivencia o porque familiares y vecinos acudieron en su auxilio.

Manuela Hernández López vivía en la colonia La Mesita, de Huauchinango, y cerca de las 21:30 del sábado 6 de agosto escuchó un estruendo en la orilla del cerro, salió lo más rápido que pudo jalando a sus tres hijos y a su hermana. Poco después la tierra colapsó destruyendo la casa que su hermano le prestó para vivir.

En Xaltepuxtla, Samuel Martínez Rivera dijo que la presa de Tenango se “reventó” más o menos a las 11 de la noche, el agua del río cerca de su casa comenzó a subir. Pasó una patrulla municipal, él y su familia la detuvieron para avisar a los policías de la crecida, los oficiales les dijeron que seguirían haciendo rondas pero ya no volvieron. A la una de la mañana Samuel y su familia tuvieron que sacar a sus vecinos que viven del otro lado del camino, para luego irse todos a la parte más alta de su terreno.

Balneario Splash, en Xaltepuxtla Foto: Marlene Martínez

Balneario Splash, en Xaltepuxtla
Foto: Marlene Martínez

Metros más adelante, en el balneario Fantástico Splash, María Estela Hernández Patricio y su hija estaban a punto de irse a dormir cuando escucharon que una camioneta llegaba a toda prisa, era su hermano Gabino, dueño del lugar, que iba por ellas. En unos minutos vieron desbordarse el río y apenas les dio tiempo de tomar a sus mascotas -un cachorro, una lora y dos gatitos- antes de que el agua llegara hasta donde estaban. Se resguardaron en una cabaña que se encuentra en un sitio más alto. Luego, durante la madrugada del domingo, fueron llegando al balneario otras personas que se salieron de sus casas y no tenían a dónde ir, allí esperaron a que la lluvia parara.

La tormenta tropical Earl causó la muerte de al menos 41 personas y una cifra aún no determinada de damnificados en la Sierra Norte de Puebla.

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Autor Lado B
Samantha Paéz
Soy periodista y activista. Tengo especial interés en los temas de género y libertad de expresión. Dirigí por 3 años el Observatorio de Violencia de Género en Medios de Comunicación (OVIGEM). Formo parte de la Red Puebla de Periodistas. También escribo cuentos de ciencia ficción.
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