Lado B
Carta emblemática entre dos poblanos
Si uno se echa un clavado en la historia de la vida política de México, salen algunos nombres de poblanos que han sido emblemáticos por su autoritarismo y sus grillas.
Por Susana Sánchez Sánchez @
29 de agosto, 2016
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Susana Sánchez Sánchez

[dropcap]S[/dropcap]i uno se echa un clavado en la historia de la vida política de México, salen algunos nombres de poblanos que han sido emblemáticos por su autoritarismo y sus grillas. En la relación poder político y mediático, es importante el cruce de caminos entre las vidas de los poblanos Gustavo Díaz Ordaz, en la política, y de Gabriel Alarcón, en los medios de comunicación –sólo por mencionar un pequeño ejemplo.

Sucede que una de las características del Estado que se conformó en el México contemporáneo es el posicionamiento de los medios de comunicación como un sector de poder para dirigir a la sociedad, pues los medios simbolizan el uso de éste a través de construcciones semiológicas que quedan inscritas en el imaginario de las sociedades. En ese sentido, los medios de se han convertido en uno de los arquitectos del conocimiento cotidiano, influyendo  sustantivamente en la fabricación del Estado moderno en México al grado de llegar a ser el cuatro poder, aunque investigadores como Javier Esteinou Madrid y Alma Rosa Alva de la Selva, afirman que los medios se han convertido en el primer poder ideológico, tras ser instrumentos de difusión en 1960; después convertirse en instituciones culturales de socialización en 1970; consolidarse como cuarto poder en 1980 y corresponsable del poder del Estado mexicano; en el año 2000, los medios de comunicación llegaron a afianzarse como el primer ideológico o como una fuerza cultural que marca la dirección de los imaginarios, las creencias o los sentidos que influyen directamente en los comportamientos de individuos o comunidades.

Las décadas de los sesentas y setentas son emblemáticas para ilustrar la relación entre la prensa y el poder, pues mientras en 1968 ocurría una masacre en contra de universitarios, la mayor parte de la prensa seguía el discurso oficial del Estado, el cual omitía y se deslindaba de la muerte de los estudiantes, y los periódicos, la televisión y la radio reproducían el mensaje oficial antes que perder el papel para la impresión de sus medios o la concesión para la transmisión de sus canales o frecuencias. En la historia de la prensa mexicana y su relación con el gobierno político en turno, existe una carta reveladora  escrita por el empresario poblano  Gabriel Alarcón (fundador de El Heraldo), con fecha 24 de septiembre de 1968 y dirigida al poblano Gustavo Díaz Ordaz, presidente de México de 1964 a 1970.

Antes que nada, deseo expresar a usted que la amistad y la lealtad que le profeso, las antepongo a todo, y al exponer seguidamente mi actuación en los problemas estudiantiles lo hago para que no exista duda de mi buena fe y entrega a su gobierno, y muy especialmente a que respaldo abiertamente su actuación valiente  sensata y patriótica. Usted, señor Presidente me conoce y sabe que no soy falso. Estoy en lo mismo que mis hijos, con usted respaldamos firmemente su actuación con nuestra modesta forma de actuar; pero le pedimos su orientación por lo que en seguida expongo.

Desde el inicio de los alborotos he estado personal y telefónicamente en contacto con los siguientes colaboradores suyos: Lic. Luis Echeverría, quien me ha orientado e indicado líneas a seguir en cada caso externándome su conformidad con mi actuación. El pasado domingo le avisé de un movimiento promovido por los redactores de El Día y Excélsior por el cual pretendían publicar en los diarios de la capital un desplegado firmado por los redactores de todos los periódicos. El mismo era de reproches al gobierno, por lo que procedía a advertir al Güero O´Farril y convencí a mis reporteros de lo desorientadora y antipatriótica que resultaría esa publicación y que no la apoyaran. El Lic. Echeverría me dijo que gracias a la información que en detalle le di se paró a tiempo este asunto y además se logró que un grupo de redactores <<amigos>>, hicieran una publicación de apoyo al régimen. En ocasiones la orientación que me da nos da a guía para noticia de ocho columnas.

C.Procurador de la República. Nos pidió se destacara, como lo hicimos, el acto del sabotaje en instalaciones de la CFE. Asimismo los retratos de varios aprehendidos y consignados. Personalmente me manifestó su satisfacción por nuestra forma de actuar.

Lic. y Gral. Corona del Rosal. Al igual que los funcionarios antes señalados, nos ha orientado sobre la forma en que nuestras informaciones resultan negativas a los agitadores destacando hechos como la agresión a las fuerzas del orden y la profanación de nuestra Bandera Nacional. Cabe aclarar que nosotros proporcionamos a otros diarios la foto del trapo que izaron en el asta bandera los estudiantes. En varias ocasiones me ha hecho saber que le ha parecido muy correcta y positiva nuestra forma de actuar.

Dr. Emilio Martínez Manautou. El jueves pasado me llamó a primera hora para felicitarnos por la forma en que se destacaba en primera plana la foto del Che y las aulas universitarias con nombres de líderes comunistas así como nuestra información gráfica. A pregunta mía me manifestó que le gustaba la forma en que estábamos ayudando al gobierno con nuestra información y la conveniencia de seguir ayudando en igual forma.

Gral. Marcelino García Barragán. Manifestó su agrado a nuestros reporteros por la forma en que se publicó la intervención del ejército y pidió se destacara, cosa que hicimos, la noticia de la exterminación de un grupo de bandoleros y agitadores en la Sierra de Chihuahua.

Por último, en una reciente entrevista con el Lic. Agustín Salvat. Los dos revisamos todas nuestras publicaciones de los acontecimientos, las gráficas y las editoriales de El Heraldo y estuvo de acuerdo en que no se encontraba nada que pudiera interpretarse como negativo al gobierno y que por el contrario, nuestra política era francamente favorable y de apoyo al régimen. Se ofreció a comentarme diariamente nuestra información y hasta esta mañana todo le ha sido altamente satisfactorio.

Querido señor Presidente, por lo que he expuesto a usted a grandes rasgos, puede usted ver que hacer bien las cosas dentro de mi capacidad, me he valido de los consejos y observaciones y deseos de diversos funcionarios. Este fue un consejo que usted me dio. Hasta hoy ni uno solo de ellos, nunca me ha hecho un extrañamiento u observación que pudiera hacerme pensar que no estoy actuando con abierta parcialidad a su gobierno o incorrectamente con usted.

Sinceramente creo que mi lealtad y las de mis hijos están a prueba de cualquier duda. Le ratifico una vez más que creemos en usted, que tenemos fe y que hemos actuado lealmente. Por muchos años se nos ha criticado nuestra parcialidad y entreguismo. Pero le ratifico a usted que hemos sido, somos y seremos Díaz Ordacistas y agradecidos leales y sinceros con usted.

Sin embargo mucho le agradeceremos que si usted personalmente cree que nos equivocamos por favor nos los haga saber. Señor Presidente nos sentimos en un cuarto oscuro y solamente usted nos puede dar la luz que necesitamos y señalarnos el camino a seguir.

Lo saluda afectuosamente y se repite como siempre a sus órdenes atentamente su amigo Gabriel Alarcón.[1]

La carta de Alarcón a Díaz es emblemática de las prácticas clientelares entre dos poderes: político y mediático que, hasta la fecha, siguen vigentes. La prensa (sobre todo en sus soportes tradicionales: periódico, radio y televisión –migrados a plataformas digitales –) no podría ser entendida sin las alianzas estrategias que entabla con los grupos de poder. No es gratuito que el periodismo político ocupe un lugar importante en la producción de noticias, pues mucha de esa información depende de aquella que genera el gobierno en turno a través de sus organismos de comunicación social o gabinetes de prensa que, a su vez, se convierten en fuentes de información de los medios de comunicación.


[1]  La carta aparece en las páginas 109 a la 111, del libro: Rodríguez Munguía, Jacinto. (2010). La otra guerra secreta. Los archivos prohibidos de la prensa y el poder. México: De Bolsillo.

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