Lado B
La escritura como terapia
Para crear, algunas veces, acudimos al tratamiento de la desintegración, narrar diríamos, es un proceso de renovación, pero qué sucede cuando nos enfrentamos a los textos de Mario Bellatin donde existe un cuestionamiento sobre las formas del género: “La palabra volverá a sus comienzos, cuando no era más que un ejercicio concéntrico que tenía como único fin la palabra por la palabra”
Por José Luis Prado @pepepradog
04 de abril, 2016
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José Luis Prado

@pepepradog

 

El paciente, en el tiempo que mediaba
su espacio habitual y el lugar de la consulta,
contaba con un tiempo precioso para ir colocando
una serie de máscaras a su condición real.
Mario Bellatin

[dropcap]P[/dropcap]ara crear, algunas veces, acudimos al tratamiento de la desintegración, narrar diríamos, es un proceso de renovación, pero qué sucede cuando nos enfrentamos a los textos de Mario Bellatin donde existe un cuestionamiento sobre las formas del género: “La palabra volverá a sus comienzos, cuando no era más que un ejercicio concéntrico que tenía como único fin la palabra por la palabra”, refiere el narrador de La jornada de la mona y el paciente (Almadía, 2006).

La historia muestra una especie de diario en donde el paciente, a través de la escritura, va tomando un método propuesto por su terapeuta y, a partir de un recuerdo infantil, el narrador coloca la imagen de su padre intentando atrapar a una mona mientras se lanza al vacío; lo interesante del método en esta breve novela, es la simultaneidad con la que trabaja Bellatin al presentar a la escritura como terapia: “Dejé de tomar ciertas pastillas y surgió el terror. El miedo a no ser yo mismo, como si dentro mío existiera otra dimensión. Ya nada podrá seguir siendo igual que antes. Algo se ha roto que ha desatado una suerte de sensaciones nuevas y espeluznantes.”

Particularmente esta novela llama la atención no sólo por lo que en ella se cuenta, sino por la forma de su construcción, la estructura fragmentaria que da dinamismo a la lectura y soporta la forma de sus historias paralelas.

Leer a Bellatin siempre es una propuesta arriesgada, pareciera que el formato de sus libros es insuficiente para lo que tiene que narrar, lo paradójico es como hace para construir historias con temas tan corrosivos como el del Salón de belleza en donde el contagio es una marca que extermina y da visibilidad a sensibilidades y, en este caso, la escritura misma del texto que leemos que evidencia el trastorno y la cura.

Hay una idea que me parece fundamental en el libro y es la siguiente “No se puede escribir más de lo que se está escribiendo” porque es necesario “no pasar por ese espacio pero que se construya, sin embargo, un libro”. Aquí es donde el autor pone toda la pericia en su trabajo, qué significa esta idea, quizá apunte a la significación del camino andado y, en términos creativos puede indicar, precisamente toda la elaboración del libro y no una especie de desenlace de aquello que en apariencia se cuenta, ya que el libro que leemos termina con una incógnita acerca del lugar de la escritura; el proceso creativo parece ser, también para el paciente el único espacio donde habitar.

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El también autor de El libro uruguayo de los muertos construye un universo que funciona desde el dolor, hay en La jornada… un recuerdo del paciente al moridero descrito en su libro Salón de Belleza y, en la novela que nos ocupa, la escritura parece ser la forma de la herida que permite una cicatrización, su sintaxis es dura, contundente, sus oraciones son golpes atestados por pequeños machetes que profundizan la herida.

Leer a Mario Bellatin no es cosa fácil, se trata sobre todo de un ejercicio que, por medio del artificio que ha creado el narrador, nos permite acercarnos a ese mundo de ficción que no necesariamente se adhiere a lo que la dominante industria del libro establece, sino la muestra de una escritura que se genera desde los bordes para narrar historias colaterales.

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Autor Lado B
José Luis Prado
José Luis Prado ha sido becario del Fondo estatal para la cultura y las artes de Puebla en las emisiones 2011 y 2013 en la disciplina de cuento; publica en revistas nacionales e internacionales. Actualmente imparte talleres de cuento en la Escuela de Escritura y en los talleres artísticos de la BUAP.
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