Héctor Jesús Cristino Lucas

[dropcap]A[/dropcap]unque oficialmente Cannibal Holocaust de Ruggero Deodato en el 79 fue considerada la primer gran película found footage de la historia –a pesar de los críticos que aseguran que Haxän lo fue– The Blair Witch Project de Eduardo Sánchez y Daniel Myrick fue la responsable de popularizar éste pequeño subgénero en 1999 hasta configurarlo tal y como hoy se le conoce. Es decir, las “típicas cintas encontradas” que al ser develadas contienen grabaciones de sucesos paranormales. Y de ahí, ya a inicios de nuestro siglo, las películas de este estilo no dejaron de llegar, desde la claustrofóbica Rec de Balaguero y Paco Plaza hasta la inquietante The Fourth Kind con Milla Jovovich.

El mismísimo Takashi Miike, autor de las controvertidas Ichi The Killer o Audition, continuó con la tradición gracias a su poco conocida Visitor Q en el 2001, mientras que Paranormal Activity de Oren Peli en el 2009 no hizo más que avivar este subgénero con una franquicia que, por lo menos para mí, es inmensamente sobrevalorada y hasta mediocre. Sin embargo, de entre tantos ejemplos destacó uno del año 2008, y que es pieza clave para nuestra cita de hoy. De la mano de Matt Reeves como director y J.J. Abrams como productor, surgió una película de horror y ciencia ficción llamada Cloverfield que a nuestros días puede ser considerada como de culto.

Y aunque en su momento cierta audiencia que aborreció la película no le fue tan mal en cuanto a taquilla y crítica, pues se le consideró una cinta efectiva. Además, el mismísimo productor J.J. Abrams -creador de la serie Lost, director de Super Eight y Star Wars VII– la convirtió de una simple película independiente, a una magistral obra de gran presupuesto a diferencia de los otros ya nombrados found footage. Cloverfield aunque no fue pionera ni mucho menos original logró una interesante mezcla de éste subgénero con el de monstruos gigantes, cuya gran referencia primordial podría ser el Gojira de 1954 o el King Kong de 1933.

Uno de los grandes puntos a destacar, quizás, fue el recóndito y casi desapercibido trasfondo político que subyace en películas de monstruos gigantes. Ya hemos hablado de esto anteriormente, la fantástica Gojira de 1954 no era más que una película de denuncia bélica tras la bomba atómica del 45, convirtiendo de esta criatura en una alegoría del hombre vs el hombre. La surcoreana The Host de Bong Joon-ho en el 2006 recuperó esta crítica con el monstruo de su filme, y Cloverfield tras el catastrófico 9/11, aparentemente se une a la lista de películas de monstruos gigantes que no son más que metáforas de la perversidad humana.

Debido al éxito de esta entrega se especuló inmediatamente de una posible secuela, especulación que fue alimentada por J.J. Abrams al anunciar su salida para el 2010, sin embargo el proyecto se retrasó. No fue hasta el 2016 que, por fin, llega a la pantalla grande. Dirigida en esta ocasión por Dan Trachtenberg, 10 Cloverfield Lane no sólo es su ópera prima sino que también abre paso a una serie de películas dedicadas al universo Cloverfield iniciado por Matt Reeves, algo similar como lo ocurrido con Alien de Ridley Scott, que posterior al clásico de 1979 se escogieron diversos directores para continuar con la franquicia, como James Cameron, David Fincher o Jean-Pierre Jeunet.

Y así, 10 Cloverfield Lane figura como la segunda parte de esta posible antología, que si bien ocurrirá en el mismo universo, poco o nada tendrán que ver con la primera entrega. En los videojuegos el término oficial sería “Secuela Espiritual”, una obra que que pese a usar las mismas características de la original tiene un tratamiento distinto. Aquí no hay grandes producciones que dejen ver la destrucción de Nueva York, tampoco se usa el found footage. Tenemos, por el contrario, escenarios y personajes atrapados en un solo lugar, convirtiendo el debut de Trachtenberg en una obra claustrofóbica y minimalista, que rompe con la posible formula de la serie.

La semana pasada hablamos de Feast, un film de monstruos que hacía referencia a grandes clásicos del cine gore como Evil Dead o Braindead, y que al igual que From Dusk Till Dawn de Robert Rodriguez entraban sin chistar en la categoría de cine minimalista. Pues bien, el film de Trachtenberg sigue esa misma ruta.

Lo sorprendente de 10 Cloverfield Lane es que con una primera parte a sus espaldas y con un argumento por lo menos predecible, logra una nueva perspectiva a través del suspenso. Nos hace dudar si los sucesos “fantásticos” son reales o meras paranoias. La secuela de aquella Cloverfield del 2008 pudiera considerársele inmensamente superior y hasta madura, porque pese a estar predispuestos y a esperar ansiosos una criatura gigante, esta nunca llegará. En cambio nos ofrecen una historia que aparenta ser pequeña, pero cuyos misterios y vueltas de tuerca serán más grandes que cualquier monstruo.

John Goodman, el mismo de la magnífica The Big Lebowski de los Hermanos Cohen o Red State de Kevin Smith, y Mary Elizabeth Winstead, la Ramona de Scott Pilgrim Vs The World y Death Proof, junto al poco conocido John Gallagher Jr., conforman el grupo que quedó atrapado en un bunker bajo la tierra. En las próximas dos horas no veremos más que la perspectiva de estos tres personajes, mientras algo desconocido no sólo parece acechar a la ciudad sino también al mundo entero. La premisa resulta similar al clásico formato episódico de series como The Twilight Zone, donde un grupo de desconocidos están atrapados en un solo escenario mientras el misterio de algo allá afuera los rodea.

En el Mórbido Film Festival 2015 Isaac Ezban estrenó Los Parecidos y su fórmula fue exactamente la misma, un increíble homenaje al cine de ciencia ficción más clásico, y 10 Cloverfield Lane hace alusión a éste con grandes resultados, de momentos recordándonos al War of the Worlds de 1953. El incidente del Cloverfield 2008 será tratado de diversas perspectivas, y la de Trachtenberg es, hasta ahora, una de las experiencias más aterradoras y angustiantes. Un thriller psicológico de corte hitchcockiano -créalo o no- repleto de secretos, y que es capaz de jugar con el espectador para armar un rompecabezas.

Algo similar hacía George A. Romero con sus zombies, donde lo verdaderamente aterrador, más que los muertos vivientes, eran los conflictos de los vivos. Los monstruos en realidad son una alegoría, una excusa para ver a los protagonistas resolver sus propias diferencias dentro de estas situaciones de extremo peligro.

10 Cloverfield Lane es una película inesperada, fresca, de manufactura especial e impredecible. Recorre con maestría el thriller psicológico referencial de Hitchcock, dentro de un cine minimalista y claustrofobico, muy a lo The Panic Room de David Fincher o Disappearance Of Alice Creed de Marc Canham. Pero con una dosis extra de misterio que justo en su tramo final recurre a la ciencia ficción más clásica, un poco de The Twilight Zone por ahí, otro poco de War of the Worlds por allá. Una película que puede terminar complaciendo a distintas audiencias, ya que cada género, aparentemente distinto uno a otro, encajan a la perfección.

Y lo mejor de todo son sus trasfondos, porque en esta historia no sólo existe uno. Si bien decíamos que la clásica Cloverfield del 2008 seguía con la tradición de lo que hizo Gojira del 54, en una especie de film contestatario referente a una tragedia bélica, 10 Cloverfield Lane también lo hace, cuestionando más de una vez si aquello de lo que se esconden es algún error humano que tiene que ver con la radiación, o bien, con alguna guerra desatada de parte de los rusos o norcoreanos. En una época como nuestro 2016 esta película queda a la perfección. Pero también aborda temas como la paranoia y la obsesión, haciéndola más humana que su antecesora.

Ahí es donde el eslogan publicitario cobra un alucinante sentido: “los monstruos vienen de todos los tamaños”.

Imposible pero cierto, la secuela de aquella Cloverfield 2008, la misma que dividió a la audiencia sobre si era o no una buena película, se proclama ahora inmensamente superior y digna de los thrillers más intensos, pero también de una ciencia ficción clásica. Aunque esta segunda parte deja cabos sueltos listos para ser abordados en una posible continuación, el tratamiento a lo Secuela Espiritual, conociendo otras perspectivas del suceso, sería la mejor opción para posteriores entregas. 10 Cloverfield Lane de Dan Trachtenberg y J.J. Abrams damas y caballeros, de vuelta a la destrucción.

[quote_box_center]Sinopsis:

“Dos jóvenes sufren un accidente de coche. Cuando despiertan se encuentran encerradas en una celda bajo tierra, secuestradas por un hombre extraño (John Goodman) que dice haberlas salvado del día del juicio final. El excéntrico captor asegura que el exterior es inhabitable por culpa de un terrible ataque químico, algo que las protagonistas no saben si creer. Es así como comienza su pesadilla en una espiral de desconocimiento. La mente del criminal es infranqueable y ellas tendrán que intentar analizar a su enemigo para conseguir sobrevivir.”[/quote_box_center]