Lado B
La prensa, candil de la calle…
andil de la calle, oscuridad de su casa”, dice el refrán en alusión a las personas que son amables en la calle, pero todo lo contrario en su casa. Pienso en la prensa, a propósito de las mujeres que se han hallado muertas en la ciudad de Puebla en el transcurso de este año 2016 y de la postura gubernamental que se ha tenido respecto al caso
Por Susana Sánchez Sánchez @
06 de marzo, 2016
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Susana Sánchez Sánchez

[dropcap]“C[/dropcap]andil de la calle, oscuridad de su casa”, dice el refrán en alusión a las personas que son amables en la calle, pero todo lo contrario en su casa. Pienso en la prensa, a propósito de las mujeres que se han hallado muertas en la ciudad de Puebla en el transcurso de este año 2016 y de la postura gubernamental que se ha tenido respecto al caso (no lanzar la Alerta por Violencia de Género), así como de las posturas de los familiares de las víctimas y de las organizaciones que han apoyado a esas familias (no más muertes y una gobernanza con una visión de género). Por su alcance masivo, la prensa juega un papel importante en la reproducción de los discursos oficiales, así como de los familiares o asociaciones que apoyan a las víctimas. La prensa poblana, se ha visto, ¿cómo decirlo? Políticamente correcta. Con reproducir una versión y otra sin “meter la cuchara”, la prensa queda bien parada.

Pero no es en público donde se conoce a la prensa sino en la “oscuridad de su casa”, en este caso, en las redacciones o en los cafés o en las cantinas, los lugares más concurridos por aquellos que conforman un equipo periodístico. Allí es donde todo queda en el comentario o en la broma, y eso nos dice más de las mañas, los hábitos, fobias, fracasos o aspiraciones de la prensa.

Para hablar de la “oscuridad de su casa”, recuerdo algunas redacciones (unas porque estuve y otras porque me han contado los escenarios) que tienen similitudes. Podría, de hecho, ser cualquier redacción: Están sentados los correctores, los diseñadores, los editores, los reporteros, los jefes y salen las picardías; los chismes de quién se acostó con quién; se enseñan las fotos de las viejas, a ver si están buenas o si están feas, de paso la de los muertitos, a ver cuál está más descuartizado. Ya si la noche los alcanza, algunos quizás se van a un putero… ¡Ah!, no crean que la comidilla alrededor de las mujeres viene únicamente de voces masculinas, también las mujeres (también periodistas, fotógrafas, editoras o correctoras) suelen, en plan de broma, manejar ese discurso machista; hay que escucharlas cómo se expresan, por ejemplo, de las mujeres que se encargan de fuentes informativas como espectáculos o sociales, para comprender que el hecho de ser mujer no basta para que las mujeres estén unidas.

[pull_quote_right]No es en público donde se conoce a la prensa sino en la “oscuridad de su casa”, en este caso, en las redacciones o en los cafés o en las cantinas, los lugares más concurridos por aquellos que conforman un equipo periodístico. Allí es donde todo queda en el comentario o en la broma, y eso nos dice más de las mañas, los hábitos, fobias, fracasos o aspiraciones de la prensa.[/pull_quote_right]

Dirán algunos ¡qué exageración pensar que por eso son misóginos o machistas en la prensa!, pero esos pequeños detalles (no de un día, sino casi de todos los días), son los que dicen más que los discursos políticamente correctos, pues nos hablan de una minimización de lo femenino (ver: micromachismos) o de los trabajos informativos tradicionalmente asignados a mujeres (decir el clima, hacer la agenda cultural, ir a los eventos de sociales, los chismes de la farándula).

Eso que dicen algunos reporteros y reporteras acerca de las mujeres o de los homosexuales en la “oscuridad” de su redacción, del café, de la cantina o de un evento a otro, son parte de una cultura machista enraizada en las prácticas más triviales de aquellos que trabajan para un medio masivo de información y que cuando se les pregunta abiertamente para qué sirve el periodismo, dicen orgullosos que para informar y otros le añaden que para ser el contradiscurso del Estado o la voz de las minorías o de los sectores lastimados por el Estado. ¡Vaya que algunos candiles son contradictorios!

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